La mujer para el mundo NS

LA MUJER EN LA
FAMILIA

EDICIÓN DEL FRENTE FEMENINO DE CEDADE

LA MUJER EN LA FAMILIA
Ediciones Bausp 1978

CONCEPTO DE FAMILIA y MATRIMONIO

Es evidente que la mujer en la familia desempeña un importante papel que no puede
dejar de ser tenido en cuenta, ni minimizado. Para nosotros, la familia es la institución
social por excelencia; en ella se basa la sociedad y su actuación se proyecta en el
contexto social.
La base de la familia la constituye el matrimonio. En el matrimonio encuentran los
cónyuges, de modo natural, el mutuo complemento de su capacidad y aptitudes no
sólo en el orden físico y material, sino también en el orden moral y espiritual, mucho
más importante.
La pareja responsable acude al matrimonio libremente, es decir, sin mediar coacción
de ningún tipo, se conoce y se quiere lo suficiente, - y está lo suficientemente formada
- como para decidirse a constituir una familia, llevando ello implícito la procreación,
educación de los hijos y la ayuda mutua, que son los fines primordiales de todo
matrimonio, ya los que debe tender.
Son móviles de tipo espiritual los que deben inducir a la pareja a contraer matrimonio.
Ha de dejarse llevar por el amor, la afinidad racial y una cierta afinidad de caracteres
y aficiones, y no por motivos materiales, como pueda ser por razón de intereses, por
un enamoramiento pasajero, o simplemente por la atracción física, motivos estos
perecederos e inconsistentes.
Decimos que la pareja que contrae matrimonio está lo suficientemente madura como
para darse perfecta cuenta de que de su unión nacerán hijos a los que habrá que criar y
educar. En base a esta madurez y en beneficio de estos hijos, propugnamos el
ineludible deber de todos los ciudadanos próximos a contraer matrimonio de
someterse a un examen médico completo que les despejará la incógnita de posibles y
lamentables nacimientos de seres desgraciados. De la misma manera que para entrar a
desempeñar según qué oficios el Estado o la Empresa exigen un reconocimiento
médico a los aspirantes, así la pareja debe asegurarse de su estado de salud, ya no sólo
en beneficio propio, sino en el de sus hijos, de esos seres inocentes, que, sin culpa
ninguna, se encuentran en este mundo teniendo que soportar dolores, malformaciones
o taras que hubieran podido evitarse en su mayoría de haberse sometido sus padres a
un reconocimiento médico previo.
Constituido el matrimonio en la forma que propugnamos, la familia se asentará sobre
una base firme, sobre unos cimientos sólidos y aunque se sucedan incidentes entre la
pareja, fruto natural y lógico de la convivencia, el matrimonio no naufragará porque el
amor y la comprensión se impondrán a la situación conflictiva.
Como en las diversas facetas de la vida, tanto el hombre como la mujer tienen en la
familia una específica misión que cumplir, sin que la actuación de uno supere o sea
inferior a la del otro, tratándose simplemente de actividades distintas, pero
complementarias.
Hoy día se habla mucho de que la familia está en crisis, y debemos reconocer que,
efectivamente son muchas las familias que, por diversas causas no se llevan bien; que
en su seno no reina el clima hogareño, de amor y amistad que debe imperar en toda
familia bien avenida.
Las causas de las crisis familiares son muchas y variadas y arrancan del origen mismo
de la familia. Si se parte de la base de considerar el matrimonio como una institución
al servicio del macho, si es tomado como una institución puramente animal que tiende
únicamente a la satisfacción de los placeres sexuales; si es tenido únicamente como
un sistema idóneo para transmitir la propiedad; o es conceptuado como institución
opresiva para la mujer, llegándose incluso a afirmar que “las mujeres no serán
liberadas hasta tanto no se liberen de la familia”, es evidente que tanto el matrimonio
como la familia han de pasar por un periodo de crisis que los suma en el estado en que
ahora se encuentran.
A estas causas hay que añadir la propaganda y publicidad que se hacen en torno a las
crisis familiares, fenómeno bastante generalizado hoy día que consiste en no poner
ninguna cortapisa tanto para el hombre como para la mujer en pregonar a los cuatro
vientos y tendenciosamente el fracaso de su matrimonio, los problemas con los hijos,
etc. A estas causas, hemos de agregar la falta de principios morales y éticos que se
dan en los cónyuges; para quienes la familia no constituye el fin de su vida sino una
obligación más que se han creado y que, siendo una realidad, tienen que afrontarla.
Dentro de la comunidad integral que constituye la familia, tanto el hombre como la
mujer tienen funciones específicas. Las sociedades europeas son un ejemplo de
cultura patriarcal. Dentro de la familia, la autoridad se la concedemos al padre, no al
hombre; es decir, al hombre en tanto en cuanto es padre de familia. Ello no significa
que el hombre pueda decidir a su libre albedrío la actuación de la familia, sino que, de
común acuerdo con la esposa debe ordenar la conducta a seguir por los hijos.
El hombre, en la familia debe procurar el sustento de su esposa e hijos, siendo él
quien debe ausentarse del hogar para trabajar. Sin embargo, si el presupuesto familiar
no alcanzara y la mujer por dicho motivo se viese obligada a trabajar fuera de casa,
dado que, en este caso tanto el hombre como la mujer realizarían un trabajo
remunerado a cuenta de terceros, al reintegrarse de nuevo al hogar, sería misión de
ambos realizarlas tareas domésticas, pues ambos lógicamente llegarán cansados de la
jornada laboral, debiendo en consecuencia desempeñar conjuntamente los quehaceres
domésticos.
Vemos muy claras las funciones que debe realizar fundamentalmente la mujer en la
familia. La maternidad es sin duda alguna la función femenina por excelencia, puesto
que solo la mujer está capacitada para dar a luz. La maternidad es un acto de creación
maravilloso; es el más bello atributo de la mujer y el único que le permite realizarse
plenamente. Solo mentes egoístas pueden considerar la maternidad como un
obstáculo. El amor que une a la madre y al hijo antes y después del nacimiento es
indestructible. La lactancia incrementa, si cabe, esta unión entre ambos. Es muy
importante que las madres deseen amamantar a sus hijos, debiendo sentirse muy
dichosas de poder hacerlo. Actúa contra natura y es egoísta la madre que, aún antes de
dar a luz, opta por no amamantar a su hijo... y ¡cuántos casos conocemos hoy día de
madres que, sólo por pensar en sí mismas, ya sea por conservar la línea o por
resultarles incómodo, renuncian a este maravilloso don natural para negarles a sus
hijos el mejor de los alimentos!
También vemos que dentro del hogar, el papel de la mujer es básico. Lo ideal es que
la mujer esté al cuidado de los hijos y de la casa. Otro problema es que, los recursos
económicos sean suficientes para que, en la sociedad materialista que nos rodea, la
mujer pueda permanecer todo el día al cuidado del hogar. La misión de la mujer en el
hogar es importantísima si desempeña su cometido siendo consciente de que su
actuación repercute en la sociedad. La idea de ama de casa que apoyamos es la de
mujer ideal, la verdadera, la completa; la que como madre sabe señalar el horizonte a
la nueva generación; la que, como esposa ha de participar a todos los niveles en el rol
social de su marido; la que, en el hogar, debe realizar una labor creadora, original;
siendo consciente de la responsabilidad que sobre sí gravita al depender de ella la
felicidad de su esposo e hijos; debiendo además disponer de tiempo para cultivar su
espíritu. La mujer que así actúa constituye el alma de la familia, es imposible que en
su hogar reinen desavenencias, por el contrario, la convivencia entre todos los
miembros será pacífica, no habrá peleas entre el matrimonio ni enfrentamientos con
los hijos; por este bello ideal es por el que la mujer debe luchar con todas sus fuerzas,
es decir, para mantener bien firmes los cimientos de su familia impidiendo por todos
los medios su destrucción, ya que destruir la familia significa destruir las estructuras
sociales que la forman, los valores que la inspiran, las formas mentales que la
justifican, datando dichas estructuras, valores y formas mentales del principio de los
tiempos.
La madre de familia numerosa, es muy difícil que pueda dedicar algo de su tiempo a
otras tareas que no sean las propias del ama de casa, no obstante, ha de hacer todo lo
posible para dedicar su tiempo libre a ocupaciones espirituales, como pueden ser la
buena lectura, escuchar música clásica, etc.
La situación de madres trabajadoras que han de compartir su trabajo fuera de casa con
el propio del hogar, se sucede repetidamente en las sociedades capitalista y comunista,
y hace que se vea como normal que la madre deje a sus hijos en una guardería o
colegio la mayor parte del día. En nuestro Estado, la madre de familia numerosa no
tendrá necesidad de ganar un sobresueldo mediante la realización de un trabajo extra,
porque el propio Estado, consciente de la importante misión que tiene para con sus
hijos, subvencionará a las familias numerosas, concediéndoles la ayuda moral y
material necesario.
El trabajo de la mujer al cuidado de su casa y de sus hijos no debe socializarse.
La mujer tiene en el hogar, al frente de su familia un importante cometido que
desempeñar, más importante que el que pueda desarrollar en cualquier oficina, fábrica
o taller, por lo tanto, creemos que lo verdaderamente progresivo es que la mujer,
consciente de la gran responsabilidad que sobre ella pesa en la educación de sus hijos
y en el mantenimiento de la felicidad conyugal, no ha de exigir que su trabajo sea
remunerado ni estar sindicada -aspiraciones reivindicadas por algunos grupos
feministas- sino que debe entregarse alegre, decidida y enteramente al desempeño de
esta alta misión.
IGUALDAD - DESIGUALDAD
Para nosotros, el hombre y la mujer son distintos; en ellos se dan unas diferencias
biológicas imprescriptibles que comportan ciertas aptitudes específicas.
La mujer no es igual al hombre; lo que no implica que el hombre tenga que ser
necesariamente superior a la mujer, de ahí que podamos proclamar que el hombre no
siendo idéntico a la mujer, es distinto de ella, pero ambos se complementan.
La diferenciación que propugnamos es evidente tanto en los caracteres sexuales
primarios (soporte del aparejamiento y la reproducción) y en sus caracteres sexuales
secundarios o extra-genitales: proporciones de su esqueleto (menor en la mujer que en
el hombre), desarrollo de las glándulas sebáceas y de la musculatura, abundancia y
reparto de la grasa, distribución del sistema piloso en cara, tronco y extremidades,
timbre de la voz, etc.[1]
Estas características anatómicas imprimen carácter en el individuo, le marcan tanto su
psyche (alma), como su soma (cuerpo). Y por eso, en general el hombre posee unas
características espirituales que le distinguen de la mujer: al poder, resistencia, energía,
combatividad, instinto de caza, de conquista y de dominio propios del hombre, se
oponen los atributos de constancia, sensibilidad, intuición, ternura, receptividad
propios de la mujer. Con ello no queremos significar que el hombre carezca de estos
atributos, pero sí que queremos dejar constancia de que las características enunciadas
son propias y dominan más en un sexo que en otro.
Hemos de dejar bien claro que tanto el hombre como la mujer, son igualmente
necesarios dentro de la sociedad. Las relaciones entre ambos no han de ser de
enfrentamiento, de confrontación, de conflicto, sino que unidos en el campo laboral,
social y en cada faceta de la vida, han de moverse en planos diferentes, ocupando
cada uno el puesto que le corresponda y para el que esté más capacitado.
En base a esta especialización de cada uno hacia una determinada misión, creemos
que la mujer está más capacitada que el hombre para cuidar de la familia y para
determinados trabajos como enfermera o maestra, siendo absurdo que, en base a la
eliminación de toda discriminación por razón del sexo se tenga que ocupar de trabajos
duros e impropios de su condición femenina como transportista, minero, etc. Pero no
vamos aquí a referirnos al tema de la mujer y el trabajo, tratado en un capítulo aparte
de este libro.
Dentro de la familia, el hombre y la mujer deben moverse en un plano de igualdad,
deben tomar las decisiones de mutuo acuerdo y, en caso de que ambos se vean
obligados a trabajar fuera de casa, deben realizar juntos las labores domésticas, cuidar
de los niños y disfrutar juntos los ratos de ocio de que dispongan.
EDUCACION DE LOS HIJOS
La misión de educar a los hijos constituye, para nosotros, el fin primario del
matrimonio. Muchos padres creen que, por el hecho de haber traído los hijos al
mundo, ya han cumplido, dejando a sus hijos al cuidado de personas extrañas a la
familia, llevándolos a guarderías, colegios, etc., y limitándose a estar con ellos
solamente algunas horas a la semana.
Los padres deben sentirse ilusionados de poder compartir sus horas libres con los
hijos, participando en sus juegos, entreteniéndoles, llevándoles de excursión,
ayudándoles en sus estudios, formándoles...
Son muchos los niños que ven a sus padres una vez por semana, pues debido ala
agitación que hoy se vive ya la sociedad de consumo que se ha enseñoreado del
mundo, el padre sale temprano de casa por la mañana y no regresa hasta última hora
de la noche, ocupado en el pluriempleo, en cursillos de formación, idiomas, etc., no
pudiendo por ello estar junto a sus hijos más que durante los días festivos. Ocurre
también que la mentalidad de los padres ha cambiado notablemente con el transcurrir
de los tiempos. Hoy día, los padres prefieren gastar su tiempo en ganar dinero -que
invertirán luego en diversiones y artículos de los que no disfrutarán los hijos- que
invertir su tiempo en ocuparse y formar a sus hijos.
Hoy día en las escuelas se imparte una educación que trata de equiparar los sexos. Se
pretende, en aras de la indiscriminación sexual, conseguir que niñas y niños reciban
un mismo tipo de educación. Por eso, ya hay escuelas masculinas que imparten clases
de labor a sus alumnos, y no nos referimos sólo a los más elementales conocimientos
de coserse un botón, o de arreglar un descosido, cosas útiles que es necesario sepan
realizar, sino que se les obliga abordar, a hacer punto de cruz, etc., siendo ello visto
con buenos ojos por la inmensa mayoría de la gente.
Por otra parte, muchas corrientes feministas, ridiculizan el que en muchos colegios se
obligue a las niñas a recibir clases de hogar, labor o economía doméstica, abogando
por su total desaparición; cuando, para nosotros, es mucho más lógico que sean las
niñas las que se instruyan en estas materias que no los niños.
Hoy día se imparte en los colegios una educación excesivamente tecnicista. Se
concede mucha importancia a asignaturas como matemáticas, física, ciencias, latín,
etc., no fijándose apenas en otras de tipo humanístico, mucho más completas que las
anteriores como pueden ser historia, literatura, filosofía, arte y música por ejemplo.
Otro tipo de enseñanza completamente olvidado hoy día es el amor a la Naturaleza ya
los animales, que debería impartirse como una asignatura más en todas las escuelas,
haciendo ver a los niños lo sublime de una cumbre, la belleza de un paisaje; la
hermosura y alegría que causa encontrarse un cervatillo en pleno bosque, enseñarles a
escuchar los miles de sonidos de la campiña, el murmullo de las aguas cristalinas de
un riachuelo, el gorjear de los pájaros, etc.
Se está insistiendo machaconamente en la abolición de la enseñanza religiosa en las
escuelas. Creemos que sería mucho más interesante que, en vez, de la enseñanza de la
historia sagrada, se impartieran clases de moral que formaran a los jóvenes en una
conducta sana, en una ética, con una clara visión del bien y del mal.
Las pretensiones de la democracia de establecer un sistema de enseñanza laico, sin
posibilidad de enseñanza religiosa, es otra paradoja más de las múltiples que nos
ofrecen los gobiernos democráticos.
¿Y qué decir de la educación física? No solo debe obligarse a los niños a realizar
ejercicios físicos y participar en competiciones deportivas, sino que hay que
inculcarles el espíritu del ejercicio físico, con todo el caudal de sacrificio, esfuerzo y
camaradería que lleva implícito. Para ejercitarse en la práctica de un deporte, no hará
falta ser de un determinado club, por cuanto se expropiarán los terrenos necesarios
para instalaciones deportivas, que se abrirán gratuitamente a todos los jóvenes, sean o
no estudiantes, corriendo, el Estado con los gastos de conservación y mantenimiento.
También se hará obligatorio para todas las escuelas disponer de espacio suficiente
para el ejercicio de actividades deportivas, ya sea al aire libre o en sitios cerrados, en
gimnasios con todas las instalaciones necesarias.
Los trabajos manuales y los oficios gozan hoy día de mala reputación. Cualquier
joven, influenciado sin duda por las corrientes imperantes, prefiere la enseñanza
universitaria al desempeño de un oficio. Parece como si los oficios, los trabajos
manuales o de artesanía fueran denigrantes, y no hablemos ya de las labores agrícolas.
Los niños, influidos sin duda por la "educación" recibida en los colegios, y contando
con el beneplácito de sus padres, optan, incluso sin estar capacitados para por ello por
entrar en la universidad; impidiendo que su lugar sea ocupado por otro muchacho
mejor dotado.
Ya en la escuela primaria, debería inculcarse a los niños que en la sociedad es tan
necesario un médico, un músico, un arquitecto o un abogado como un albañil, un
electricista o un carpintero; siendo lógico que el que esté más capacitado para los
trabajos manuales reciba la instrucción necesaria para desempeñar un oficio, no
queriendo él mismo efectuar estudios en materias diferentes a su inclinación natural,
mientras que el que tiene mayores aptitudes para las artes debe recibir el apoyo
necesario para desenvolver su personalidad, sin que por falta de medios o de puestos
de trabajo, se frustre su carrera.
Son los padres quienes deben permanecer el máximo tiempo posible con sus hijos.
Por ello desechamos los sistemas que tienden a que el niño sea educado en un
ambiente distinto al del hogar, como los kibboutzim israelíes, las comunas soviéticas
o chinas, con preceptores o institutrices, o en colegios en régimen de internado. Y si
nos oponemos a que el niño sea formado por el Estado, suplantando la faceta
educativa de la familia, todavía vemos más perjudicial que sea separado de su madre
en los primeros meses de su vida. En este tiempo, el contacto de la madre con el niño
es necesario; el niño está acostumbrado a la voz y al tacto de su madre. Es antinatural
separarlos y ello es evidente incluso en el mundo de los animales superiores en que
las madres no se separan de sus pequeñuelos ni un momento.
Corroboran estas palabras los estudios realizados recientemente en la especie humana
en una clínica de Cleveland, en la que se comprobó que el contacto de la madre
durante las primeras horas de vida del niño condiciona sensiblemente la relación
afectiva entre madre e hijo en el futuro. Dicho experimento consistió en establecer dos
grupos de mujeres, permitiéndoles a unas un breve contacto con el hijo acabado de
nacer, luego otro fugaz contacto a las seis horas y cada cuatro horas el tiempo
necesario para la administración del biberón, durante tres días; concediendo a las otras
tener a su hijo recién nacido durante una hora después del parto y además del tiempo
del biberón, cinco horas diarias más durante los tres primeros días. Posteriormente los
investigadores estudiaron la relación afectiva entre madre e hijo al cabo de un mes, un
año y dos años, resultando que el grado afectivo que sentían las madres del segundo
grupo por sus hijos era notablemente superior a las del primero, demostrándose ello
en que pasaban más tiempo acariciándole, mirándole, tenían menos tendencia a
dejarlo sólo, se interesaban más por su examen médico, etc.[2]
Por todo lo hasta aquí dicho, creemos que queda bien claro que son los padres quienes
deben educar a sus hijos, estando con ellos todo el tiempo que les sea posible. Es una
monstruosidad separar al niño de su madre en los primeros meses de vida; necesita de
ella y es un derecho al que ni los propios padres ni el Estado tienen que oponerse.
El niño en la escuela ha de recibir una educación más humana, debiendo existir
materias comunes para ambos sexos y otras específicas para cada uno. Como propias
para las niñas podemos citar corte, cocina y puericultura, mientras que los niños
podrían ejercitarse en artes marciales. Es necesario que un niño sepa poner la mesa,
hacerse la cama y coser un botón, -actividades que hasta ahora eran consideradas
como no aptas para varones-, siendo incluso los propios padres quienes se oponían a
que sus hijos desempeñaran tales cometidos, por considerarlos indignos de su
condición, y que las niñas sepan cómo apañárselas para cambiar un fusible, empapelar
una habitación o reparar un cable eléctrico. Con ello conseguiremos que el hombre y
la mujer puedan prestarse mutua ayuda en el seno de la familia, recibiendo también,
en la medida de sus posibilidades, la colaboración por parte de sus hijos.
La universidad sólo debe ser accesible para los que de verdad estén capacitados, sin
distinción de clases sociales. De manera que si un joven tiene aptitudes para estudios
universitarios, aunque sea de familia de condición humilde, ello no debe ser
impedimento para que realice sus estudios, siendo subvencionada su carrera por el
Estado, sin que tenga necesidad de trabajar para costearse sus estudios.
Hay que reivindicar la importancia de los trabajos manuales y los oficios,
prestándoles la atención que requieren. Esta es misión de la sociedad y
fundamentalmente de los padres que deben hacer ver a sus hijos la dignidad e
importancia de realizarlos.
Dado que la educación de los hijos depende en gran medida de la formación que los
padres les hayan impartido, creemos fundamental que los padres dejen de tratar a sus
hijos varones como lo han venido haciendo tradicionalmente. En la mente de todos
estará el caso de chicos que han encontrado todas las facilidades para "conocer la
vida", para "hacerse hombres", habiéndoles dado todas las libertades para entrar y
salir de casa a la hora que se les ha antojado, para beber, fumar, irse varios días de
vacaciones, etc., mientras que a sus hermanas -mayores o menores- les ha sido negada
toda posibilidad de hacer lo mismo. Este tipo de discriminación por razón del sexo lo
encontramos arcaico, ilógico y estúpido, creyendo que los padres deben dar a sus
hijos de distinto sexo, una vez alcanzada la madurez propia de los 15 o 20 años,
iguales libertades, debiéndose “fiar” tanto de sus hijas como de sus hijos. El sistema
de educación impartido a muchas jóvenes dice muy poco en favor de sus propios
padres, puesto que no se les permite salir de noche por ejemplo, por miedo a que se
les "descarríen", cuando, de haberlas formado en una ética, en una conducta sana, no
tendrían por qué desconfiar del comportamiento de sus hijas. Lo único que pretenden
con ello los padres es evitar posibilidades, cuando los vicios y la degeneración pueden
adquirirse, obviamente, tanto de día como de noche.
HIJOS NATURALES
El problema de los hijos naturales es antiguo como la vida misma. Madres solteras las
han habido en todos los tiempos, pues, siendo innato en la mujer el instinto materno,
se han dado infinidad de casos de maternidad de mujeres solteras, por ver colmada su
ilusión de tener un hijo por haber mantenido relaciones extramatrimoniales.
Desde siempre también, la sociedad ha rechazado a tales madres y a sus hijos,
privando a éstos de los más elementales derechos y marcándolos, cara a la sociedad
con apellidos como "Expósito", con lo que su procedencia ilegítima quedaba
patentizada para siempre; mientras que las madres eran marginadas, tratadas como
prostitutas, negándoles un puesto de trabajo, etc.
Hay que convenir que la sociedad en muchos casos acertaba al calificar a las madres
solteras de prostitutas, porque en efecto lo eran; se trataba de mujeres viciosas que
habían quedado embarazadas sin desearlo en absoluto, que veían a su hijo como una
pesada carga y que se lamentaban hasta lo indecible ante su próxima maternidad,
intentando librarse de él antes de nacer, abandonándolo o dejándolo en adopción.
Debemos dejar claro que, en nuestro Estado, en este Estado ideal al que nos gustaría
pertenecer, el problema de las madres solteras desaparecería porque la prostitución
sería duramente perseguida y no en tanto es causa de degeneración de la sociedad,
sino en cuanto que la madre soltera delinque, y atenta contra los derechos del niño.
Actualmente, los hijos naturales de madres prostitutas, entendiendo por tales las que
hacen de su oficio su profesión, sea o no remunerada, siguen existiendo, abundando
también, aunque en menor proporción, los que son fruto del libre deseo de la mujer de
ser madre. La madre soltera atenta contra la familia, porque la mujer soltera que siente
en sí la necesidad de tener un hijo, hará lo posible por quedar embarazada de
cualquiera de sus amigos, limitándose ellos a realizar el acto sexual sin pensar en
contraer matrimonio, ni en hacerse cargo del niño, ni reconocerle; derivándose de ello
que el hijo natural se encontrará falto de padre y privado de la atención terceros.
Es evidente que en el caso, en que la mujer conscientemente quiere y desea a su hijo
tiene derecho sobre él, y ni el Estado ni nadie puede arrebatárselo. Cara a la sociedad,
tanto el hijo como la madre no deben ser discriminados, de manera que la mujer no ha
de tener problemas en encontrar trabajo o en permanecer en el que ya tenía al tiempo
de la concepción, ni el niño ha de ser menospreciado. Marginar al niño es marginar a
un ser inocente y en nombre de los derechos y de las libertades humanas -tan
repetidamente invocados hoy día- no es justo, como tampoco lo es que la madre por
satisfacer su deseo -egoísta pero innato- prive a su hijo de un padre y de un hogar
familiar normalmente constituido. En este caso, el Estado ha de responsabilizar a la
mujer y analizando el grado de inconsciencia o de responsabilidad en que ha
incurrido, aplicar las medidas convenientes que han de repercutir en la madre y el
niño.
El hijo fruto del amor extramatrimonial de una pareja de novios, debe ser asimismo
encomendado a sus padres, independientemente de que contraigan o no ulterior
matrimonio. El niño siempre se encontrará más a gusto entre sus padres que en el seno
de una familia extraña o de una organización estatal. Sólo en el caso de que las
relaciones entre los padres se hicieran insostenibles, el Estado debería intervenir para
dictaminar el futuro del niño, por medio de tribunales especialmente constituidos para
tal fin, que deberían analizar minuciosamente las circunstancias que concurren en
cada caso.
A pesar de defender a la madre soltera en el sentido de que creemos que no debe ser
rechazada por la familia ni por la sociedad, hemos de dejar bien claro que para
nosotros, el problema de los hijos naturales es de suma gravedad, por cuanto atenta
contra la familia por lo que hemos dicho anteriormente de que el niño se encuentra
privado de padre y falto del calor familiar. Hemos de aclarar también que, si bien
existen muchas mujeres solteras que desean ser madres, es mucho mayor el número
de mujeres solteras que, como consecuencia de sus “experiencias” sexuales, quedan
embarazadas por mala suerte o por un fallo de la píldora, en cuyo caso, obviamente,
no sienten ningún deseo de tener un hijo, al que ven como un pesado obstáculo.
Tanto en el caso de mujeres solteras deseosas de ser madres, como en el caso de
madres por “equivocación”, hemos de invocar aquí nuevamente los derechos y las
libertades humanas que la madre infringe al decidir unilateral y libremente sobre el
derecho de dar vida a un nuevo ser. ¿Bastan acaso su egoísmo y su satisfacción sexual
para dar a luz un niño? ¿Es que ese niño no tiene derecho a tener un padre que
conviva con él?
Es curioso constatar en España que el 71 por ciento de las madres solteras no tienen
acabados los estudios básicos y sólo el 2 por ciento tiene estudios superiores.[3]
Siendo la cultura símbolo de economía saneada, es fácil convenir que gran número de
mujeres cultas, podrán disfrutar los placeres del sexo, sin correr ningún riesgo, por
tener los medios necesarios para adquirir anticonceptivos, recurrir a métodos
abortivos, etc.
Con respecto a la prostituta que tiene un hijo, creemos que ese hijo le pertenece en
tanto en cuanto lo acepta plenamente convencida, renunciando por él a su profesión.
En otro caso, dado que el niño se encontrará inmerso en un ambiente degenerado,
privado de padre y de calor familiar, es por lo que el Estado debería hacerse cargo de
él ya sea internándolo en un centro especializado, cuyo ambiente debería equipararse
lo más posible al familiar, ya cediéndolo en adopción pero informando a los padres
adoptivos de su origen y procedencia.
Las mujeres solteras que ansían tener un hijo y desvivirse por él, no deberían ser
rechazadas por la familia y la sociedad. Con ello no quiero significar que hayan de ser
mejor tratadas que las que son madres dentro de una familia, pero sí que, ya que han
deseado dar un hijo a la Nación, no deben encontrarse solas ni desamparadas durante
el embarazo ni aún después del parto; ni han de perder su trabajo, ni les ha de ser
difícil, debido a su situación, encontrar otro nuevo puesto de trabajo, debiendo ser
equiparadas a todos los efectos con las madres casadas; si bien, lógicamente el
empresario puede elegir libremente a la hora de cubrir un puesto de trabajo entre una
mujer soltera, o una casada, con o sin hijos. Si así se hiciera, la madre soltera, no
debería ocultar su embarazo por temor a ser echada de su casa o quedarse sin trabajo,
lo cual redunda principalmente en perjuicio del niño.
Queremos dejar bien clara nuestra postura con respecto a este problema,
afirmándonos rotundamente en favor del crecimiento demográfico. Para nosotros, el
problema de la demografía se da únicamente en determinadas regiones del mundo, en
las que, por estar superpobladas se hace necesario un control de natalidad, pero para
nosotros, es también evidente que este problema no se ha planteado en Europa.
Queremos que nazcan niños, Europa necesita niños, necesita jóvenes educados en un
ambiente familiar sano y no abandonados a su suerte en el seno de organizaciones
estatales.
Creemos que tanto el hombre como la mujer tienen sobre el hijo la misma
responsabilidad, por lo que, ante el supuesto de madres solteras, el Estado debe penar
a ambos de la misma forma. Con ello pretendemos impedir la irresponsabilidad de
muchos hombres que conviven maritalmente con mujeres solteras, desentendiéndose
por completo del hijo que pueden haber procreado.
El hombre soltero que convive con mujer soltera y queda embarazada, debe
responsabilizarse del hijo, pudiendo el Estado exigirle que le sea suministrada ayuda
económica, embargándole incluso, si es preciso el sueldo. El hombre casado que
convive con mujer comete adulterio y en base al delito cometido, puede imponérsele
la pena que el Tribunal competente crea más oportuna de acuerdo con las necesidades
del niño y de la madre. En tal caso, la responsabilidad del hombre casado es mayor
por cuanto el padre solamente podría reconocer como suyo al hijo fruto de esta unión
extra-conyugal, debiéndose moralmente a su esposa e hijos legítimos, mientras que el
hombre soltero, en el caso de que quisiera reconocer al hijo fruto de sus relaciones
extra-matrimoniales, al no estar unido a otra mujer, no tiene impedimento de ningún
tipo para legalizar su situación ya sea por medio del matrimonio, ya simplemente
conviviendo con su mujer e hijo.
ADOPCIîN
El problema de los niños huérfanos o abandonados podría solucionarse
completamente mediante la adopción. El Código Civil español contempla el supuesto
de la adopción, pero habiendo sido revisados y puestos al día sus planteamientos, se
olvida de dos factores que consideramos sumamente importantes: el factor hereditario
y el factor social que son determinantes en la vida del niño.
Para el adoptante, es básico conocer la herencia biológica del niño; conocer su
ascendencia paterna y materna, así como el ambiente social -que no significa nivel
económico- en que los verdaderos padres se han desarrollado, y estos requisitos que
olvida la ley y cuyo reconocimiento nosotros exigimos, son evidentes porque el
legado biológico de un niño hijo de padres alcohólicos, drogadictos o de padres
tarados, será completamente distinto del hijo de padres físicamente bien constituidos
con costumbres sanas. La herencia biológica también se hará patente en aquellos
niños cuyos verdaderos padres pertenezcan a raza distinta de la que ostenten sus
padres adoptivos.
De la misma forma que la ley enumera taxativamente quiénes son las personas que
pueden adoptar; debería también hacer constar los derechos de los adoptantes a
conocer la ascendencia racial del adoptado, porque de la misma manera que al formar
una familia en condiciones normales dentro del matrimonio, el hijo representa
siempre una incógnita en cuanto a su “forma de ser”, tanto más al adoptar un niño del
que no se conoce más que su existencia.
Dejando bien claro el derecho que tienen los adoptantes de conocer la ascendencia
racial del niño, hemos de declararnos a favor de la adopción, en base a que, el niño,
siempre se encontrará más a gusto en compañía de una persona que ha insistido
enormemente en hacerse cargo de él, que en cualquier institución estatal o para-estatal
en la que, por muy organizada que éste, siempre será considerado como un niño más,
debiendo someterse a la disciplina y normas que rijan en la sociedad.
El Estado deberá valorar la moralidad de los adoptantes, dando preferencia a los
matrimonios estériles, pero pudiendo conceder hijos adoptivos a personas solteras y
viudas de ambos sexos. No vemos la necesidad de prolongar excesivamente -como
viene sucediendo actualmente- el procedimiento para la adopción.
Existiendo un organismo especializado, formado por personas de recta conducta y
moralidad demostrada, que analicen los condicionantes que han de concurrir en los
futuros padres, el trámite de la adopción, podrá resolverse en poco tiempo. Otro
requisito que, a nuestro modo de ver, debe imponerse en la adopción es la renuncia
que los verdaderos padres deben hacer sobre sus hijos, para evitar situaciones como
algunas que de hecho se han dado en las que, transcurrido cierto tiempo desde que se
efectuó la adopción, los verdaderos padres reclaman a sus hijos, habiendo conseguido
recuperarlos, lo que constituye una flagrante injusticia por el daño moral que se causa
a los padres adoptivos que ven desvanecerse en un momento todas las ilusiones que
tenían puestas en su hijo adoptivo, no contando para nada los sacrificios realizados.
También creemos que debería darse preferencia a los niños mayores, pues, por serlo,
no son adoptados, y en cambio, los recién nacidos, mucho antes de hacer venido al
mundo ya son reclamados. En tal caso, también habría que establecer que, si el niño
nace enfermo, de distinta raza a la de los padres adoptivos o portador de taras
congénitas, puedan libremente renunciar a su petición, sin estar obligados a quedarse
con él.
Para garantizar el éxito de la adopción, debería existir un servicio de inspección que,
periódicamente y sin previo aviso visitara al niño y a los padres adoptivos en su
hogar, para vigilar el estado y cuidados que se le dispensan; y en caso de que no
fueran los indicados debería estar capacitado para relegar a los padres del cuidado del
niño, internándolo en un establecimiento adecuado, tipo aldea infantil, subvencionado
por el Estado, en el que el niño pudiera gozar de aire sano, modernas instalaciones y
recibir el afecto y los cuidados necesarios a cargo de personal especializado.
El niño, en el asilo, aún cuando materialmente no se encuentre privado de nada, se
halla en un ambiente que no es natural; por ello, es por lo que creemos que, cuanto
antes, hay que separarle de ese ambiente, para evitarle traumas e integrarlo en una
familia, en la que se le brinden el cariño y las atenciones de que tan necesitado está y
que nunca ha conocido. .
ANTICONCEPTIVOS
En la actualidad, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la maternidad está
en crisis. La propaganda, con su tenaz machaconería, está consiguiendo borrar de la
mente de la mujer la idea de ser madre.
En nuestra sociedad, la chica que, con toda sinceridad confiesa que le gustaría casarse
y tener hijos, es tildada de tonta y chapada a la antigua, mientras que aquellas que se
muestran partidarias del amor libre y que niegan todo valor a la familia, son tratadas,
por lo general, como modernas y “prógres”.
Se debe sin duda a la inversión de valores que hoy día tiene planteada tanto la
sociedad capitalista como la comunista a la actuación de la mujer, por lo que se habla
de manifestaciones en favor del divorcio o del aborto y se ve como lo más normal que
sean las propias mujeres quienes exijan de los gobiernos les sean facilitados
gratuitamente anticonceptivos con los que evitar el nacimiento de nuevos seres.
Para nosotros, tal petición es antinatural e ilógica por cuanto va en contra de la propia
personalidad de la mujer y de su fisiología. No entendemos que sea la propia mujer
quien quiera perjudicarse a sí misma y a su país, pudiendo disponer libremente de los
preparados farmacológicos que le impidan quedar embarazada; que sea ella misma
que se niegue la satisfacción enorme de dar a luz, de ser madre. Si durante muchos
años el método Ogino fue considerado como el más indicado, por ser natural, para
evitar el embarazo, hoy día su empleo ha sido objeto de duras críticas y en la práctica,
apenas se aplica; estando nosotros en principio más de acuerdo en su aplicación que
con la de los anticonceptivos, por cuanto se ha demostrado que no perjudica a la
mujer.
En su lugar, han surgido infinidad de métodos contraceptivos tendentes todos ellos,
por diferentes y variados medios, a impedir el embarazo, y con ello a que disminuya
el índice de natalidad.
Presentando a los contraceptivos orales como fármacos que regulan la menstruación o
el ciclo ovárico, lo que es completamente falso porque regulación significa control
fisiológico que mantiene la normalidad de las funciones orgánicas, y el principal
objetivo de los contraceptivos orales es precisamente alterar una función orgánica tan
importante como la ovulación, se han ido implantando en el mercado, estando
libremente al abasto de todas las mujeres de numerosísimos países.
Desde la llamada “píldora” de uso generalizado en todo el mundo, cada vez se
emplean más contraceptivos post-coito, que por actuar después de la fecundación son
abortivos; dispositivos intrauterinos de tipos y materiales diversos cuyo efecto antiimplantatorio
es evidente, todos ellos utilizados por la mujer, pero también empiezan
a emplearse, aunque en menor escala agentes químicos que impiden la fecundación
actuando sobre el aparato genital masculino, evitando, por ejemplo, la maduración de
espermatozoides o bloqueando incluso su salida mediante la vasectomía, intervención
quirúrgica que se practica ya en numerosos países.
Aparte de los trastornos psíquicos que el empleo de anticonceptivos puede causar a la
mujer, consecuencia lógica de recurrir a métodos antinaturales se ha demostrado
científica y estadísticamente que muchas mujeres aquejadas de diabetes o que han
sufrido infartos de miocardio, deformaciones fetales, trombosis o embolias habían
utilizado anticonceptivos, si bien a estos efectos pueden todavía añadirse otros
muchos que nos desvelarán las investigaciones que siguen realizándose. A estos
efectos graves podemos añadir los dolores de cabeza, nauseas y obesidad, trastornos
leves que se dan en mujeres sometidas al empleo de anticonceptivos. Con lo dicho
hasta aquí, creemos que podemos ya dejar clara nuestra postura con respecto al
empleo de anticonceptivos. Para nosotros, la mujer debe ir al matrimonio con la
ilusión de crear una familia sana, numerosa y feliz. Partiendo de esta afirmación y
atendiendo a la serie de complicaciones que del uso continuado de anticonceptivos se
deriva, negamos en principio a la mujer el libre acceso hacia cualquier tipo de
contraceptivo.[4]
Somos conscientes de que la mujer, la madre, en la familia es necesaria. De ella
depende en gran parte la felicidad del hogar. Por ello, y por lo que hemos dicho hasta
aquí, vemos que el empleo de anticonceptivos, si bien le “libra” de tener hijos, le
coarta, le frustra su instinto maternal innato, produciéndole una serie de trastornos,
que redundan en detrimento suyo y del bienestar familiar;
Ninguna mujer debe basarse en el problema económico familiar para evitar la
concepción. El Estado, al contrario de lo que hasta ahora viene sucediendo, debe velar
por la madre, ha de proteger la familia y debe impedir que la madre deje a sus hijos
pequeños para atender un trabajo fuera de casa, debiendo subvencionar fuertemente a
las familias numerosas prestándoles la ayuda moral y material necesaria,
estableciendo premios de natalidad, otorgando becas, etc.
Sólo en el caso de que la maternidad pusiera en grave peligro la vida de la mujer
aceptaríamos que, bajo prescripción médica, tuviera acceso al uso de anticonceptivos
o en caso de problema demográfico grave para un país, aunque, especialmente en el
primer caso, estaríamos más de acuerdo en que la mujer se sometiera voluntariamente
a intervención quirúrgica de esterilización que a que el Estado pusiera a su libre
disposición todo tipo de preparados contraceptivos por los trastornos que de su
prolongado uso pueden derivarse.
INSEMINACION ARTIFICIAL
Entre los muchos adelantos científicos y técnicos de esta era, bien podría considerarse
como uno de los más revolucionarios la inseminación artificial. Empleada con gran
éxito en el campo de la veterinaria en todo el mundo está ya siendo utilizada Con
éxito entre la raza humana.
La inseminación artificial consiste en eyacular a la mujer esperma procedente de su
marido o de otro hombre, con miras a la procreación.
En Estados Unidos se ha experimentado ya este sistema entre la población,
calculándose que en la actualidad hay más de 500.000 personas nacidas por este
método, teniéndose también noticia de nacimientos habidos por este método en
Europa. Si se tiene en cuenta que la inseminación artificial entre humanos esta en
periodo de prueba, este medio millón de personas puede ser considerado como una
cifra cuantiosa que, puede hacernos pensar que, de perfeccionarse el sistema el
número de nacimientos “artificiales” aumentará de forma alarmante, llevando ello
consigo importante y gravísimas consecuencias, no por el aumento demográfico -que
nosotros negamos categóricamente en la raza blanca, y del que tanto se habla debido a
la orquestada campaña y propaganda que en su entorno se ha montado, sino por los
problemas genético-raciales que plantea.
La aplicación de este método debe ser examinada de forma distinta según se trate de
inseminación con esperma del propio marido o de otro hombre.
Creemos que, la inseminación artificial sería aceptable para aquellos matrimonios
que, estando fisiológicamente bien constituidos, fueran estériles, y en su afán de ser
padres optaran por poner en práctica este método bajo control médico.
En otro caso, creemos que la inseminación artificial no debe ser admitida por los
graves problemas que su utilización podría acarrear. Se calcula que, por término
medio, los “donadores” de esperma suelen hacer de dos a tres donaciones al mes. Si
un individuo se inicia en este “oficio” a los veinte años, haciendo un simple cálculo
aritmético resolveremos que al cabo de treinta años habrá dado vida de 720 a 1.080
criaturas como mínimo, en el supuesto de que haya sido utilizado todo su semen de
una sola vez.
Si la inseminación artificial se realiza con esperma procedente de otro hombre, hay
que convenir que lo primero que se tambaleará será la institución familiar. Para tener
un hijo bastará con llamar a la “Oficina Expendedora de Semen” indicando las
características principales que se quiera que tenga el niño y el empleado de turno en el
“Banco de Esperma” enviará el frasco conteniendo los espermatozoos con las
características raciales requeridas. ¿Qué ocurrirá si la mujer que desea ser madre
siente especial predilección por tener un niño rubio con ojos azules? La respuesta es
obvia: aparecerá un mercado de sementales humanos que se limitarán a dar
cumplimiento a los medidos formulados. En Estados Unidos ya se ha llegado a la
comercialización del esperma. Por el de Steve McQueen y el de Robert Red- ford, se
dice que la Compañía Cronins de Los Angeles pagó un millón de dólares a cada uno.
Es curioso constatar, sin embargo, el alto sentido racista -aunque deformado- que
dicha compañía posee. En uno de sus folletos propagandísticos se lee: “El hijo que le
va a nacer es la llave maestra de su porvenir. Puede ser un inútil, un disminuido, un
subnormal o un tonto romántico; puede ser un criminal, un drogadicto, un marginado,
o peor aún, un mediocre. Nosotros le ofrecemos la posibilidad de que su hijo sea un
genio de los negocios, una manager de primera línea, un sabio científico, un hombre
excepcional en una rama cualquiera del saber humano”.. Y para conseguir el
mejoramiento de la raza -si bien malentendido por cuanto incide únicamente en el
aspecto de dar vida aun individuo “importante”, que destaque en la corrupta sociedad
materialista actual- la Compañía Cronis ha sabido convencer a “triunfadores” Como
Clark Gable, James Dean, etc. para que hagan donación de una muestra de semen, con
el que fabricar un niño al antojo de la primera millonaria que lo solicite.
El colmo de esta industria de simiente humana lo constituye el “Museo del Semen”
existente en Hollywood en el que se dice que se conservan muestras de Onassis,
Kennedy, Marlon Brando, etc., compradas o simplemente donadas generosamente a
algún que otro excéntrico coleccionista.[5]
La inseminación artificial puede dar lugar a otras situaciones de gravísimas
consecuencias para la raza, puesto que, únicamente para ser donador no padecer
enfermedades venéreas ni hereditarias y producir una eyaculación de espermatozoos
de movimientos rápidos. Ante estos requisitos, es obvio que hombres enfermos
encontrarán su “modus vivendi” trayendo al mundo a centenares de seres enfermizos.
Por las graves consecuencias para la especie y por los reparos morales que pueden
derivarse de la inseminación artificial tal como hoy día viene aplicándose, pues son
varios los casos de mujeres que han quedado embarazadas con semen de hombres ya
fallecidos[6], es por lo que no podemos admitirla más que entre matrimonios que
recurran a este sistema en su afán de ver colmadas sus ansias de paternidad. Por otra
parte, si tenemos en cuenta que sólo en Estados Unidos existen unos cuatro millones
de parejas estériles, si a ello se añade lo problemático de la adopción y la disminución
de nacimientos debido al empleo masivo y generalizado de anticonceptivos, hemos de
convenir que la inseminación artificial bien aplicada se nos presenta como un método
idóneo para resolver el grave problema demográfico que se cierne sobre la raza
blanca, que va decreciendo paulatina y alarmantemente[7]. Por supuesto, la
inseminación artificial es un sistema contrario al tradicional y por tanto revolucionario
que podría favorecer enormemente a la raza si el criterio de selección empleado fuera
el idóneo. Pero ante la calidad genética de los donantes, a los que sólo se mide por sus
atributos físicos, es por lo que no podemos aceptar su uso generalizado.
Somos racistas en tanto en cuanto defendemos la pureza y supervivencia de la raza
blanca. Nuestro racismo es un racismo idealista, basado en el espíritu, en la
personalidad y cualidades espirituales del individuo; aspiramos a la creación y
mantenimiento de una raza pura que se mueva por impulsos espirituales, idealistas,
que aspire a la formación de una familia sana, y por ello desechamos los racismos
basados en móviles egoístas y materiales.
DIVORCIO
Consideramos el divorcio como un fracaso de la vida matrimonial, que lleva al traste
la vida familiar y que repercute gravemente en el niño que ha de vivir la tensa
situación por la que sus padres atraviesan. Para nosotros, ha de intentarse por todos
los medios llegar a evitar la situación de divorcio, debiendo poner ambos cónyuges,
todos los medios necesarios para impedir su separación.
En base a la responsabilidad contraída por ambos, y más aún en el caso de que tengan
hijos, deben impedir su distanciamiento, han de evitar las situaciones conflictivas
entre ellos, debiendo superarlas con amor y comprensión, en el caso de que medien
entre ellos diferencias.
Para nosotros, el divorcio o separación, es una situación a la que debe llegarse
únicamente en caso de que la vida matrimonial se haga insostenible. Es una solución
que debe legalizarse sólo en aquellos casos en que sea absolutamente necesario en
beneficio no sólo del propio matrimonio sino de los hijos, que son quienes, en
definitiva sufren, sin tener ninguna culpa, las consecuencias de las diferencias entre
sus padres.
Los hijos, víctimas inocentes de la tensión en que viven sus padres sufren
enormemente al darse cuenta del clima de hostilidad que reina en su hogar; no es que
el divorcio sea la panacea que dé fin a sus sufrimientos, pero, por lo menos, faltando
en su hogar el cónyuge culpable y habiendo hallado solución a su problema
económico, es probable que el niño encuentre esa paz espiritual de que hasta ahora se
ha visto privado.
Teóricamente y por lo que hemos dicho antes en el capítulo dedicado a la familia y el
matrimonio; la pareja que se casa, debe estar lo suficientemente formada y debe
conocerse lo bastante como para esperar que la familia que va a constituir será un
éxito. Habiendo accedido libremente al matrimonio, tanto el hombre como la mujer
tienen unos derechos y responsabilidades que cumplir dentro de la familia; por lo que
si una o ambas partes incumplen estos deberes y derechos gravemente, es justo que
sea disuelto el contrato matrimonial que mediaba entre ellos, debiendo responder la
parte culpable de alguna forma frente a la parte inocente.
Para aplicar el divorcio, ha de haber tribunales especialmente constituidos que con
toda objetividad y justicia, eficacia y rapidez diluciden cada caso concreto y fallen en
consecuencia.
Podríamos establecer como regla general y en base a la responsabilidad de las
personas y al riesgo que corrían al contraer matrimonio, que no pudieran casarse de
nuevo en caso de que su unión fracasara; si bien esta solución únicamente podría
establecerse en el caso de una pareja sin hijos, en que ambos se dieran cuenta de su
fracaso siendo ambos igualmente culpables.
En aquellos casos en que la responsabilidad recayera flagrantemente sobre uno de los
cónyuges por ser alcohólico, drogadicto, por hacer objeto de vejaciones y malos tratos
al otro, por adulterio, homosexualidad, o por otra causa grave, el divorcio debería
institucionalizarse en defensa del cónyuge inocente, que a la hora de contraer
matrimonio desconocía por completo las “inclinaciones” de su cónyuge; siendo
injusto que esta persona no pueda rehacer su vida y constituir un hogar en condiciones
normales. En cualquiera de estos casos y suponiendo que hubiera hijos de por medio,
el tribunal competente debería colocarlos, sin vacilación de ningún tipo al lado del
cónyuge inocente. Han de desaparecer de una vez por todas las sentencias de
tribunales civiles y eclesiásticos que conceden la tutela de los hijos al cónyuge
económicamente mejor situado, sin importarles el ejemplo y trato que puedan recibir.
En nuestro Estado, el cónyuge culpable se vería privado para siempre de la compañía
de sus hijos, debiendo recaer sobre sí la responsabilidad de mantenerlos en caso de
que disfrutara de situación económica desahogada, debiendo asignar una fuerte
pensión para el mantenimiento de su cónyuge e hijos, con cargo a sus ingresos reales,
por lo menos hasta la mayoría de edad de los hijos, en cuyo caso, y dado que ya
habrían recibido la educación necesaria, podrían, con su trabajo, sufragar los gastos
propios y los de la madre.
Generalizar el divorcio, institucionalizándolo como en los países americanos y
algunos europeos, que, alegando el más trivial de los motivos se concede, es un grave
error que redunda en contra de la familia; pero querer mantener a toda costa un
matrimonio equivocado, creemos que es igualmente injusto. La indisolubilidad del
matrimonio es una propiedad a la que toda pareja debe tender en beneficio propio y en
el de los hijos; pero si la situación se hace inaguantable, si los cónyuges incurren
reiteradamente en faltas graves, si la convivencia se hace imposible, es igualmente
injusto empeñarse en prolongar la vida matrimonial.
SEPARACION DE BIENES
El matrimonio, para nosotros, es una comunidad espiritual y material de existencia, de
modo que tanto los bienes espirituales como los materiales deben ser compartidos por
los dos cónyuges.
El sistema de separación de bienes que rige en algunas provincias españolas, si bien
es favorable para la mujer, pues le capacita para hacer con lo suyo lo que le parezca,
sin necesitar autorización marital, va en contra de nuestra concepción de comunidad
material de vida; lo mismo que el régimen de gananciales, aplicable en la inmensa
mayoría del territorio nacional, que priva a la mujer de hacer con el patrimonio
aportado por ella y su marido, lo que más le convenga, sino media autorización
marital. Tanto en uno como en otro caso, el poder disponer indistintamente el hombre
o la mujer libremente de sus bienes, hace que la relación entre ellos sea de total
independencia a la hora de adquirir cualquier cosa, de decidir cualquier plan,
derivándose como consecuencia de ello que, al gozar de plena libertad en el plano
económico, las relaciones familiares entre los cónyuges se distancien, por cuanto,
caso de estar vigente en la sociedad conyugal el régimen de separación de bienes, la
mujer, al no necesitar ayuda económica del marido, si le apetece, puede montar un
negocio, irse de viaje, etc., con lo que la convivencia familiar se resquebrajará,
pudiendo el marido a su vez, disponer de sus bienes libremente para lo que más le
convenga, mientras que, en el caso de régimen de gananciales, la mujer no es
considerada como persona, no dispone de capacidad obrar, negándosele incluso la
posibilidad de administrar los bienes de la comunidad.
Para nosotros, el bagaje espiritual y material de la familia, ha de ser compartido
plenamente por todos sus miembros, por lo tanto no nos satisface ni el régimen de
gananciales ni el de separación de bienes, que se nos ofrecen como solución hoy día.
En el seno de una familia bien avenida, el sueldo del marido ha de ser administrado
conjuntamente entre los cónyuges, distribuyéndolo racionalmente entre las
necesidades materiales, como pueden ser alimentación, vestidos, gastos de
mantenimiento del hogar, etc., y necesidades espirituales como puedan ser: asistencia
a conciertos, adquisición de libros, excursiones en las que, además de formar a los
hijos ante la contemplación de monumentos artísticos o de bellos paisajes, son motivo
para que la familia pueda disfrutar de unas horas de ocio al aire libre. Así mismo, la
asignación que pueda aportar la madre, fruto de su trabajo, debe también sumarse al
sueldo del marido, constituyendo un todo único e inseparable. De ésta forma
eliminaremos que, en el seno de la familia se oigan expresiones como: “Esto es mío y
hago con ello lo que quiero”, pronunciadas por cualquiera de los cónyuges, para
conseguir, en su lugar que hablen de “su patrimonio en común”, constituido por el
sueldo de uno o de ambos cónyuges que, por pertenecer a los dos debe ser igualmente
administrado por ellos.
Lo dicho hasta aquí, creemos que es aplicable para los matrimonios, en los que las
relaciones de convivencia sean normales, dejando bien claro que el patrimonio
conyugal, formado por los bienes aportados al matrimonio por cada miembro y por
los bienes adquiridos, fruto del trabajo de uno o de ambos, les pertenecen por igual.
En caso de situaciones conflictivas entre los cónyuges que únicamente pudieran
resolverse mediante separación o divorcio, creemos que el régimen de separación, de
bienes debería implantarse como norma, pero repartiendo el patrimonio por mitades
entre los cónyuges, y no dando a cada uno lo suyo, aplicándose esta situación sólo en
el caso de que no mediara sentencia firme. Mediando juicio, debería estarse a lo
dictado por el juez que, analizando minuciosa y, objetivamente el problema,
dictaminaría qué porción, de patrimonio deberá ser asignada a cada uno de acuerdo
con la culpabilidad de cada cual.
ADULTERIO
En estos tiempos que corren de “libertades” y con el afán de ponernos a “nivel
europeo”, el adulterio, no, diré que sea defendido como algo normal, pero si que es
visto con bastante simpatía y condescendencia por numerosa parte de la opinión
pública. Para nosotros, comete adulterio todo aquel -ya sea varón o mujer- que
mantiene relaciones sexuales con persona distinta de su cónyuge.
Ante los ojos de la gente, el adulterio ha dejado de ser una falta grave para convertirse
casi en algo natural que presta mayor “aliciente e interés” a la vida matrimonial.
Motivado por la falta de principios éticos y morales, no nos ha de extrañar que los
casos de adulterio, a los que ya ni tan siquiera se les llama así para calificarlos de
“aventuras” o “flirts”, estén a la orden del día. Son cada vez más frecuentes los casos
de maridos que, aprovechando las vacaciones de su esposa, permanecen de
“Rodríguez” solos en la ciudad, encantados de poder vivir su aventura veraniega. ¡Y
qué decir de las orgías y “camas redondas” organizadas cada vez más frecuentemente
entre matrimonios! ¡Y de las “visitas” efectuadas por muchos obreros los sábados al
barrio chino, gastando allí buena parte de su sueldo semanal!
El adulterio es consecuencia del hastío, del aburrimiento, de la monotonía y falta de
principios que privan en la degenerada sociedad actual. Al adúltero no le basta con
formar una familia y compartir con ella todos los momentos libres de que disponga,
porque no basa en ella su vida, necesita nuevas “distracciones”. Ve a su cónyuge
simplemente como un objeto con el que satisfacer sus apetencias sexuales; y es lógico
que, basándose únicamente en este aspecto puramente físico y materialista se canse,
se aburra y necesite de nuevas “experiencias” con las que llenar su miserable vida.
Si partimos de la base de que el ser humano está compuesto de alma y cuerpo, de que
es un ser responsable, dotado de inteligencia y voluntad y sujeto de derechos y
obligaciones, no será difícil concluir que, en el caso de que cometa adulterio, su
conducta debe ser sancionada, por cuanto incumple un contrato, lesiona los derechos
de la familia, ofende gravemente a su cónyuge y se degrada a sí mismo.
Para nosotros, en la que a penalización se refiere, nos es indiferente que sea hombre o
mujer los que cometan adulterio, porque defendemos que aún siendo distintos en sus
caracteres físicos y espirituales, son igualmente responsables de sus actos y por ello
exigimos que sea revisado nuestro Código Penal en la que a este tema hace referencia,
para equiparar ante la ley tanto al adúltero como a la adúltera. No vemos por qué hay
que ser más condescendiente con el marido adúltero que con la esposa infiel. Es
evidente que aún si en una sola ocasión el marido mantiene relaciones carnales con
mujer distinta de su esposa, y se demuestra, debe ser duramente penalizada su
conducta, sin que sean precisos más requisitos. Es decir, huelga para nosotros que el
adulterio sea público y notorio, continuado y en el propio hogar conyugal; nos basta
para calificarlo como tal -y no como amancebamiento- con que haya sido cometido
una sola vez para que sea duramente castigado.
CONCLUSIîN
Creemos que, con lo hasta aquí tratado, hemos dado una visión más o menos clara
acerca de nuestro punto de vista sobre la mujer y la familia, si bien algunos temas,
solamente hemos podido tratarlos muy superficialmente.
Queremos insistir no obstante, en que para nosotros, la mujer allí donde se realiza
plenamente es en el matrimonio, unida estrechamente con su marido, al servicio de
sus hijos y en el hogar. Si bien la madre de familia es la imagen que más nos agrada
de la mujer, detestamos la imagen del ama de casa tradicional; de esa mujer que vive
pendiente del más mínimo detalle de su casa y que, como histérica, no para de limpiar
lo que ya está limpio; de la madre que no permite que sus hijos jueguen a sus anchas
por temor a que se ensucien su traje o sus zapatos nuevos, de la mujer ambiciosa que
no para de exigir más y más a su marido, de la esposa que se “resigna” a vivir bajo el
yugo marital, limitándose a' “servir” a su esposo, sin oponerse abiertamente a sus
manías o vicios.
No hay libertad donde no hay igualdad y no hay felicidad donde el deber no ata por
igual a los dos que soportan su yugo; la mujer debe gozar dentro de la familia de
libertad plena para decidir acerca de las cuestiones más importantes que se planteen;
debiendo resolver de común acuerdo con el marido las soluciones a tomar; sólo de
esta forma la mujer siente sobre sí la responsabilidad de su papel en la familia,
viéndose degradada en otro caso a la condición de esclava del marido o del hogar,
gozando y entregándose plena y alegremente a su comprometida misión.
La mujer ha de sentir en sí el hermoso deseo de ser madre. Tiene que darse cuenta de
que la maternidad -al igual que la feminidad- son los dos más bellos atributos que
Dios le ha dado, y debe sentirse orgullosa de poseerlos. No debe rendir un culto
exagerado a su persona, ha de ser femenina pero no frívola, elegante pero no coqueta,
y ha de hacer de la maternidad su más bello sueño, su más noble ilusión.
La madre de familia ha de buscar tiempo para cultivar su espíritu. Aparte de las tareas
que le son propias ya las que no debe nunca renunciar de criar y educar a sus hijos, de
ser la asidua compañera de su esposo y de ocuparse de su casa, ha de encontrar
tiempo para formarse, para desempeñar aquellas actividades espirituales para las que
esté más capacitada y que le distraerán de sus quehaceres diarios, pudiendo incluso
hacer partícipes de las mismas a su propio esposo e hijos.
La mujer ha de darse cuenta de que es en la familia donde se realiza plenamente. Tal
afirmación no debe ser tomada como un tópico, ni tampoco debe ser minimizado el
cometido que la mujer tiene para con la familia, sino que, por el contrario, la propia
mujer debe darse cuenta de que su papel en la familia como esposa y madre es de
mucha más responsabilidad, siendo infinitamente más importante que cualquier otro
que pueda desempeñar.
La mujer ha de entregarse voluntaria y alegremente a ese cometido trascendental que
tiene en la familia, ha de cifrar su ideal en constituir una familia sana espiritual y
físicamente; debe obstinarse en mantener a toda costa la alegría, la amistad y el amor
con su esposo e hijos; basándose en la igualdad absoluta de derechos y deberes con su
cónyuge, y siendo igualmente responsables, ha de aspirar en todo momento a que su
matrimonio sea perfecto.
LA MUJER Y EL TRABAJO
TRABAJO COMO DEBER y COMO
DERECHO
Como en los demás capítulos de este libro, en la cuestión del Trabajo también
partimos de la base de que el hombre y la mujer son diferentes. No decimos ni
superior ni inferior uno al otro sino simplemente desiguales. Cada uno posee sus
propios valores y cualidades y tiene mayor habilidad para desempeñar determinadas
tareas.
Vamos pues a tratar de analizar el papel desarrollado por la mujer en el Trabajo en
general, cuáles son las funciones que puede desempeñar y cómo debe realizarlas.
En el momento de analizar las relaciones de la mujer con el mundo laboral, debemos
dejar expresamente claro que nos vamos a referir preferentemente a los problemas que
afectan a la mujer obrera, de clase humilde, es decir, aquella que trabaja en fábricas, o
en todo tipo de tareas duras e ingratas, aquella para quien el trabajo no es una opción
sino una obligación pues su hogar necesita de la ayuda económica que ella pueda
aportar[8]. Partimos de este punto porque consideramos que aquí se centra el mayor
problema que pueda existir entre la Mujer y el Trabajo. Para aquella Mujer que
trabaja por gusto, para realizarse pero sin necesitarlo económicamente, y por ello
desarrolla la actividad por la que siente vocación, el Trabajo constituye un “hobby”,
que realiza con placer, porque en él se encuentra así misma. Pero para la mujer obrera
que debe levantarse de madrugada para entrar a las siete de la mañana en una fábrica
y pasarse ocho horas por la menos realizando una tarea tediosa y a menudo muy
fatigosa, como colocar novecientas veces una misma pieza de una determinada
máquina o envolver determinados producto, el Trabajo constituye una verdadera
carga, cada día más insoportable, agravado por el hecho de que al regresar a su hogar
va empezar su segunda jornada laboral igualmente agotadora.
Algo similar ocurre con la mujer campesina, que realiza un trabajo físicamente
agotador y que merece una protección y una ayuda que la estimulen a desempeñar sus
funciones con alegría y jovialidad en la creencia de que el contacto con la naturaleza
es un bien de valor incalculable.
La mujer puede desempeñar el Trabajo en tres estados:
1. Sin hijos (soltera o casada).
2. Con niños pequeños.
3. Con hijos mayores.
Esta división es importante pues condiciona a menudo el que la mujer trabaje o no
voluntariamente, así como el rendimiento por ella producido en cada tarea específica.
En los casos 1 y 3 , la mujer obrera puede trabajar para obtener un mayor bienestar
económico que le permita rodearse de “pequeños lujos” de los que en caso contrario
se vería obligada a prescindir, pero en el caso 2, si trabaja es por necesidad, porque no
le queda más remedio, porque el sueldo del marido (si lo hay) no es suficiente para
subvenir a las necesidades familiares. A ella no le queda por tanto opción, el problema
es dónde dejar a los niños mientras trabaja, pues está claro que no puede correr con
los gastos de una guardería. Para esta mujer, la jornada laboral dura todo el día, pues
en las horas que no trabaje deberá arreglar su casa, preparar la comida de la familia,
cuidar a los pequeños... y luego, vuelta a la fábrica a realizar un trabajo monótono y
pesado, mientras su pensamiento vuela a su familia que tanta necesidad tiene de unos
cuidados que ella no les puede dar. Si les preguntásemos a estas mujeres si prefieren
trabajar o cuidarse de su hogar, la inmensa mayoría se pronunciarían por lo segundo.
Muy distinto es el caso de la mujer de familia más o menos acomodada: tiene opción
a trabajar o no. Si lo hace es porque lo desea, porque las tareas del hogar le dejan
tiempo libre, porque cuenta con una asistenta que le ayuda a hacer aquello que a ella
le desagrada, porque lleva a los niños a un parvulario y no tiene que ocuparse de ellos
y, lo más importante de todo, porque el trabajo que desempeña fuera del hogar le
gusta más que el que realiza dentro. El trabajo es para esta mujer una evasión.[9]
Como vemos, la diferencia entre el Trabajo que debe desempeñar la mujer carente de
recursos y el realizado por la mujer de posición más o menos desahogada es enorme.
La primera llega a su casa, cansada, hastiada, después de un mínimo de ocho horas de
trabajo ingrato y se encuentra su hogar como cuando se levantó por la mañana: tiene
que hacer las camas, lavar la ropa sucia y preparar la comida como mínimo. Pues
indudablemente lo que no le va es a dar tiempo de tener su casa como una patena. Si
además tiene niños pequeños, el trabajo se multiplica instantáneamente. Si el marido
realiza una jornada laboral similar, es lógico que la ayude, pero en el caso frecuente
de que éste recurra al pluriempleo, es ella sola quien va a tener que ocuparse de todo.
En el caso de la mujer de posición desahogada está claro que el cansancio va a ser
mucho menor, pues van a ser mínimas las tareas que va a realizar al regreso al hogar
una vez finalizada la jornada laboral. Se comprende, en consecuencia que esta mujer
se sienta “realizada” y abogue por el derecho de la mujer a trabajar.
Pero es que, como decimos, para la mujer obrera el trabajar no constituye ningún tipo
de derecho. Es una necesidad, una pesada carga que no le queda más remedio que
soportar si quiere gozar de un cierto bienestar material. A ella, la tarea que desempeña
no le “realiza” en absoluto. Si pudiese elegir es seguro que no trabajaría. Por esto,
repito, el trabajo para ella, en vez de un derecho, constituye una carga y una
obligación. En consecuencia, lo que se debe hacer es procurar aligerarle esta carga al
máximo y hacérsela lo menos desagradable posible.
Claro está que lo ideal sería conseguir que llegase a sentirse “realizada” en su trabajo,
pero todos sabemos que en ciertos tipos de trabajo (especialmente los obreros) es
imposible llegar a sentirse “realizado”.. Descartando, por tanto, esta posibilidad, se
trata de considerar el Trabajo como un deber que tenemos que cumplir y el éxito
consistirá en conseguir que cada cual halle en la realización de su trabajo la
satisfacción del deber cumplido.
¿Quiénes piden que el Trabajo se constituya en un derecho para la mujer? Las
burguesas, las desahogadas económicamente a quienes desagradan las tareas del
hogar y que poseen los recursos económicos para dárselas a realizar a otras de
condición más humilde, para así ellas dedicarse a la realización de trabajos creativos,
que no exigen un esfuerzo físico continuo como ocurre en algunas fábricas y que
además les proporcionan una forma de evasión. Pero mientras tanto, las tareas de su
hogar las está realizando una persona sin opción.
Porque este es un hecho irreversible en la sociedad de nuestros días: Únicamente la
gente con dinero realiza trabajos creativos, porque ha tenido oportunidad de formarse
específicamente y ha encontrado terreno en donde desarrollar sus aptitudes. La gente
humilde, por el contrario, lo tiene todo programado y les resulta mucho más difícil
salir de la situación en que se hallan y empezar a subir peldaños para encontrar
oportunidades. De todos los que lo intentan, el porcentaje de los que lo logran es
mínimo.
Por otra parte, ¿por qué esta manía de nuestra época de la realización y la creatividad?
¿Por qué esta obsesión en que la mujer se parezca al máximo al hombre?
¿No tiene unas peculiaridades propias maravillosas que valen tanto como las
inherentes al hombre y que precisamente están hechas para complementarse unas a las
otras y no para que acaben siendo las mismas para los unos y los otros?
¿Hay algo más creativo que dar a luz? ¿Se ha conseguido alguna vez la realización de
un trabajo más perfecto? ¿ Y no se consigue con la colaboración de ambos, hombre y
mujer? Sin embargo, no hay duda de que el papel de la mujer es más importante y
desempeñando el papel más importante del mayor milagro creativo ¿hemos de
sentimos inferiores a los hombres? ¿No tenemos por el contrario razones para
considerarnos bien satisfechas y dejarnos de tantos prejuicios que lo único que
consiguen es lavamos el cerebro?
No tenemos ninguna razón para avergonzamos de nuestra condición de mujeres y en
vez de intentar semejarnos a los hombres, debemos dejar bien claro que la feminidad
es tan necesaria como la masculinidad y que cada uno, con sus peculiaridades,
constituye una parte indispensable para el buen desarrollo de los valores positivos de
la humanidad.
* * *
Otra de las características de nuestro tiempo es que sólo se considera como trabajo la
prestación de determinados servicios físicos e intelectuales, por los cuales se percibe
una remuneración. O sea, que si no se percibe un sueldo, no se trabaja.
Pero eso no es cierto: El que una mujer no trabaje en un puesto remunerado no
comporta en absoluto que no haga nada. Puede emplear el tiempo libre que le dejan
los trabajos de la casa en formarse espiritual e intelectualmente, en cultivarse,
aprender toda una serie de principios que luego podrá transmitir a sus hijos quienes, al
fin y al cabo, el día de mañana aportaran su trabajo y su esfuerzo y levantarán el nivel
económico y cultural del país. El trabajo del hogar ofrece, por otra parte, la ventaja de
la libertad: La mujer sabe que tiene que realizar un número determinado de tareas al
cabo del día, pero luego puede organizarse el horario a su gusto.
A nivel profesional, en cambio, el horario es estricto: Se entra a trabajar a una hora
determinada y se sale a una hora fija (excepto profesiones liberales). Así pues, en el
primer caso la mujer puede distribuir el tiempo a su gusto y destinar a su formación lo
momentos que prefiera sin necesidad de sujetarse a normas inamovibles como ocurre
en el segundo caso.
El formarse a nivel personal debería ser un trabajo reconocido y cuando las
necesidades económicas no apremian, debería interesamos mucho más nuestro
bienestar espiritual que las comodidades materiales que al fin y al cabo lo que
consiguen es convertimos en sus esclavos.
Claro está que influye mucho el estado de la mujer, pues la mujer soltera o casada sin
hijos tiene menos obligaciones en el hogar y puede dedicarse a realizar un trabajo
fuera de él. Pero lo que no debe preocupar en absoluto es el pensar que el trabajar en
casa, física o intelectualmente, no constituya un trabajo tan productivo y necesario
como cualquier otro. Pensemos en la cantidad de mujeres que desearían poder
ocuparse más de su formación personal y del bienestar de los suyos y que por
imperativos económicos se ven obligadas a trabajar ininterrumpidamente en una
fábrica.
Existen, desde luego, por naturaleza humana, trabajos mucho más propios para ser
realizados por el hombre y otros típicamente femeninos y aunque en casos extremos,
ambos pudieran realizar ambas tareas, no vemos que exista en absoluto motivo de
vergüenza en qué cada uno desempeñe aquel para el que la naturaleza le ha dotado
con mejores cualidades.
¿No es lógico que aquella persona dotada de talento artístico se dedique a
desarrollarlo en vez de sentarse detrás de una mesa de oficina que no le inspira nada
en absoluto? ¿Ni que un matemático que puede aportar grandes adelantos a la ciencia
moderna se dedique a pintar cuadros carentes de inspiración? ¿Ni que un campesino
que conoce todos los secretos de la tierra se entierre en una fábrica de cualquier gran
ciudad?
Pues nosotros vemos igual de descabellado que la mujer se empeñe en desarrollar
tareas específicamente masculinas y viceversa.
Por ejemplo, es de pura lógica, que toda tarea que requiere un esfuerzo físico un poco
considerable sea desarrollado en principio por el hombre y sólo en caso de necesidad
por la mujer. La razón es bien sencilla: Si un hombre y una mujer realizan un pulso,
ganará el hombre la gran mayoría de las veces. Esto significa que se va a obtener un
mayor beneficio si el trabajo en cuestión lo desempeña el más fuerte, y el más fuerte
es él hombre. Por ejemplo, un descargador de camiones, descargará al cabo del día,
por regla general, mayor cantidad de material si es hombre que si es mujer; un albañil
varón rendirá más que una mujer. Y lo mismo ocurriría, salvo excepciones como
ocurre en todos los casos, con todos aquellos trabajos en que el esfuerzo físico juegue
un papel importante. No nos imaginamos, por ejemplo, salvo caso de extrema
necesidad, un ejército compuesto por mujeres, o mujeres desempeñando el cargo de
bomberos y debiendo salvar de un décimo piso a un señor que pese sus buenos 125
kilos. Claro que en un caso de extrema necesidad, todas estaríamos dispuestas a
hacerlo, pero así, por costumbre no nos parece una tarea específicamente femenina ni
muchísimo menos.
Existen otros trabajos, peligrosos en potencia para la salud del individuo, que es más
lógico sean realizados por el varón que por la mujer, pues el primero es más resistente
y esta última es la que, también por razón de naturaleza, dará a luz a las futuras
generaciones, y debe hallarse en condiciones de salud suficientes para engendrar hijos
sanos y fuertes. Un ejemplo podría ser el trabajo de minero que tanto perjudica a la
salud de quienes lo desempeñan llegando a veces hasta a deshacerla totalmente o
todos aquellos trabajos en los que se entra en contacto con productos tóxicos que a la
larga repercuten indiscutiblemente en la salud física del individuo.
También existen trabajos que, en abstracto, podrían ser desempeñados por la mujer
con toda tranquilidad, pero que llevados al terreno de la práctica ofrecen peligros que
en un Estado ideal no tendrían razón de ser, pero que en la actualidad, sí existen. Nos
referimos a aquellos trabajos peligrosos para la moral del individuo.
Por ejemplo, el trabajo de taxista podría ser en principio perfectamente desempeñado
por una mujer pues ésta posee las condiciones requeridas. Sin embargo, sabemos
positivamente los excesos que se cometerían en caso de convertirse ésta en una
profesión normalmente realizada por ella. Entre otras cosas, los periódicos se verían
obligados a ampliar su página de sucesos y lo mismo ocurriría con vigilantes
nocturnos o cualquier otro empleo similar en que la mujer se vería obligada a soportar
toda una serie de “cumplidos” que no creemos que le hiciesen más fácil y agradable
su trabajo.
Hay países, todos lo sabemos, en que es una especie de suicidio el que una mujer
salga sola a la calle después de anochecido. ¿No sería mucho más importante que el
Estado se encargase de arreglar cuestiones como ésta en vez de organizar el “Año
Internacional de la Mujer” para demostrarnos la importancia que se nos quiere dar en
nuestros días? ¿Es que ha habido necesidad alguna vez de organizar el “Año
Internacional del Hombre”? Por favor, no nos dejemos enredar tan fácilmente.
Por otra parte, no nos engañemos, a todos esos grupos de mujeres feministas que
propugnan la igualdad con el hombre, nunca se les ha ocurrido pedir que una mujer
pueda tener oportunidad de trabajar como barrendero o basurero, tareas que nunca
pediría desempeñar. Sólo piden, cosa muy típica de la sociedad actual, ventajas sin
riesgos, se va perdiendo cada vez más el sentimiento de responsabilidad y se tiende a
la comodidad absoluta que a fin de cuentas lo único que logra es dormir los
sentimientos más elevados del ser humano y convertirlo en una máquina más del
mundo moderno.
Pasando al otro extremo, creemos que es más lógico que en principio, en igualdad de
condiciones, las faenas del hogar sean desempeñadas por la mujer.
Naturalmente, somos partidarias de que en el caso de que ambos cónyuges trabajen, al
regresar a casa al final de la jornada, ambos deben colaborar conjuntamente a las
tareas específicas, puesto que ambos vuelven cansados. Del mismo modo que si uno
de ellos no trabaja, es lógico que se cuide por entero de la casa mientras el otro lo
hace.
Pero -repetimos- nosotras creemos que en principio el cuidado del hogar es una tarea
que concuerda más con la naturaleza femenina que con la masculina y que si al igual
que con el pulso anteriormente citado, hiciésemos otra prueba con el caso que ahora
tratamos, un porcentaje elevadísimo, salvo excepciones, demostraría que la mujer se
halla más apta en este campo y obtiene mejores resultados. ¿Por qué este empeño en
nuestros días en convertir en antinaturales cosas que no lo son?
Lo mismo ocurre con el cuidado de los hijos durante los primeros meses de su vida.
¿No va a poseer la madre, que los ha llevado durante nueve meses en sus entrañas,
más ternura instintiva que el padre que no ha experimentado ni una quinta parte de los
sentimientos que recorren a la madre desde el momento que concibe hasta que da a
luz? La naturaleza ha dotado a la madre de manera que lleve en si el alimento que
debe suministrar al hijo durante los primeros meses después de su nacimiento. Al
hombre no le dotado del mismo modo, ¿Por qué entonces ese empeño tan antinatural,
en países como Suecia de distribuirse por mitad entre marido y mujer los días de
descanso laboral después del parto, cuando el hombre no ha pasado por el proceso de
dar á luz, ni de alimentar a la criatura? ¿Qué desgaste físico ha tenido aparte del
nerviosismo que pueda experimentar para necesitar descansar un tiempo? Y sin
embargo la sociedad moderna, democráticamente, como siempre, está intentado
conseguir que llegue a ser obligatorio este reparto de descanso por igual entre hombre
y mujer.[10]
Es incontestable. Nosotros no hemos creado la naturaleza humana y tampoco
podemos variarla, y por naturaleza humana hombre y mujer son diferentes. Mucho
más productivo sería que cada uno trabajase en aquello en lo que pueda conseguir
mejores resultados que no este absurdo empeño en mezclarlo todo y conseguir un
extraño caos.
Por otra parte, si hombre y mujer fuesen iguales, no hubiera sido necesario crear dos
sexos diferentes. Pero es muy fácil pretender ser distintos para lo que conviene e
iguales para lo que pretendemos conseguir.
* * *
Factor naturalmente importante en este capitulo es el de la vocación. Sin embargo,
al tocar este punto volvemos de nuevo al mismo problema enunciado
anteriormente: el abismo existente entre ricos y pobres. La mujer obrera no trabaja por
vocación, por vocación realizaría otras tareas, pero no montaría cien veces al día
la misma pieza en una máquina.
En cambio, la joven que realiza unos estudios superiores y no necesita trabajar para
ayudar a la familia económicamente, si que se para a pensar qué trabajo es el que
realmente le atrae, y puede dedicarse durante unos cuantos años a formarse en ese
sentido para luego poder desempeñarlo satisfactoriamente.
La vocación, en la mujer como en el hombre, es importante porque muestra el camino
para el que esa persona se halla más dotado. Es indudable que si una mujer tiene
vocación de escultora debe desarrollar sus aptitudes al máximo.
Pero, cuidado, pensemos que nadie tiene vocación para trabajar en una fábrica y en
cambio miles de mujeres se ven obligadas a hacerlo. Pensemos que si estas mujeres
hubiesen tenido oportunidad, puede que también hubiesen sentido vocación por un
trabajo determinado pero que a ellas no les han dado opción. Es muy fácil pedir
derecho a trabajar para aquello que nos gusta, pero muy desagradable cuando es algo
obligatorio.
Pensemos también que la mujer que se casa tiene vocación de esposa y de madre y
que cuando va al matrimonio lo hace libremente. En el matrimonio contrae una serie
de deberes y obligaciones y a partir de él debe compaginar su vocación familiar con la
del trabajo. Ambos son, qué duda cabe, importantes, pero siempre (si la economía del
hogar lo permite) la Familia debe ocupar para ella un lugar preponderante al trabajo.
En la inmensa mayoría de tareas una persona es reemplazable por otra: una obrera
puede ocupar el lugar de otra, al igual que una secretaria, una enfermera, cuna
dependiente... (aunque existan algunas excepciones como en el caso de las Artes una
pintora genial, por ejemplo). Pero en el caso de la familia la madre es irreemplazable:
para un hijo, madre no debe poder ser sustituida por otra, al igual que para el marido
la mujer y viceversa.
Si recapacitamos sobre esto, llegaremos a la conclusión de que al igual que
actualmente se pide el derecho de la mujer a realizar todo tipo de trabajo, también
tendríamos que pedir el derecho de la mujer obrera a decidir por si misma si desea
cambiar sus condiciones de trabajo y dedicarse un poco más a su familia, así como el
derecho a formarse de modo que pueda realizar en el futuro tareas por las que
realmente sienta vocación.
* * *
Para nosotras, mujeres de C.E.D.A.D.E, el éxito de la mujer es más importante en la
mayoría de los casos (salvo algunas excepciones), como madre que como profesional.
En la familia puede imbuir a sus hijos unos valores eternos indispensables para el
buen desarrollo del país al que pertenece. Sin embargo, es una realidad que muchas
mujeres deben trabajar obligatoriamente, sin opción. Para ellas se requeriría un apoyo
estatal que permitiera reducir su jornada laboral para subvenir a las necesidades
familiares, sobre todo en el caso de existir niños pequeños.
Aquéllas que trabajan por vocación o para conseguir un bienestar económico superior
al normal, deberían ser conscientes de su responsabilidad, tanto ante su familia como
ante el trabajo: quien se compromete libremente a algo adquiere una responsabilidad y
debe ser consecuente con ella.
Podemos, sí, pedir derecho al Trabajo, pero para todas, no para unas pocas. Pero
pidamos también derecho a educar a nuestros propios hijos dentro de una atmósfera
familiar sana. Que toda mujer pueda realizarse donde la desee, y no sólo las mujeres
pertenecientes a la clase pudiente.
TRABAJOS A REALIZAR POR LA MUJER y
EQUIPARACION CON EL HOMBRE
Dividiremos a la mujer trabajadora en tres categorías:
1.CLASE BURGUESA: Generalmente con estudios superiores y universitarios.
Aunque estén casados y tengan niños pequeños, siguen trabajando porque tienen
quien se cuide de los pequeños y en cambio sienten una satisfacción en la realización
de su trabajo.
2.CLASE MEDIA: Con estudios superiores en su mayor parte. Siguen trabajando al
casarse para proporcionarse pequeños lujos que de otro modo les estarían vedados.
Dejan de trabajar cuando tienen niños pequeños. A veces, cuando los hijos son
mayores, vuelven a trabajar.
3.CLASE BAJA: Estudios elementales. Se ven obligadas a trabajar siempre para
subvenir a las necesidades del hogar. Los niños pequeños aumentan sus
preocupaciones porque el jornal es necesario para la economía familiar.
¿Pueden estas tres categorías de mujeres realizar los mismos trabajos que el hombre?
En términos generales, y en cuanto a la capacidad abstracta se refiere, podríamos
responder que no puede realizar los mismos trabajos que requieran un esfuerzo físico
considerable, pues por la propia naturaleza humana, el hombre es en general más
fuerte que la mujer; y que en principio sí puede realizar los mismos trabajos
mecánicos e intelectuales. Consecuentemente: ¿Pueden hombre y mujer desempeñar
la misma categoría de trabajo?
En teoría creemos que, efectivamente, hombre y mujer pueden desempeñar trabajos
de igual categoría. Sin embargo, pasando al terreno de la práctica, constatamos los
siguientes hechos:
La mujer falta al trabajo más a menudo que el hombre:
1. Propia naturaleza: Menstruación.
2. Embarazo y nacimiento.
3. Problemas en el hogar.
1.Por su propia naturaleza, la mujer tiene una menstruación que le supone un desgaste
que se repite cada mes. Este fenómeno de la menstruación se presenta con
características distintas en cada mujer: Hay a quien le produce dolores insoportables
que reducen su capacidad de trabajo, a veces anulándola por completo durante uno o
dos días, y hay quien apenas lo nota, hallándose perfectamente aptas para desarrollar
su trabajo con toda normalidad. Pensemos ahora las repercusiones tan distintas que
esto tiene en una profesión obrera o en una liberal. La obrera debe aguantarse al
máximo y acudir al trabajo pues no puede permitirse el lujo de no rendir lo suficiente
y que no se la considere adecuada para el puesto que ocupa, mientras que la mujer que
realiza una profesión liberal tiene mucha más libertad para no realizar el trabajo o si
no se halla en condiciones. Conclusión: La clase humilde se ve menos protegida que
la clase acomodada.
2.La mujer recién casada suele en nuestros días seguir trabajando para poder gozar en
el matrimonio de una serie de comodidades extraordinarias. Al quedar embarazada, su
capacidad de rendimiento disminuye forzosamente, aunque pueda seguir en su puesto
prácticamente hasta pocos días antes de dar a luz.
Después, le corresponde un descanso lógico, consecuencia del agotamiento y de los
primeros cuidados que necesita el recién nacido. Es indudable que, de cara a la
empresa, el rendimiento de esta persona disminuye considerablemente.
3.En caso de enfermedad de uno de los cónyuges está claro que es el otro quien debe
cuidarse de tomar las medidas oportunas y en caso necesario no asistir al trabajo a fin
de atenderlo. Pero en caso de enfermedad de algún hijo o alguno de los padres que
viven con el matrimonio en cuestión, suele ser la mujer quien se encargue de
acompañar al enfermo al médico, cuidar al paciente el mínimo imprescindible y
atender a sus necesidades. Caso de no tener preocupaciones económicas, puede
contratar el servicio de alguien para que se encargue de esa tarea, pero como siempre,
la mujer de clase humilde sigue siendo, hoy por hoy, la más perjudicada.
Si existiese quien supliese estos servicios, la empresa no saldría tan dañada y se
conformaría más fácilmente. Pero por el momento, y es natural, las empresas
prefieren contratar a mujeres solteras o casadas con hijos ya mayores para disminuir
al máximo las posibles ausencias. La solución, por tanto, en el ejercicio de tareas de
no excesiva responsabilidad sería el sistema de las suplencias. De esta forma el
trabajo no se acumularía. Estas suplencias, de las que hablaremos más adelante,
harían que ni el trabajador ni la empresa resultasen perjudicados, y así existiría menor
prejuicio a la contratación de personal femenino.
En cuanto al ejercicio de cargos directivos o similares el problema es distinto, Puesto
que el sistema de suplencias no resulta aquí adecuado. Hemos de tener en cuenta que
una mujer que ejerza un cargo directivo en una empresa no puede ausentarse durante
un mes (como en el caso de nacimiento) sin ocasionar serios perjuicios a la misma.
Pero por otra parte hemos aceptado el hecho de que la mujer se encuentra
perfectamente capacitada para realizar tales funciones. La solución sería que quien
decida desempeñar funciones de esta categoría se comprometa a ser responsable.
Por esto es tan importante, en su relación con el trabajo, el estado civil de la mujer: las
solteras o casadas ya mayores pueden desempeñar estos trabajos con
mayor facilidad, mientras que las casadas jóvenes o con niños pequeños encontrarán
más obstáculos que pueden conseguir que en el último término no funcione bien ni la
institución familiar ni la empresarial.
Por ello, aquí como en todas partes, la responsabilidad de la persona juega un papel
importante: comprometerse a hacer aquello que sabemos podemos realizar bien y no
intentar abarcar lo que sobrepase nuestras posibilidades y que en último término a
nadie beneficia.
Distinto sería el caso de los trabajos realizados en equipo, en que la ausencia de uno
de los miembros puede ser suplida por el esfuerzo conjunto de los demás o de uno
solo en el caso del equipo formado por una pareja. Quizás esto fuera una buena
solución al problema antes apuntado: la formación de equipos que aseguren la regular
y eficaz realización de la tarea prevista.
Después de todo lo anteriormente enunciado se nos ocurre formularnos la siguiente
pregunta: ¿Debe tener libertad el patrón o empresario para contratar? ¿Debe decidir a
su albedrío el contratar a un hombre o a una mujer para un puesto determinado?
Porqué es un hecho constatado que entre hombres o mujeres solteros no existen
excesivas preferencias, pero en el caso de los casados se prefieren contratar hombres
casados a mujeres casadas por el rendimiento que van a producir.
Por otra parte sería una tontería intentar obligar al empresario a contratar
indiferentemente a un hombre o a una mujer, pues siempre encontraría razones para
demostrar que la persona por él contratada es la que reúne los requisitos adecuados.
Lo que habría pues que buscar, sería una solución para que al empresario le sea
indiferente contratar a un hombre o a una mujer, porque el trabajo va a ser igualmente
realizado.
¿Cuál sería la solución ideal? La suplencia: La obrera o empleada temporalmente
ausente sería sustituida por otra persona igualmente capacitada que realizaría su
trabajo.
Pero, ojo, hay que tener en cuenta que el empresario o patrón no debe pagar esta
suplencia, pues en caso afirmativo esta solución dejaría de ser tal. A la empresa no le
sería en modo alguno rentable pagar dos sueldos por la realización de un único trabajo
y nos hallaríamos otra vez como al principio. ¿Quién debe ocuparse de estas
suplencias? El Estado. ¿Como? ¿No existía hasta hace bien poco un Servicio Social
femenino[11] que obligaba a las jóvenes a realizar gratuitamente algún tipo de
prestaciones durante tres meses por término medio? Este organismo que se ha hecho
desaparecer podría ser la solución ideal: Toda joven debería realizar durante un
determinado periodo de su juventud una determinada prestación, la qué más se
asemejara a las cualidades, estudios o profesión propios. Como obreras, enfermeras o
ayudando en las tareas del hogar, estas jóvenes, de todas las condiciones sociales, se
hallarían así en contacto durante un cierto tiempo con la realidad de la vida, y
ayudarían a la mujer a ocupar una posición estable en su trabajo.
Mientras no se consiga arreglar este punto, la mujer se hallará en desventaja a la hora
de encontrar un empleo o, como máximo, cobrará menos por desempeñar el mismo
trabajo que si fuera un hombre, y en el caso de la mujer que trabaja por necesidad,
porque sino no tiene para subsistir, las consecuencias pueden ser funestas.
Igualmente, no se puede coaccionar al empresario a contratar una determinada
persona: Lo que hay que conseguir es que constatar que una mujer puede realizar un
determinado trabajo tan bien como un hombre y en algunos casos incluso mejor. Si a
ello añadimos que las posibles ausencias no van a perjudicar la buena marcha de la
empresa, lograremos crear una posición segura para la mujer, especialmente, pues es
lo realmente importante, para aquella mujer que se ve obligada a trabajar, presionada
por necesidades perentorias y que, por las complicaciones que aporta no es aceptada
en muchos puestos de trabajo.
En cuanto a la edad mínima que debe tener una mujer para poder empezar a trabajar,
consideramos que es la de 18 años. Antes de esta edad debe estar prohibido contratar
a una mujer.
Al mismo tiempo, el Estado debe velar porque toda joven que la desee pueda seguir
unos estudios, independientemente del hecho de que trabaje.
Otra cuestión de capital importancia y que se halla estrechamente relacionada con
todo lo expuesto hasta el momento es la de la remuneración.
Analizado desde un punto de vista objetivo, lo ideal sería que la remuneración
estuviese en función del trabajo realizado y de este modo no existirían diferencias por
razón de la persona que realiza el trabajo.
En la práctica, sin embargo, esto resulta muy difícil, y en multitud de trabajos
totalmente imposible, por ser trabajos en los que la producción no es algo palpable y
no muestran puntos de comparación entre sí.
Hoy en día, efectivamente, la mujer está, por regla general, peor retribuida que el
hombre, en el desempeño de una tarea de igual categoría. Pero ello es debido a los
inconvenientes que comporta. Si se solucionasen, dejaría de existir esta
diferenciación.
Una vez solucionado el problema, se debería remunerar el trabajo determinado,
independientemente de que lo realice hombre o mujer, contando, naturalmente,
conque esta persona se halla capacitada para ese puesto y colabora eficazmente en la
buena marcha de la empresa.
No nos vamos a poner aquí a elucubrar sobre cual debería ser el salario mínimo, pues
varía constantemente e indudablemente, bajo un gobierno justo, debe ser aquél que
permita subvenir a las necesidades cotidianas de cada trabajador, permitiéndole
disfrutar de una vida humana y respetable. Lo que es indudable es que el trabajador no
debe ser en ningún caso explotado por la empresa y que si los beneficios anuales son
suficientes, ésta debería tener la obligación de reinvertirlos de nuevo, a fin de poder
ofrecer mejores condiciones saláriales a todos los que la integran y no simplemente
repartirlos como fruto del año de trabajo, casi siempre de manera desproporcionada,
pues los que más perciben suelen ser los que menos han colaborado al éxito obtenido.
* * *
Volviendo al campo de la mujer de clase humilde, que es en realidad el que más nos
preocupa, seria premisa importante conseguir unas medidas de protección para ella
que le permitieran cumplir su tarea con la mayor tranquilidad posible.
Para aquellas mujeres con niños pequeños cuya edad todavía no es suficiente para
entrar en la escuela, las grandes fábricas deberían disponer de guarderías gratuitas
cuyos gastos correrían con cargo al presupuesto de la misma empresa, pero que en
realidad serían pagados con los beneficios obtenidos, que es como decir, con el
esfuerzo de todos los trabajadores.
Para negocios de menor categoría podrían existir guarderías comunitarias, distribuidas
por barrios. Cada empresa contribuiría proporcionalmente y se obtendría el mismo
resultado.
En ambos casos, las personas encargadas de llevar adelante estas instituciones podrían
ser las jóvenes que están prestando su colaboración al país durante un período
determinado de su vida. Esta prestación sería gratuita y abarataría los gastos.
Las madres, consecuentemente, se hallarían tranquilas al saber que sus hijos están
bien atendidos y podrían dedicarse más concienzudamente a la tarea. Por otra parte, al
tener a los pequeños cerca podrían ir a recogerlo, o visitarlos en la pausa del mediodía
para comer, mientras que, teniéndolos lejos, carecen del suficiente tiempo para ello.
Para el caso de embarazo, indisposiciones o problemas familiares, debería ser
potestativo, pero recomendable en algunos casos, establecer una jornada de trabajo
reducida durante un determinado período, cobrando el mismo sueldo. El resto de la
jornada sería cubierto por las prestadoras de servicio gratuito, hasta que se solucione
el problema.
También podría ser interesante en algunos casos, establecer dos turnos de media
jornada laboral cada uno, para aquellos casos en que con media jornada, la mujer gane
lo suficiente para remediar las necesidades familiares que quedan pendientes. En este
caso, el Estado debería ofrecer un apoyo a las empresas para que esto sea posible sin
incurrir en mayores gastos, pues es natural que la empresa salga perjudicada si tiene
que asegurar a dos personas para una sola jornada laboral completa.
Es indudable que cuantas menos preocupaciones extra-profesionales tenga la mujer,
más rendirá en su trabajo lo que, a fin de cuentas, redundará en beneficio de la
empresa. Por ello es a la propia Empresa y por ende naturalmente al Estado a quien
interesa ocuparse de todos aquellos puntos solucionables que contribuirían a una
mayor satisfacción material y espiritual de todos los componentes de la comunidad
nacional.
Hay que tener siempre en cuenta que todo trabajador es antes un ser humano y que
para desempeñar convenientemente la función que tiene asignada, el ambiente que
rodea ha de ser adecuado.
En el caso de la mujer, que es la enunciada en este libro, el hecho de estar rodeada de
una serie de condiciones adecuadas, le predispondrá más favorablemente al trabajo
que si carece de ellas.
Indiscutiblemente, la higiene juega un papel fundamental: que cada trabajadora goce
de un espacio suficientemente amplio y naturalmente que se halle limpio; que exista
luz adecuada que permita realizar el trabajo sin necesitar un esfuerzo visual. En
infinidad de pequeños detalles como puedan ser la existencia de plantas en los lugares
que el trabajo lo permita, ambientación musical, que hacen que uno de sienta más a
gusto y relajado y permitan una mayor concentración en la tarea a realizar.
Ya ha pasado el tiempo en que el trabajador lo hacía en condiciones infrahumanas.
Pero es lógico que si ciencia y técnica avanzan considerablemente se estudie
igualmente la manera de que el trabajador no vea el acudir a la fábrica o al despacho
como una carga insoportable, sino como una obligación ineludible que el empresario
intenta hacerle lo más ligera posible.
Otra idea que pudiera ser interesante es la realización de algunas pausas en el trabajo,
pausas que podrían tener, lugar quizás un par de veces al mes, en las que se ofreciese
al trabajador algún aliciente espiritual, como podría ser un concierto, el pase de una
película o la realización de una conferencia.
Es indudable que con ideas como esta y muchas otras, el trabajador realizará su tarea
más a gusto y a fin de cuentas este beneficio en principio para el trabajador, redundará
también finalmente en beneficio de la empresa.
* * *
La cuestión de la jornada laboral media, es otro de los puntos a tomar en
consideración.
Está demostrado que a medida que los adelantos técnicos progresan, se puede
conseguir un mayor rendimiento en un espacio más reducido de tiempo.
Consiguientemente, la jornada laboral debería ser reducida en proporción a lo
logrado.
Sin embargo, también es cierto que aunque en la teoría se trabaje más o menos por
término medio un total de unas ocho horas diarias y 44 semanales, en la práctica se ve
sensiblemente reducida en aproximadamente una o dos horas diarias, tiempo que
habitualmente se pierde en almorzar, leer el periódico o simplemente charlar con los
compañeros.
Nosotras creemos que la jornada laboral se podría reducir, por regla general a 36
horas semanales, siempre y cuando se lograse concienciar a la gente de que esas horas
deben ser trabajadas con responsabilidad.
Por esto, esta reforma no se podría implantar en la actualidad, porque la inmensa
mayoría de la gente seguiría trabajando como hasta ahora y muchos negocios
caminarían hacia la ruina. Aquí hallamos también un problema que la Empresa no ha
sabido solucionar: Al trabajador no le importa el porvenir de la Empresa a la que sirve
(quizás también porque a la Empresa le tiene sin cuidado el porvenir del obrero) más
que en cuanto ésta le remunere oportunamente su sueldo. En todos los demás
aspectos, la Empresa le tiene sin cuidado y si no fuese porque de ella depende su
propio sustento y el de su familia, en muchos casos hasta disfrutaría de que se fuese a
la quiebra. Ante este planteamiento vemos que hay algo que no funciona. Por ello,
premisa de toda Empresa debería ser que el trabajador se encontrase ligado a ella más
que por intereses puramente materiales y que existen incentivos que integrasen en
mayor grado al trabajador en la comunidad empresarial.
Volviendo a la jornada laboral, creemos de todos modos, que ésta debería hallarse en
cualquier caso en función del esfuerzo requerido.
* * *
Problema importante también por la incidencia que puede tener en el desarrollo de la
vida familiar es el del pluriempleo. Nosotras estamos en contra rotundamente del
pluriempleo por las consecuencias nefastas que puede producir en cada individuo en
cuestión.
Para nosotras, y no nos cansaremos nunca de repetirlo en todos nuestros escritos, la
salud espiritual tanto del hombre como de la mujer, tiene muchísima más importancia
que la física. De esta última no nos queda más remedio que cuidarnos pues como
mortales que somos nos es imprescindible, pero es la primera la verdaderamente
importante. Y si en el transcurso de las 24 horas que tiene un día, una persona se
dedica 12 horas (en las actuales circunstancias) a jornada laboral, 8 horas para dormir
y 3 horas para comer y cenar, queda 1 hora libre que posiblemente será destinada a
desplazamientos. Quien vive en estas condiciones deja de ser persona para convertirse
en autómata y, por descontado, no puede llevar vida interior alguna. Cuando en
muchos casos resulta que lleva este; tren de vida para alcanzar mayores comodidades
materiales y resulta que se está matando en vida, esto para nosotras carece de
explicación.
* * *
Creemos que el problema no ofrece la menor duda, nosotras estamos convencidas de
que una vida familiar íntima e intensa debe compensar sobradamente la talla de
determinadas comodidades, quizás extendidas pero no imprescindibles, como coche,
televisión, etc., hasta tal punto que no exista la menor vacilación posible, y que de
tácito acuerdo se dé una movilidad familiar para renunciar a esto último en aras de
conseguir lo primero.
Por esta razón, a nuestro criterio el pluriempleo no sólo no debería estar permitido
sino seriamente penado. Porque en los tiempos actuales, la inmensa mayoría de los
que lo realizan no lo hacen en razón de necesidad, sino por llevar una vida más lujosa
y confortable físicamente, olvidándose por completo de otra vida superior.
Únicamente en aquellos casos en que se demostrase efectivamente la insuficiencia de
una jornada laboral, intervendría el Estado, concediendo aquel tipo de ayuda necesaria
para que la persona en cuestión no se viese obligada la recurrir al pluriempleo.
Esta ayuda podría traducirse de muy diversas maneras, como por ejemplo:
Conceder créditos a los trabajadores que estos deberían devolverles sin necesidad de
pagar ningún interés, pues el Estado se ha constituido para ayudar a sus ciudadanos y
no para explotar a los de condición humilde que siempre son los menos protegidos.
Proporcionar, en forma de venta o alquiler, viviendas en condiciones humanas ya
precios módicos a todos los trabajadores que lo necesiten.
Un mínimo de 20 días de vacaciones pagadas en colonias creadas a este fin, así como
campamentos de montaña para los niños en los que se les estimule el contacto con la
Naturaleza.
Si existiese una verdadera concienciación en el Estado y en los ciudadanos tanto de
los deberes como de los derechos, es seguro que con menor cantidad de horas
invertidas en el trabajo, se podrían conseguir resultados muchísimo más importantes.
* * *
Tema de candente actualidad, el despido, afecta tanto al empresario como tal
trabajador y por ello merece mención especial.
Cuando hablamos de despido siempre pensamos en el pobre trabajador, pero a veces
habría que pensar también en el pobre empresario, pues en ocasiones, para despedir a
un trabajador ineficaz e irresponsable se ve obligado a desembolsar cantidades tan
descomunales que sobrepasan sus posibilidades y opta por seguir aguantando a una
persona que no le rinde en absoluto.
Por lo tanto, debe existir protección tanto para el obrero como para el empresario.
Lo ideal sería que existiese libertad del empresario para despedir a un obrero siempre
que existiese causa justificada, causa que debería juzgar un tribunal competente
dependiente del Estado, que decidiría con justicia en cada caso en concreto.
Estas causas podrían ser la falta de asistencia reiterada e injustificada, la instigación
de conflictos colectivos, las faltas de indisciplina reiteradas, la provocación reiterada
de riñas entre trabajadores y por supuesto todo acto de fraude y competencia desleal a
la Empresa.
Si el tribunal dictaminase a tenor del empresario, éste podría proceder al despido,
pagando la indemnización estipulada en cada caso o sin pagar indemnización si la
falta es realmente grave y premeditada.
Si la causa no es considerada injustificada, el despido se hace totalmente
improcedente.
En un Estado bien organizado, en donde esta clase de juicios no necesitase de meses y
meses para determinarse, esta podría ser la solución ideal y rápida para un problema
tan serio y tan importante como es el despido.
* * *
Por último, y antes de acabar este capítulo dedicado a la Mujer y al Trabajo, queremos
dejar clara la postura que las mujeres del Frente Femenino de CEDADE tenemos ante
la Empresa como ente abstracto.
Nosotras defendemos la propiedad particular, aunque dentro de un orden. Es decir,
creemos que una persona dotada de suficiente inteligencia y que trabaja con tesón,
tiene derecho a ser dueña de su propia empresa, y que si tiene capacidad para dirigir
más de una empresa, puede ser propietario de tantas como sea capaza de llevar, o sea,
que uno sólo puede poseer aquello que puede dirigir, o, dicho de otra manera, que
puede poseer todo aquello que pueda dirigir.
Por eso estamos en contra de las Sociedades Anónimas, tal como están concebidas en
la actualidad, porque en ellas los accionista aportan simplemente capital (lo que
cuando se posee no cuesta esfuerzo) y sin aportar su trabajo, tienen derecho a
intervenir en la dirección de los asuntos de la Empresa. Todo lo más que aceptaríamos
es que estos señores aportasen un capital, con el riesgo de que les dé beneficio o
pérdida, pero que no puedan inmiscuirse en absoluto en la dirección de la Empresa.
Al mismo tiempo, apoyaríamos el que en las Sociedades Anónimas los trabajadores
fuesen accionistas que en vez de aportar el capital aportarían su trabajo a cambio del
cual les correspondería una parte de la propiedad de la Empresa.
Pero defendemos la propiedad particular porque creemos que constituye un aliciente y
que todo el mundo trabajara con más ánimo por algo que considere suyo y que
además se lo ha ganado por derecho propio.
CONCLUSION
Hemos de aceptar que la gran mayoría de ocasiones el trabajo constituye una lucha
por la subsistencia pues las mujeres de condición humilde no desempeñan una labor
que realmente les llene. Sin embargo son trabajos que deben ser desempeñados para la
buena marcha de la Empresa y en definitiva de la Nación.
Pero es precisamente por eso, porque son trabajos poco agradables, por lo que el
Estado, debe conferirles una mayor atención y protección, dotándolos de todas las
ventajas posibles y consiguiendo que la persona que los desempeñe lo haga con la
mejor voluntad, sin sentir que cada día, cuando entre a las siete de la mañana a la
fábrica va a ser explotada por un empresario capitalista que no persigue más que su
propio lucro y al que no importa en absoluto la salud moral y física de sus
trabajadores.
También queremos repetir aquí, en la conclusión, que para toda mujer lo ideal es el
trabajo compaginado con la familia. Trabajo que puede, pero no tiene que ser
forzosamente remunerado y fuera del hogar. Es decir: primero, que la familia es
importantísima y todos los cuidados que se le proporcionen siempre serán pocos;
segundo, que la mujer está dotada de una serie de cualidades espirituales que debe
procurar desarrollar y cultivar. Puede que se vea obligada, por necesidades
económicas a trabajar fuera del hogar, pero debe tener siempre presente que éste es
fundamental para llegar a alcanzar una felicidad total. No estamos en el mundo para
gozar de una felicidad efímera sino para ganarnos con el esfuerzo cotidiano una
espiritualidad eterna. Si logramos concienciarnos y responsabilizarnos tomaremos en
la tierra un ente compacto y compenetrado, dispuesto a ayudarse mutuamente ya
hacer menos duro este paso por el mundo terrenal hacia una vida superior e infinita.
LA MUJER EN LA SOCIEDAD
FEMINIDAD FRENTE A FEMINISMO
La vida humana, a pesar de las mezcolanzas actuales desenfrenadas que tienden a
anular los valores anímicos y genuinos, degenerando y degradando al ser, gira
irremisiblemente alrededor de dos polos: el masculino y el femenino.
Bien es verdad que los caracteres exteriores y los valores anímicos del hombre y la
mujer son específicamente iguales, pero la Naturaleza ha creado dos seres distintos en
su esencia, aunque semejantes entre sí, con sus propias y diferentes características,
tensiones, acción de creatividad y reacciones. Luchar por la unificación de estos
caracteres, o lo que es lo mismo, por la unificación de los sexos, es ir contra las leyes
propias de la Naturaleza.
La Providencia ha creado dos seres distintos: el hombre y la mujer, y a cada uno le
ha encomendado sus propias funciones en la vida. Ambos tienen bien delimitada su
misión dentro de la sociedad, misiones que, aunque en excepcionales ocasiones se
igualen, son totalmente diferentes en esencia.
Ello no quiere decir que la de uno u otro sea mejor o más importante, simplemente
son distintas, y ambas se complementan en el funcionamiento de la vida, es decir, el
hombre necesita a la mujer y la mujer necesita al hombre. La labor de ambos es
necesaria e imprescindible para el desarrollo de la civilización, en la que tanto uno
como otra tienen hoy claramente señalado su puesto, como lo han tenido a lo largo de
toda la humanidad histórica.
Reconocida por todos los grandes pensadores de nuestra civilización es la falta de
creatividad de la mujer, ausencia que se manifiesta también en el hombre afeminado
producto de una época de decadencia cultural. Detrás, de las grandes efemérides, de
todas las grandes epopeyas mundiales, se encuentra la mano generadora del hombre, y
es producto de un hombre uno de los más profundos e importantes núcleos que giran
alrededor del ser humano: el Estado; lo mismo que lo es también la célula que
constituye ese Estado: la Familia, donde la mujer aporta su incalculable valor para la
preservación de la sangre y la multiplicación de la Raza, aunque, como en el Estado,
el motor fundamental y esenciales el hombre.
Pero esto, si bien a primera vista lo parece, no rebaja en modo alguno la condición de
la mujer. A través de los siglos y a su paso por la Historia, la mujer ha dejado
profunda huella de su existencia, y analizando, aunque sea un poco someramente, esas
épocas pasadas en busca del paralelismo que, según ciertas fuentes, ha existido
siempre entre las mujeres de todos los tiempos hasta llegar a nuestros días, a nuestra
sociedad actual, donde, siempre según esas fuentes, ha conseguido romper las cadenas
que la mantenían en aquel paralelismo, observaremos, sin necesidad de grandes
trabajos ni profundos estudios, que la mujer, en épocas anteriores a la nuestra, ha
gozado del más alto nivel, del más alto respeto y de la más alta magnanimidad que
imaginar podamos. Por ejemplo, en Esparta, donde existía un Estado con la más alta
organización sin agregado femenino alguno, o en Germania, donde gozaba del más
alto prestigio y era considerada como algo digno de veneración, con un Estado no
matriarcal como podría suponerse, sino compuesto por unos hombres con una
formación tal y una concienciación del papel de la mujer, símbolo de la continuidad
de esa Sociedad a la que ellos mismos pertenecían, que la hacían acreedora de ese
respeto del que antes hablábamos.
El historiador Tácito en su obra Germania nos habla de todo esto. Nos expone con
clarividencia el sentimiento de respeto de los pueblos germanos hacia la mujer.
Por estos hombres, la mujer era considerada como algo sagrado y digno de
veneración, y entre ellos una mujer “mujer” gozaba del más alto prestigio.
Algo similar nos relata también Cesar en el Libro VI de la Guerra de las Galias. Cesar
vaticinaba que sólo perdía la mujer su dignidad femenina en los momentos de
decadencia cuando el espíritu se envilecía y la hipocresía corporal se dejaba al libre
albedrío, conduciendo no sólo a la perdición del bien femenino, sino arrastrando con
ella al ser masculino en su desenfreno.
Más adelante, con la irrupción de los movimientos feministas, la imagen de la mujer
da un giro de 180 grados. De 1902 a 1905, se instituyó la Liga por el Derecho al Voto
de la Mujer, que tenía entre sus puntos la lucha por su admisión en todos los cargos de
responsabilidad en municipio y estado; su incorporación a la Administración de
Justicia, su derecho al voto comunal y político, etc., esto es en suma, su igualdad con
el hombre, o lo que es lo mismo, la pérdida de la personalidad femenina de la
naturaleza de la mujer. Antes, en 1848, la Convención para la Igualdad de Derechos
había sido el comienzo “oficial” de esta lucha.
La Convención fue firmada por 68 mujeres y 32 hombres que pedían, principalmente
y como si en ello les fuera la vida, el derecho a sufragio. Sin embargo, hasta 1920 en
Norteamérica no alcanzó la mujer este derecho, siendo en dicho año cuando
aparecieron los primeros votos femeninos en las elecciones presidenciales.
En Europa, Suecia se llevó la palma concediendo el derecho al voto a la mujer en
1866, mientras que Bélgica lo hizo en 1946 y en España en el año 1931, es decir,
catorce años antes que Francia.
Así empiezan los primeros movimientos feministas, aunque quizás su punto de partida
sea alguno de los libros aparecidos al respecto, como “La Mística de la Feminidad”,
de Betty Friedan, en 1963, o incluso los anteriores, de principios de siglo, “La Guerra
Secreta de los Sexos", de María Campo Alange, o “Le Deuxieme Sexe” de Simone de
Beauvoir.
Los movimientos de liberación femenina, surgidos en primer lugar en Norteamérica,
son de muy diversa índole y podríamos decir que, a diferencia de cualquier otro
movimiento revolucionario, no tienen carácter clandestino, sino que por medio de la
publicidad, de la polémica, de la provocación o del escándalo, han salido a la luz,
logrando interesar a los medios de comunicación y con ello a la mujer.
Podríamos citar muchos de estos, entre los que destacan el “NOW” (Organización
Nacional de Mujeres), fundado por Betty Friedan; las “Feministas” (grupo escindido
del anterior y más radical que aquél); las “Redstockings” (Medias Rojas); las “Witch”
(Las Brujas); “Las Feministas Radicales”; el “Frente de Liberación de Berkeley”, etc.
etc. Los miembros de todos estos grupos proceden íntegramente de la Universidad, de
la clase social media o alta, y todos están politizados fuertemente hacia la izquierda.
Año tras año, estos movimientos han ido surgiendo amenazadores, hasta que en 1975,
con ocasión de la celebración en Méjico del Congreso Feminista, se pidió a gritos
coreados por todas las asistentes a los actos, el aniquilamiento del hombre, para así
poder, la mujer, dominar al mundo.
¿Qué pretendemos? ¿El fin de nuestra era? Somos tan necias que no nos damos cuenta
que con ello contribuimos a la destrucción de la Raza. ¿Qué queremos, vivir solas?
¿Cuántos años podríamos estar así? Diez, veinte, quizás treinta y después ¿qué? El fin
de nuestra civilización nos aplastaría a todas en su caída.
A esto nos conducen los movimientos feministas, de los que es eje y guía el
Movimiento para la Liberación de la Mujer, con un único y unánime grito: el
Feminismo es la teoría revalorizante de la mujer.
Para apoyar esta teoría, reclaman la atención de la mujer en dos sentidos. En el
primero, apelan a la caballerosidad del hombre de una forma tal que se traduce en
comparación hacia la mujer.
Es decir, lo que habría de ser el sentido caballeresco de que ha hecho gala siempre en
anteriores generaciones el hombre, se ha de transformar en un sentimiento de
compasión o de lástima como el que inspiran los seres inferiores o desgraciados.
El otro sentido es el de inferioridad. La mujer es un ser inferior, sojuzgada, esclava
siempre del hombre, que ha de luchar por su liberación.
Todas estas corrientes feministas que han ido apareciendo simultáneamente llevan en
sí un fondo de clara tendencia marxista. En su camino desorbitado pretenden convertir
a la mujer en no otra cosa que “hombres disminuidos”, como muy bien dice José
María Guerrero en su libro “Chicas con Brújula”, dándole una misión nueva, que, al
no diferenciarse de la masculina, siempre será artificial y conducirá, a través de una
lucha por la igualdad entre hombre y mujer, a una irremisible unificación de sexos,
anulando la propia idiosincrasia de cada uno, sus diferencias naturales y anímicas y la
misión que Dios les ha dado en la Naturaleza.
Sin embargo, se han olvidado de que la mujer es algo más que todo esto. Se han
olvidado de la feminidad de la mujer, una feminidad que se pone de manifiesto sobre
todo en su esencia como portadora de valores trascendentales al servicio no sólo de la
sociedad, sino de la vida misma de todo un pueblo.
Por ello, para no perder esa esencia, debe ser consciente de su propia personalidad
femenina; de su naturaleza de mujer, cualidades éstas inherentes a otras capaces de
conseguir la elevación del hombre y de la sociedad en que se desenvuelve, porque esa
sociedad es indudable que será lo que sus mujeres sean.
Dotada de una especial condición de ser, lleva en si misma cualidades como la
dignidad, nobleza, sinceridad y abnegación, cualidades todas ellas fuente espiritual de
incalculable valor trascendental, apoyado en su integridad moral.
Este es el único camino por el que la mujer logrará mantener su feminidad y su propia
personalidad e idiosincrasia, haciendo que se vuelva a repetir de nuevo el eco de
aquellas palabras de Goethe, convencido de que la mujer es una inspiración divina y
como tal, la fuente espiritual que conseguirá la elevación del ser humano frente al
mundo decadente actual: “El eterno femenino nos guía hacia lo alto”.
Por esto sí que hemos de luchar las mujeres y rechazar el llamamiento que nos hace
que busquemos una falsa libertad y absorbidas por el caos y el confusionismo creado
a nuestro alrededor nos avergoncemos incluso de nuestra propia condición femenina.
La lucha por una libertad entendida como indisciplina total y absoluta a todos los
medios naturales y humanos, como insolencia y descaro, como independencia,
desorden y emancipación de toda obediencia, nos conduce al libertinaje.
Los instintos emancipaos de la inteligencia arrastran irremisiblemente hacia extremos
buenos en apariencia, pero realmente nociva es la teoría clásica del “hago lo que me
da la gana”. La emancipación entonces se convierte en un individualismo irrestricto,
en un vivir desenfrenado, que fortalece y vigoriza a las fuerzas corruptoras
provocando una anarquía total y absoluta.
El libertinaje, por tanto, es la lucha contra toda regla y todo lazo. Es el desenfreno de
las pasiones e inclinaciones hacia los obstáculos que se oponen al desenvolvimiento
del carácter, puesto que el instinto de la libertad si se desprecia la dirección de la
mente serena, precipita al ser humano hacia la perdición; esto es, la libertad mal
entendida conduce al libertinaje.
Por esto hay que distinguir claramente un término de otro.
La verdadera libertad es aquélla que se opone a todo esto.
Es lucha y acción. Lucha enérgica contra todo lo que impida el sano desarrollo del
ideal para asegurar así la función del espíritu.
Supone el autodominio de uno mismo, fecunda una semilla de ayuda en la lucha
contra el desaliento, la pereza, la desmoralización y, sobre todo, se funda en una
autodisciplina consigo mismo y con los demás, en no retroceder ante las adversidades
ni ante los extremos aparentemente difíciles pero necesarios para el pleno desarrollo
de la vida humana y espiritual.
Así pues, la mujer debe luchar por lograr no una ”libertad” que le iguale al hombre,
pues esto va contra las leyes de la naturaleza, sino por conseguir limar las clásicas
diferencias de educación, sociales y culturales, tiene que dejar bien clara su postura de
feminidad inherente a una emancipación para el desarrollo de las funciones
específicamente femeninas, y no pedir esa emancipación libertaria que aboga por la
abolición de todas esas funciones propias de su calidad de mujer, ya que no hay
oposición entre la feminidad y la independencia, entre la feminidad y la inteligencia,
pero si entre la feminidad y el aburrimiento total, puesto que la mujer lleva en si todas
estas cualidades y solo cuando sea consciente de su propia condición femenina habrá
conseguido su verdadera libertad y será enteramente mujer.
Si es necesaria, una igualdad de condiciones a la hora de elegir una educación, un
trabajo (entendido desde el punto de vista de función específicamente femenina), e
incluso una igualdad legal, realizando en este caso, una reforma profunda del código
de leyes en varios de sus artículos en los que por el simple hecho de ser mujer es
considerada con inferioridad con respecto al hombre, equiparando ambos en aquellas
materias legales que sean las mismas para los dos sexos, pero sin perder las
peculiaridades de cada uno de ellos, que es donde quieren conducirnos a través de la
propaganda que inunda nuestra vida.
La sociedad de hoy, materializada hasta lo más profundo de sus limites, se ha rodeado
de fenómenos anómalos y decadentes, producidos todos ellos por la propaganda y la
publicidad cara al individuo.
Esta propaganda además de estar orientada a facilitar y hacer necesario el consumo de
las más variadas e inútiles materias, está dirigida con el fin de crear un clima de
inferioridad y de esclavitud en la mujer que la hace gritar en solicitud de una libertad
ficticia; dado que no existe esa opresión generalizada que se está propagando
constantemente en los medios de comunicación.
Motor principal del ambiente creado por la propaganda y por los medios de
comunicación es la moda, fenómenos que dan pie a la formación de la típica “Mujer
Objeto” o “Mujer Maniquí”, después de anular a la verdadera mujer, convirtiéndola
en un ídolo de sí misma e introduciéndola en una vorágine descendiente de vanidades
y frivolidades.
La mujer esclava de la moda pierde su personalidad e incluso su propia dignidad; pero
sobre todo, esa intima cualidad femenina que la hace guardarse ante los demás y
diferenciarse en su forma de ser.
La moda hace a todas las mujeres iguales en su aspecto, puesto que usan los mismos
detalles, los mismos figurines, adornos y vestidos, les da la misma forma y la misma
fastuosidad, vaciándolas interiormente; resultado: la “democratización” de la moda,
todas iguales; solo interesa el aspecto exterior de la mujer, su físico y lo que lleva
puesto encima, clara imagen de lo que es una muñeca de sociedad.
Esto sin contar con lo que a cada mujer le supone seguirla. Algunas recurren a los
medios más insospechados, sacrifican la economía doméstica, incluso no sólo en
cuanto a objetos y formas sino, y esto es lo grave, en cuanto a la alimentación y la
higiene de todos los miembros de la familia. Otras, a veces, cuando esto no les resulta
suficiente, recurren a medios innobles ya menudo inconfesables.
También vale la pena reconocer las bestialidades que cometen ciertas mujeres para lo
que se ha dado en llamar “guardar la línea”. Unas utilizan medicamentos, píldoras o
drogas, las más de las veces sin prescripción médica, y otras dejan de tomar los
alimentos necesarios, consecuencia de lo cual es la quebrantación de su salud,
llegando hasta la anemia o hasta el extremo de una tuberculosis.
Recordemos que en el año 1928 se celebró en Nueva York el Primer Congreso
Mundial Antituberculoso y el porcentaje más elevado que arrojó fue el de las jóvenes
de 16 a 26 años que estaban siguiendo regímenes y dietas para adelgazar.
A la mujer pendiente de la moda en sus más mínimos detalles, la absorbe un afán de
lujo desbordado, que la mayoría de las veces termina en una anarquía total del hogar,
en la ruina de la familia y además con su propia vida destrozada.
Por otra parte no podemos olvidar que todo este mundo de la moda ha constituido un
imperio económico a su alrededor son unos beneficios astronómicos, de los que los
únicos favorecidos son los únicos trusts capitalistas y las únicas perjudicadas las
mujeres que, como corderos adquieren lo que éstos las presentan. .
A modo de simple curiosidad, señalaremos que, según las estadísticas, en el año 1933,
es decir, hace más de 40 años, cuando la moda aún no había influido en la esencia
femenina como sucede hoy, en Londres se gastaron cien millones de libras en lápices
de labios: si se pusieran en fila, ocuparían más de 40 Km. En el año actual, seguro que
aquella cifra sería quintuplicada.
También hemos de hacer notar que los grandes motores de la moda actúan con dos
años de anticipación para estar seguros de su éxito. Así pues, dos años antes de que
aparezca en el mercado una determinada moda, sus promotores ya han considerado si
les compensará económicamente y si podrá ser acogida favorablemente por la mujer,
convirtiéndose de esta forma en un negocio altamente lucrativo.
Visto esto, podemos llegar fácilmente a una conclusión. La mujer no debe doblegarse
ante la moda. Debe conservar su propia personalidad e idiosincrasia, sin que ello
quiera decir abandonarse. Debe vestir sencilla y elegantemente para lo que no necesita
hacer grandes esfuerzos económicos, sino más bien saber elegir con un poco de buen
gusto.
Debe conservar su propio estilo que la haga diferenciarse de las demás, puesto que
cada mujer tiene un don especial que le da su propia personalidad y anulando ésta se
convierte en un ente vacío, sin nada en su interior, y sin dignidad femenina, dando
paso a la clásica “mujer objeto”, unas veces enfocada como objeto de placer y otras
como figurín y muñeca de sociedad.
Como objeto de placer, es utilizada por el hombre para satisfacer sus apetitos
sexuales, olvidando la gran responsabilidad y el divino fin a que esto conduce.
En este caso, se olvidan, tanto la mujer como el hombre, de las más mínimas reglas de
ética y de moral, conduciéndose al abandono de las cualidades especificas de un
espíritu tradicional portador de valores eternos y, la que es más importante aún, de
transmitir esos valores espirituales a las futuras generaciones.
El otro tipo de “mujer objeto”, la “mujer muñeca”, es la que se desprende de cuanto
hemos hablado de la moda. No sirve nada más que para lucir un bonito vestido, que
no siempre le cae bien, probar una serie de peinados y tintes ininterrumpidamente
según se va cansando y, en suma, brillar ante los ojos de los demás.
Incluso se da el caso de la mujer que en su afán de lujo y de superioridad, aparece
ante las otras personas con un anhelo de ser más de lo que en realidad es, creando una
imagen falsa de si misma, de la que a la larga y en definitiva, ella es la más
perjudicada, sobre toda cuando intenta deshacer el embrollo urdido.
Puesto que de estas situaciones los medios de comunicación suelen ser los principales
responsables, no podemos pasar por alto este tema sin hacer comentario alguno.
La mujer, sin perder su propia condición femenina, puede contribuir a fomentar
dentro de la sociedad el desarrollo justo y concreto de estos medios.
Debe hacer hincapié en las demás mujeres de luchar por mantener su feminidad, cosa
que ahora parece olvidado y sobre todo teniendo en cuenta que hoy esos medios de
comunicación han formado entré si una nación que domina íntegramente al mundo.
Tanto en televisión como en la radio, se ha desatado una cadena de degradación de la
figura femenina. A la mujer se la trata como aun ente que sólo sirve para figurar y
para proporcionar placer, como ya hemos dicho antes.
Esto se puede combatir con la inserción de programas que interesen ala mujer, pero
enfocándolos desde un punto de vista muy diferente del actual se ha de tratar de
conseguir que estos programas tengan una visión cultural, histórica o pedagógica, con
lo que se logrará imbuir en la mujer un afán de procurarse conocimientos, de
aprender, y así llenar las grandes islas que existen en este campo.
Tampoco podemos olvidar que de un tiempo a esta parte ha ido apareciendo en el
mercado, irrumpiendo con verdadero auge, la prensa femenina, limitada casi
exclusivamente a dos únicas ramas: las nefastas y negativas novelas y la llamada
“prensa del corazón”.
Además de estas, el 90 por ciento de las revistas y libros que están a la venta en
quioscos y librerías, traen en sus portadas fotos de mujeres “sexy” para, llamar la
atención, y en sus páginas interiores, aparecen multitud de escenas obscenas, que
degradan continuamente a la mujer. Como todo ello está al alcance de cualquier
persona, a veces caen en manos de jóvenes, mujeres e incluso niños, y el daño que
pueden hacer es fácil de imaginar.
Es por ello que es necesario que salgan a la calle revistas que incluyan en su
contenido temas de real interés para la mujer, como puericultura, educación de los
hijos, higiene, economía doméstica, y cualquier otro relacionado con su hogar y su
familia, aparte de los que por su naturaleza interesan también a la mujer soltera (sin
querer decir con esto que los anteriores no le interesen), como puede ser decoración,
deportes, trabajo, arte, etc. etc., e incluso asimismo temas políticos.
Igualmente es de suma importancia fomentar la distribución de la buena literatura y
conseguir que la mujer sea ella misma la que se preocupe de comprar un libro con el
que ocupar parte de sus ratos de ocio, o de buscarlo en las bibliotecas, de las que
podríamos decir que una labor adecuada sería la dirigida a dos funciones importantes:
destruir la literatura nociva e indeseable, que sólo puede dañar a la persona en cuyas
manos cae, y fomentar, ayudando todo lo posible, a la buena literatura, favoreciendo
así la distribución del buen libro.
En cuanto al cine y al teatro, tampoco podemos pasarlos por alto. Actualmente, sobre
todo el cine, están integrados por argumentos en los que se pone, de manifiesto la
actuación de mujeres “fáciles” o con Impresionantes e increíbles traumas psíquicos y
sexuales, olvidándose por completo de la mujer normal que trabaja, estudia o tiene
una familia formada, debido sobre todo a que en estos medios, éstas que deberían ser
facetas artísticas, obedecen hoy en la actualidad, a una mecánica manejada por las
internacionales con tres motores principales: droga, debilidad y amoralidad, que
conducen a la corrupción, a la degradación y a la degeneración del ser humano
cuando en realidad deben ser un arte que instruya y muestra la vida como es o, mejor
dicho, como debería ser; En una palabra, reflejando el sentimiento y el espíritu de
todo un pueblo, para lo que será necesario eliminarla deficiencia, la malformación y
las influencias nefastas que tuercen la belleza de lo natural y favorecer la producción
de películas y obras sencillas, limpias y con alto valor cultural y espiritual para
sosiego del alma y defensa de nuestra civilización occidental.
REALIZACION DEL PROPIO SER
Los papeles que una mujer tiene en la sociedad no están artificialmente restringidos
por una eterna conspiración internacional que desde la Edad de Piedra lleva en sí el
hombre.
La mujer, verdadera mujer, afirma su derecho a la libertad bien entendida, pero
rechaza convertirse en “hombre disminuido”.
El feminismo no busca emancipar a la mujer, sino destruir a la sociedad.
Al rechazar la maternidad y promulgar el aborto, contribuye irremisiblemente a la
destrucción de la Raza, lo que lleva dentro de sí su propia destrucción y su completo
aniquilamiento.
Si bien es verdad que una mujer si realizará cuando cumpla en ella el, fin más grande
de la humanidad, esto es, cuando sea madre, también es cierto que toda mujer debe
tener un ideal auténticamente alcanzable y con ello se sentirá íntimamente satisfecha
de su condición de mujer.
Esa es su propia realización: decisión y dignidad femenina sin olvidar su naturaleza
de mujer, capaz de sentir valor cuando es necesaria la fuerza, o sentimiento cuando es
necesario el amor, para no defraudar el ideal que se ha forjado, aunque no sea
alcanzable a corto plazo y por el que lucha y trabaja con ardor.
Gertrudis Von Le Fort dijo que cuando una mujer entra en acción su actividad no es
actividad solamente, sino entrega hacia lo que se dirige; es creación y redención por
medios de abnegación total y entrega desorbitada.
El carácter femenino es sensible a lo que es bueno, bello y grande, tanto es así que la
mujer frente al mundo egoísta expone su grandiosidad femenina con rebeldía frente a
tantas cosas que pueden ir mejor.
Una grandiosidad respaldada por grandes virtudes auténticas e ins4stituibles como son
la nobleza, la sinceridad, el espíritu de sacrificio y la abnegación y con las que hará
frente a las inmundicias de la decadencia que nos rodea.
A la mujer que no ha perdido su condición de tal, las estrecheces la empujan a abrir el
camino cerrado, la desmoralización de los demás le da fuerza y ánimo para continuar
al frente y su espíritu de lucha unido a su profundo idealismo se transmite a su
alrededor infundiendo valor y dignidad para la realización de cuanto se han propuesto,
rechazando los peligros y las adversidades con ímpetu para que no les impidan llegar
a la meta deseada.
Walter Darré dijo que “cuando hay una voluntad hay un camino” y esto es una gran
verdad que se da en la mujer que se ha forjado un noble plan de vida y lo defiende con
voluntad y auténtica fidelidad para preparación del porvenir, e impone con fortaleza
su carácter femenino frente a las almas quebradas sin interés por la vida espiritual.
Ella será el pilar en el que se apoyará la humanidad para salir del derrumbamiento
ideológico al que le ha conducido la degenerada sociedad actual. En ella está la fuerza
que hará surgir de los rescoldos encendidos la llama de nuestra civilización eterna con
el impulso necesario para el resurgir de las nuevas generaciones de vida dentro de un
Nuevo Orden.
José María Guerrero decía que hoy día que el mundo se precipita por un terraplén de
decadencia y degeneración que sólo conducirá a la destrucción de la humanidad, la
mujer es “una gran esperanza”, porque ella conserva en su ser íntimo la espiritualidad,
la fuerza de la luz eterna y ascendente hacia lo divino, hacia lo que está por encima de
la vida terrenal, fuerza que elevará al hombre sobre las mezquindades llevándole por
el camino de la eternidad para que no muera con él todo lo que en sí representa,
puesto que el cuerpo, la materia en suma, fenece, mientras que el espíritu, lo que es
etéreo, nunca perecerá, y etérea e imperecedera ha de ser nuestra civilización, nuestra
auténtica civilización portadora de valores trascendentes y eternos.
La mujer que es consciente de su sensibilidad, de su espíritu de entrega y sacrificio en
aras de un puro y noble Ideal, y de que ella es la gran esperanza frente al mundo
actual y a la sociedad degenerada y decadente de hoy, convirtiéndose, según palabras
de Edith Stein, en “una realidad divina”, habrá conseguido su propia realización como
ser femenino.
LA MUJER Y LA RAZA
INTRODUCCION
La vida está regida por unas leyes que permiten mantener el equilibrio y ayudan a la
evolución positiva de los seres o a su exterminio si no son capaces de soportar nuevas
condiciones en el medio ambiente y la evolución es regresiva.
Cada especie mantiene el principio de conservación por medio de la superación de
estos individuos de formas diversas pero siempre es una constante.
El hombre es distinto a cualquier animal superior, él ha creado la cultura que
constituye su medio ambiente y sin la cual le es difícil la vida, por no decir imposible.
Pero el hombre está constituido por las mismas sustancias que los demás animales, la
maravillosa Naturaleza combinando los principios inmediatos (carbono, hidrógeno,
nitrógeno y oxígeno) ha logrado la creación de complejos mecanismos que hacen
posible por ejemplo que nuestro sistema nervioso sea tan complejo que llegue a
estudiarse a sí mismo.
El hombre forma parte de la Naturaleza aunque su categoría de hombre le ha
permitido construir culturas; crear el arte, descubrir los secretos de la naturaleza,
dominarla, no puede permitirse el lujo de destruirla porque se destruiría a sí mismo.
EL HOMBRE MODERNO se caracteriza por: Un desprecio total por la vida de los
demás seres vivos.
Destruir a pasos agigantados la Naturaleza con el único fin de lograr bienes y
comodidades materiales.
Construir las ciudades totalmente inhabitables: Contaminación del ambiente,
edificios-colmena monstruosos construidos sin ningún respeto al buen gusto.
Aplicar la ciencia y la técnica para la fabricación de alimentos artificiales bombas
horribles, capaces de hacer desaparecer a países enteros, y una falsa sociedad
confortable, fácil y “cómoda” que conduce a la relajación de las costumbres y al
alejamiento de esas Leyes de la Naturaleza que tenemos que conservar si no queremos
desaparecer.
Y así podríamos ir enumerando “cualidades” de ese hombre actual, decadente,
degenerado y con pocas posibilidades de dejar a las futuras generaciones una historia
constructiva, pero vamos a centrarnos en las soluciones que pueden hacer posible la
superación de esta decadencia.
ABORTO
Mucho se habla y se escribe en los últimos tiempos sobre el aborto, unos en contra,
otros a favor y muchas personas que no saben en realidad si es la legalización del
aborto cosa necesaria y normal o constituye un auténtico asesinato, estas personas se
instruyen sobre éste y otros temas por la prensa, y los medios de comunicación en
general y estos manejan a su antojo la verdad y la presentan deformada, o ni siquiera
la respetan.
La auténtica libertad de un individuo se encuentra en el cumplimiento de todos los
deberes y obligaciones que tiene como persona; recordemos que todo ser vivo se
ajusta a unas Leyes Naturales, si se aparta de ellas perece. Al hombre le sucede lo
mismo. Pero él ha de respetar la vida, no por instinto, sino por propia convicción; ha
de adquirir mediante la educación, conciencia, y responsabilidad ante su destino y el
de las demás personas, pero si esta educación es negativa, destruye, y es entonces
cuando el hombre, lejos de perfeccionarse por medio del esfuerzo y la lucha logrando
salir de la mediocridad, se hunde y degenera.
Desde el momento que el núcleo del óvulo y del espermatozoide se unen, comienza
una nueva vida; dentro del núcleo, los ácidos comienzan a interpretar el código que
hay escrito en los genes donde se encuentran los caracteres hereditarios del nuevo ser
y poco a poco esta célula se divide en otras y aumenta el tamaño del huevo hasta
lograr que cada célula especializada ocupe el lugar que le corresponda. ( ¡NEGAR LA
VIDA POR EL SOLO HECHO DE OCUPAR UNOS MILIMETROS, ES
ABSURDO!) Desde el momento de la unión nuclear de las dos células primitivas, da
comienzo una nueva vida independiente de la de los progenitores y única en sus
cualidades y características[12].
El hecho de que esta vida se desarrolle dentro del útero materno no da ningún derecho
que permita a la madre destruirla.
El aborto se ha practicado clandestinamente durante, toda la historia de la,
humanidad, igual que las violaciones, lo cual no justifica el hecho de ser acciones
degeneradas practicadas por enfermos mentales, o lo que es peor, por sucios intereses
materialistas, obligando, mediante el temor y el miedo a enfrentarse a la sociedad, a
las madres so1teras a cometer el asesinato de su propio hijo. Sería interesante esperar
a que la madre diera a luz y entregarle al niño para que con sus propias manos lo
ejecutara. Seguro que ninguna sería capaz de, hacerlo, pero sí, son capaces de
provocarle la muerte cuando aún no ha nacido; “es apenas un coágulo de sangre”,
“mide escasos centímetros”, “no siente, aún no es capaz de responder a estímulos”.
Todos estos argumentos, aparte de ser inconvincentes, son falsos, hasta ingenuos, ni
los mismos médicos y comadronas que practican abortos porque los beneficios son
sustanciosos, los creen.
Entendemos que en la desesperación de verse abandonada, despreciada y sin ninguna
clase de medios una mujer, en determinado momento llegue a cometer el aborto, con
riesgo de su propia vida; del mismo modo que cometen suicidios y asesinatos, pero la
solución en este caso no es legalizar los abortos, los suicidios y los asesinatos, sino
evitarlos.
Aquí esta el auténtico problema, es más fácil destruir que edificar, crear, superar, y
por ello la solución para que no existan abortos clandestinos es que se legalicen y
cualquier madre que no desee tener el hijo concebido; consulte con su ginecólogo y
este, sin ningún problema, como si se tratara de una apendicetomía le practique
“legalmente” el deseado aborto.
La demagogia democrática llega a extremos inauditos; por lo visto el aborto es UN
DERECHO que tiene la mujer y en nombre de la “libertad” ha de legalizarse a toda
costa, las mismas feministas hablan de que no se ponga a votación tal derecho “ya que
está de más cuando se trata de derechos inalienables” de la persona y “divide a la
comunidad en partidarios y contrarios como ha sucedido en Italia y además existe el
riesgo de que ganen los que están en contra, obligando a todos a seguir su
norma”[13].
La democracia no sólo es capaz de someter a votación el asesinato sino que
debidamente mentalizado el pueblo hasta puede permitirse el lujo de convertir en
derecho el privar de la vida a un niño, ya sin plebiscito.
A cualquier país capitalista o socialista, le es más fácil dar carta blanca al aborto que
educar convenientemente, a las madres y a la pareja, de forma que sea cual sea la
condición social o estado civil de la madre o de la familia, la llegada de un hijo este
protegida y tenga el derecho a recibir educación y formación por parte del Estado, y
que la madre, sea ayudada y protegida, que no pierda su puesto de trabajo.
¡Necesitaría una revolución la sociedad democrática para concebir esta solución!
El terreno está cada vez, más preparado para que la sociedad acepte como algo normal
la legalización del aborto, no sólo la propaganda que se hace sino las dificultades que
se le presentan a la futura madre. Si es soltera no encontrará trabajo porque al patrón
le interesan productores que no pierdan horas de trabajo para cuidar de su hijo, si está
casada y es obrera tendrá el mismo inconveniente y el problema de dejar al niño en
una guardería, no es pequeño ya que casi no hay, y la mayoría no son gratuitas. La
educación del niño es otro problema. Los libros de texto, lejos de ser asequibles, son
los más caros; los colegios estatales funcionan muy mal y los de pago son demasiado
caros para el presupuesto de un obrero.
La otra cara de la moneda la constituye la mujer “liberada”. Esta desea “realizarse”,
adquiere una profesión, estudia una carrera y el nacimiento de un hijo supondría un
estorbo en sus planes, por lo tanto, como no desea el hijo se adorna de explicaciones
pseudo-científicas, como por ejemplo, el traído y llevado trauma que padece el feto si
la madre no le desea, que ella puede utilizar su libertad como mejor le plazca, etc.
Y ya el colmo lo constituyen estas pseudo-artistas, que por no perder su buen tipo son
capaces de asesinar a su propio hijo, todo ello fruto de esta artificial sociedad de
consumo y producción, donde para disimular la servidumbre materialista a la que
estamos sometidos se nos ofrece el paraíso de la “comodidad” a costa de sacrificar
hasta la vida, pero, eso sí, la de otros. “Somos libres de disponer de nuestra persona”,
“tenemos derecho a que se nos respete la libertad”, tenemos derecho... sí, tenemos
todos los derechos, pero ninguna obligación.
La libertad, la auténtica libertad implica derechos; sí, pero también deberes; igual que
hay derechos inviolables hay deberes inviolables.
Nos asombra enormemente el gran interés que tienen los demócratas en la abolición
de la pena de muerte, incluso a los asesinos, y por otro lado, exigen que el aborto se
considere un derecho; no tienen en cuenta, y no logramos entender porqué, que el feto
no es culpable de estar vivo y que su mayor delito es haber sido capaz de sobrevivir
superando las dificultades del medio ambiente; ya que el espermatozoide, que fecunda
el óvulo es el más veloz y el embrión que soporta todo el embarazo es porque está
capacitado por la Naturaleza para vivir, salvo los casos de malformaciones congénitas
y enfermedades adquiridas durante el embarazo, casos que pueden ser controlados y
evitados en gran parte por la medicina actual, y aún lo podrían ser más si esta
medicina fuera auténticamente profiláctica y estuviera al servicio de la superación de
la raza y no bajo el yugo deshumanizado del capital y el materialismo.
EL ABORTO TERAPEUTICO Y
EUGENESICO
Otro argumento en el que insisten mucho las feministas para lograr la legalización del
aborto es en los casos de violación, enfermedad de la madre con peligro de muerte
para ella y el aborto eugenésico para evitar nacimientos malformes. En principio, en
estos casos es imprescindible un estudio exhaustivo y responsable; ante una violación
teniendo en cuenta la no predisposición al acto por parte de la víctima y el enorme
desequilibrio nervioso causado en ella se ha de tener en cuenta el deseo de la futura
madre, en el caso de aceptar el hijo y el embarazo no fuese normal, si el médico viera
preciso practicar el aborto, la madre ha de ser informada de la posibilidad de que este
hijo no sea normal (tengamos en cuenta que el padre es en este caso un individuo
degenerado y esa mancha quedará reflejada en el niño, inevitablemente).
En los casos de enfermedad de la madre, (afecciones cardíacas, diabetes, etc.), se
tratará siempre de salvar a la madre porque:
1.El niño es prácticamente seguro que es víctima de las secuelas de la enfermedad
padecida por la madre, y
2.En caso de haber más hijos en la familia ésta quedaría destrozada.
El aborto eugenésico es también aceptable en casos de malformaciones congénitas
demostradas (ejemplo: los matrimonios que tienen hijos a edad avanzada corren el
riesgo de que nazcan mongoloides; esto puede saberse ya en los primeros meses del
embarazo y se ha de mentalizar a los padres de la enorme responsabilidad que les
atañe.
La diferencia entre nuestra manera de enfocar el aborto terapéutico y, el de las
feministas está en que ellas lo utilizan como trampolín que les facilite la legalización a
todos los niveles del aborto y nosotras pretendemos evitar en lo posible y a toda costa
el aborto, promoviendo una auténtica profilaxis eugenésica que permita el evitar la
concepción cuando hay enfermedades hereditarias o los padres padecen enfermedades
adquiridas importantes que influyan en el feto, y sólo lo aceptamos en casos extremos
y habiendo hecho un auténtico estudio científico sobre cada caso concreto presentado
y siendo el aborto la única solución viable, para ello, no nos cansamos de repetir, es
indispensable que el médico trabaje al servicio de la ciencia y esta esté al servicio de
la raza sin que medie el interés económico que en la actualidad facilita a las clases
pudientes una medicina más científica y avanzada mientras que las clases sociales
padecen una total incultura científica y sufren las consecuencias de una deficiente
atención médica.
* * *
Es triste comprobar que nadie piensa en los niños, las ciudades son casi inhabitables
para los adultos pero completamente inhóspitas para los niños, faltan parques, jardines
donde puedan jugar y dar rienda suelta a la imaginación corren peligro continuamente
a causa del tránsito de coches, el cine, la televisión, poco o nada se ocupan de ellos,
los pisos modernos son construidos en un mínimo espacio y los pequeños son los más
afectados por ello, “molestan” continuamente, “lo rompen todo”, es un “problema” la
educación, un niño “sale caro” (la ropa infantiles la más cara), y por si fuera poco, si
la madre trabaja por necesidad o por capricho, el niño tiene que crecer más aprisa de
lo normal, porque así no dará “tanto trabajo”...
Y así podemos comprobar que los niños de diez años, con pantalón largo y aspecto de
querer ser adulto van tranquilamente por la calle fumando, los adolescentes de trece y
catorce años se convierten en peligros ladrones y delincuentes; y un poco más
mayores marchan de sus hogares “para vivir su vida”, en muchos casos los padres han
labrado esa fuga despreocupándose de la educación de sus hijos o enfocándola
erróneamente.
Y no sólo se destruye el auténtico tesoro de la Nación, su juventud, sino que ahora se
pretende “eliminar” el futuro, impedir que nazca, LEGALMENTE.
Hemos de tomar conciencia de la enorme responsabilidad que tenemos. La
construcción de una nueva sociedad donde vivir no sea una tortura, donde, sean los
niños la gran promesa de un mañana más perfecto, donde en nombre de la libertad se
respete la vida y no se destruya.
Durante milenios el hombre trabajó para mejorar las castas de sus plantas y animales
domésticos. Como contraste, la dotación, genética de la propia humanidad fue casi
enteramente olvidada. La Eugenesia es una ciencia aplicada cuyo objetivo es terminar
con ese olvido. Según Galton (18,83), “la Eugenesia es el estudio de las, acciones bajo
control social que puede perfeccionar o menoscabar las cualidades, raciales de las
generaciones futuras tanto física como mentalmente”.
Según Osborne, “Las medidas consideradas por el eugenetista para elevar el nivel
genético son también aquellas medidas imaginables por el ambientalista para elevar
también el nivel del medio ambiente en que los niños son, educados. No establece
ninguna diferencia acerca de cual es el más importante, ambos entran en la
valoración. Cada mejora en la capacidad genética permite al individuo sacar más
provecho del medio ambiente mejorado, y el promedio de inteligencia y carácter
desarrollados y mensurables se incremente de modo correspondiente en cada
generación”.
La Eugenesia trata de los cambios que pueden producirse en la herencia humana.
Concierne a la frecuencia y distribución de los distintos tipos de factores genéticos en
sucesivas generaciones de poblaciones humanas. Esencialmente la Eugenesia busca
comprender, y en última instancia dirigir, las fuerzas que controlan la herencia
humana a través de los matrimonios, nacimientos y defunciones.
La idea de la Eugenesia derivó de la teoría de Darwin sobre la evolución, establecida
por vez primera en “El Origen de las Especies”. Si el ser humano es el producto de un
largo proceso evolutivo, existen suficientes razones para creer que el hombre, en su
forma actual está solamente en un cierto estadio de su desarrollo, y todavía sometido a
cambio. La dirección de este cambio, dependerá de cual de los muy diferentes tipos de
hombre sobreviva en nuestros ambientes modernos. Para comprender las limitaciones
y las posibilidades del papel que el hombre puede desempeñar, consciente o
inconscientemente en su propia evolución, debemos tener algún conocimiento acerca
de como evolucionó la vida humana.
Debemos comprender que todas las sensaciones que nos informan acerca del mundo
que nos rodea, todos los movimientos de los que son capaces nuestros músculos,
todas las emociones que pueden dirigir nuestras acciones, todas las operaciones
mentales que nuestras mentes pueden ser enseñadas a manejar, son las respuestas de
una estructura física al estímulo del medio ambiente; que esta estructura física es
infinitamente compleja, y que algunas de sus partes están más allá de la comprensión
humana; que aquélla es diferente en el caso de cada individuo y que para cada uno de
nosotros cambia con el tiempo y la experiencia. Debemos comprender que aparte de
los defectos y deficiencia, toda variación normal hereditaria hallada hoy en el hombre
representó una ventaja para sobrevivir en uno u otro ambiente en que el hombre se
desenvolvió, durante los pasados milenios. En un sentido muy real, el hombre, en su
infinita variedad, es el producto evolutivo, de todas sus experiencias ambientales.
Herencia y medio ambiente están interrelacionados en el proceso de la evolución,
como lo están en el desarrollo del individuo. La evolución fue posible porque todos
los individuos estaban dotados de un sistema de herencia -un sistema genético- que
hace posible cambios en la estructura física de una creación a otra. Sabemos que el
desarrollo de la estructura física de los individuos está dirigida por un código
genético, transmitido con modificaciones por los padres a sus hijos. El código
genético transporta miles de millones de componentes unitarios cuyas combinaciones
dan las instrucciones para su desarrollo. No existen dos códigos genéticos iguales
salvo aquellos de los gemelos idénticos y de ahí que no haya tampoco dos personas
iguales en su herencia excepto dichos gemelos. El desarrollo tiene lugar en un medio
ambiente que es único para cada individuo, ya que no existen nunca dos ambientes
iguales. Incluso los gemelos idénticos nunca son enteramente iguales, sino que se
diferencian en mayor o menor grado en muchas de sus características.
Cuando la concepción ha tenido lugar, cada padre ha transmitido a la célula recién
fertilizada únicamente la mitad de sus genes. Estos han sido elegidos al azar, uno de
cada par de cada uno de sus progenitores y los genes correspondientes se han
apartado, nuevamente en la célula recién creada. La progenie ha recibido por tanto,
cada mitad de su código genético a partir de cada padre, no como mezcla, sino como
unidades distintas seleccionadas al azar, teniendo cada una su efecto especial en uno o
más aspectos del desarrollo y la función debido a que la variedad de los distintos tipos
de genes se esparció por toda la población, el sistema de apareamiento bisexual,
determina un número casi infinito de posibles códigos genéticos y así proporciona el
material para el cambio. El potencial para él cambio es ulteriormente incrementado
por las mutaciones o cambios en la composición de las unidades de la herencia: los
genes. Estos cambios son ocasionalmente producidos por algún agente mutagénico, el
cual suele ser una irradiación, un producto químico, una infección o cualquier otra
fuerza. Los genes mutados o cambiados, pueden ser luego reproducidos en la
siguiente generación y de este modo llegar a formar parte de nuestra herencia
genética.
Los cambios que se pueden producir en la clase, distribución y frecuencia de los
genes, de una generación a otra, depende de la supervivencia diferencial mediante los
diferenciales en muertes y nacimientos, de las distintas clases de personas que aportan
diferentes clases de genes. La distribución del gen es también afectada por la
selección de la pareja, en la medida que los compañeros en el matrimonio tienen
características similares.
El estudio de los cambios de la herencia que se puedan producir actualmente exige la
colaboración del genetista y el demógrafo. Y, dado que no existen medidas directas
para valorar el componente genético de algunas de las cualidades humanas más
importantes, tales como la inteligencia y la personalidad. Es necesario también contar
con la ayuda del psicólogo para medir los aspectos externos de esta cualidad y hallar
en qué grado las diferencias en cualidades mensurables pueden dar razón de las
variaciones de la herencia.
Así, la ciencia aplicada de la Eugenesia cae dentro del ámbito de diversas disciplinas
científicas, especialmente las de el genética, la demografía y la psicología.
* * *
Con los grandes adelantos científicos la selección natural ha decrecido en gran
medida. Antaño las epidemias, la falta de una alimentación sana, el déficit de
conocimientos médicos, etc., constituían una serie natural de trabas que sólo lograban
superar los individuos más perfectos. En la actualidad, el índice de mortalidad infantil
es prácticamente nulo en los países desarrollados, mientras que se “alarga” cada vez
más la vida. Individuos afectados por enfermedades, hace apenas unos años
incurables, tratados quirúrgica o médicamente pueden superar enfermedades y hacer
vida completamente normal durante años. Estas personas enfermas, antes, no se
reproducían y por consiguiente sus taras hereditarias o adquiridas perecían con ellas;
hoy día se reproducen. Es necesario, imprescindible, que la ciencia, del mismo modo
que se ocupa de la investigación en favor de la salud de los seres humanos, sustituya
lo que durante siglos fue la selección natural por la selección “racial”, creada por el
hombre.
Esta selección corre el peligro de ser nefasta y perniciosa si se enfoca desde erróneos
puntos de vista, si huye de las leyes naturales, por el contrario, si es capaz de respetar
sabiamente la Naturaleza permitirá que la raza humana sobreviva en la tierra y no
desaparezca.
Tendría que ser obligatorio una completa revisión médica junto a un estudio genético
de todas las parejas que vayan a contraer matrimonio. En caso de presentarse
posibilidades de transmisión hereditarias de caracteres degenerativos, aconsejar a la
pareja para que no se arriesguen a tener hijos, por el bien de toda la raza.
En los casos que la pareja se niegue, habiéndose demostrado la presencia de dichos
caracteres, se hace preciso la obligatoriedad de someterse a tratamiento
anticonceptivo o esterilización de los posibles padres.
Igualmente si se presentan enfermedades adquiridas importantes, con riesgo de dejar
secuelas en la descendencia, se evitará en la posible la concepción, al menos hasta que
la enfermedad desaparezca.
Esos exámenes prematrimoniales se vienen realizando ya en algunos países
demócratas, pero más por puro interés científico que por tener conciencia de la
importancia que tiene para el futuro de la raza. Al mismo tiempo que se realizan, se
permite el aborto, se crea un medio ambiente nefasto, se permite la droga, el
alcoholismo, el cruce de razas, todo ello está muy lejos de perseguir la perfección, la
superación racial.
No es injusto obligar a un matrimonio a no tener descendencia, pensando en el bien de
la raza, mientras se ofrezca a las personas sanas la posibilidad de traer al mundo los
niños que puedan concebir, ofreciéndoles los medios necesarios para su total
formación y educación y haciendo posible un medio ambiente más sano y natural que
el actual, lo que traería como consecuencia la inevitable mejora física y psíquica del
conjunto de la población.
En España, así como también en el resto de los países demócratas, tienen acceso a un
medio ambiente de más calidad y a una sanidad más profiláctica las clases sociales
elevadas. Del mismo modo que la excesiva comodidad característica de estas clases y
el lujo relaja las costumbres, deteriora valores imprescindibles para la supervivencia.
El nacimiento de un niño subnormal supone un gran trauma para la familia y en
nuestro país supone más, un enorme problema, pues el Estado no se ocupa
prácticamente de ellos. Estos seres se ven más necesitados de ayuda y cuidados.
Normalmente, en un caso de estos, se piensa en la “desgracia” que supone para los
padres, más que en la desgracia que supone para el conjunto de la población racial.
Nadie desea tener un niño malforme y cada vez más se intenta evitar en lo posible
éstos casos. Es importante hacer notar a las personas que no sólo se han de prevenir
en el nacimiento de los niños aquejados de malformaciones hereditarias o adquiridas
durante el embarazo por el mero hecho de ser un gran problema, o por lo difícil que es
cuidarles y ofrecerles una “vida” dentro de lo posible agradable, sino porque al evitar
que se reproduzcan los portadores de caracteres hereditarios recesivos degenerados, se
evita que en sucesivas generaciones halla más portadores y por consiguiente más
posibilidades de que nazcan individuos malformes. Es por lo tanto mucho más
peligroso el hecho de transmitir de generación en generación los caracteres
hereditarios portadores de enfermedad o defecto que el padecerlas, pues el individuo
aquejado de subnormalidad la mayoría de las veces estéril.
Si los caracteres portadores de enfermedad se propagan incontroladamente llegaría un
momento en que las posibilidades de que se manifestaran se multiplicarían por
millones de veces y esto podría ser el ocaso de la humanidad.
Hemos dicho que el medio ambiente es importantísimo para el desarrollo de la vida, y
con relación a él se producen cambios en los genes continuamente. Esto son intentos
de la naturaleza, a veces acertados, otras no de adaptación a las nuevas circunstancias
ambientales. Si estos fracasos de la naturaleza se mejoran relativamente gracias a la
ciencia médica y los casos no crónicos logran una mejoría importante y se
reproducen, sus taras pasan a la descendencia o bien padeciendo la misma
enfermedad, o bien portando en sus genes la tara “heredada”.
La medicina tiene como misión la gran responsabilidad de aliviar el sufrimiento
físico, de curar enfermedades y de luchar por una auténtica mejoría física de la raza.
Por todo ello no puede confundir su misión degenerando, por el mero hecho de
investigar, o por compasión hacia estos individuos, la raza.
La genética es una ciencia ambiciosa, si el científico lograse saber los caracteres que
porta cada gen, podría nada menos que fabricar niños en el laboratorio, niños con unas
determinadas cualidades de inteligencia, fuerza física, etc, y es más por lo
emocionante y aventurero de la misión que los científicos, investigan ansiosos
de encontrar la luz del por ahora misterio. Nos parece horrible y monstruosa la
perspectiva de que en un frío laboratorio y bajo el deseo de una calculadora mente se
planee el fabricar un ser humano. Ese sería el fin de la historia de la humanidad:
la ambición habría destrozado la vida natural completamente. Pero la genética, la
eugenesia, la psicología, la demografía, empleadas al servicio de una superación
racial, respetando los procesos naturales con todas sus consecuencias, son un
maravilloso medio de dedicación para mantener la selección imprescindible para la
supervivencia del hombre.
LA ESTERILIZACIîN
Como medida preventiva de higiene racial se hace necesaria la esterilización de
individuos aquejados de enfermedades congénitas, o portadores de las mismas o
individuos degenerados, invertidos sexuales, prostitutas, alcohólicos, enfermos
mentales, drogadictos, matrimonios entre razas distintas, etc.
Dados los medios anticonceptivos actuales, podría limitarse la esterilización a
aquellas personas que por su comportamiento y naturaleza no sean acreedores de la
confianza de sus conciudadanos, permitiéndoles la utilización voluntaria de
anticonceptivos, en este caso autorizados. Los matrimonios de razas distintas han de
ser evitados o conseguir, por medio de los anticonceptivos, la esterilidad del
matrimonio. En casos de criminalidad de alguno de los progenitores es necesaria la
esterilización, ya que la criminalidad es hereditaria.
Todo ello con el fin de evitar en lo posible la degeneración racial, la justificación que
la democracia da a todos estos seres extraños y desde luego pertenecientes a un estrato
racial inferior, decadente y lo más grande responsable del deterioro paulatino del resto
de la población racial, es descarada e infame, haciéndonos pensar que solo pretenden
un triunfo por medio de la degeneración, destruirlo todo, provocar el caos. No es sólo
obra de la democracia el constante desfile de invertidos sexuales que “reivindican”
sus derechos. El asalto y violaciones continuas de jóvenes, las prostitutas que se
manifiestan luchando por unos “derechos” que les pertenecen y una, larga lista de
etcs., sino que el régimen capitalista que hemos tenido desde hace casi medio siglo ha
labrado y sembrado disfrazado con un hipócrita disfraz “cristiano-católico”, el camino
hacia la total decadencia, el traído y llevado “espíritu católico y patriótico” que ha
sido regado de inútiles palabras y que poco se ha preocupado de construir un espíritu
fuerte y sano, una juventud limpia y pura, el excesivo “pudor” de un lado camuflaba
la degenerada actitud del otro. Si el capital utilizado para crear colegios del Opus Dei
donde se intentó la formación de una elite, negando al resto del pueblo una
oportunidad en muchos casos mínimas y de donde han salido gran parte de los
“nocivos elementos” que nos gobiernan y que nos han gobernado, se hubiera utilizado
en dar al pueblo oportunidades iguales, cultura, arte, ciencia y la posibilidad de que
cada uno desarrollase sus innatas cualidades y vocación todo sería diferente. Pero sólo
tenemos que comprobar que el alcohol se consume en grandísimas cantidades y por
medio de la publicidad aumentan en cifras asombrosas los alcohólicos. Un gobierno
responsable no permitiría esto, pero como son ellos los poseedores de la mayoría de
acciones de estas empresas, poco les importa que la juventud se degenere y que haya
hogares destrozados, a ellos lo único que les interesa, son los millones.
Con las prostitutas sucede otro tanto. Muchas de ellas lo son porque, les ha faltado la
oportunidad de ganarse la vida de otra forma, otras porque tuvieron un hijo de solteras
y esto ha sido siempre un pecado imperdonable y otras, desde luego, por puro vicio.
Pero en los casos de pura necesidad económica es una completa inhumanidad que
nuestro antaño régimen franquista tan católico él lo permitiera.
Y ahora que el terreno está cultivado, a la democracia, sólo le queda recoger la
cosecha y pedir reivindicaciones para todos ellos.
Nosotros pedimos la esterilización de la escoria con el fin de que sus taras no sean
legadas a futuros seres humanos. Al mismo tiempo, construiremos un total cambio de
las estructuras sociales que permita a la juventud un contacto más íntimo con la
naturaleza y menor con las “boites”, el alcohol y las drogas.
EUTANASIA
La medicina, por medio de sus continuos adelantos, logra resultados sorprendentes.
La curación, de enfermedades mortales hace apenas unos años es ahora posible
gracias a los nuevos fármacos y a las modernas técnicas quirúrgicas. Pero muchas
veces la medicina es total o parcialmente ineficaz y en estos casos en que sólo se
consigue un alivio parcial, o simplemente alargar la agonía (como por ejemplo en el
caso de, cáncer, cuando hay metástasis o en los tristísimos casos de enfermos
mentales incurables) puede asegurarse que la persona aquejada de insoportables
dolores no “vive”, pues está pendiente de su enfermedad, es esclava del continuo
malestar que le aqueja y no puede realizar prácticamente ninguna de las acciones que
estando sana realizaba, nos atreveríamos a decir que el enfermo incurable y que
soporta continuos dolores no “vive”. Vivir no es respirar, hablar, responder a
estímulos. Vivir es disponer de una mente sana y un cuerpo sano que permita a dicha
mente actuar, realizar una vida normal con todo lo que eso implica. Si la mente
enferma el cuerpo no funciona con normalidad y si es el cuerpo quien está enfermo, la
mente carece de libertad para actuar, dependiendo y dedicándose exclusivamente a la
posible recuperación o esperando a la muerte que le permita dejar de sufrir. Un
accidente que mutile a una persona dejándola inválida en mayor grado o en donde
pierde algún miembro irremplazable puede ser suficiente causa para que toda su vida
sea un continuo “vegetar”. Las parálisis de partes considerables del cuerpo, el estado
de coma que puede aquejar a una persona durante años, las operaciones de tumores
cerebrales que al extirparlos lesionan inevitablemente zonas del cerebro que jamás se
repondrán (las células cerebrales son las únicas que no se regeneran) y que obligan a
los enfermos a “vegetar” durante incluso muchos años. Son estos casos, situaciones
horribles donde la ciencia no sólo demuestra el más espectacular fracaso, sino que
impide el proceso natural de descomposición y muerte que inevitablemente tendría
que ser consecuencia en estos casos. A un enfermo canceroso a quien se ha
intervenido quirúrgicamente y del que se sabe que no podrá vivir más que unos meses
y no por si mismo, sino gracias a las vitaminas y medicinas que suelen dar en estos
casos, y aquejado de dolores espantosos, se le deja agonizar durante días y meses en
un continuo estado de sufrimiento sólo resistible gracias a los calmantes y drogas. Se
dice que es más humano dejar que muera cuando Dios quiera, se quiere ignorar que
las drogas, poco a poco, le van intoxicando y que eso equivale a la acción de un
veneno lento o, lo que es lo mismo, a una gran dosis de droga que desde el principio,
ahorrando un inútil sufrimiento, se le inyectara. Cuando la ciencia no consigue el
triunfo no es válido ni “piadoso” ni “humano” permitir que un ser se consuma
artificialmente víctima de la mutilada actuación de la medicina, que sin lograr curarle
no le deja morir en paz. A la vida y a la muerte tenemos derecho inviolable. Sentirse
en la agonía y saber que la ciencia no permite que una persona muera de forma la más
natural posible es desde luego monstruoso.
Nosotros somos partidarios de la Eutanasia únicamente en los casos donde la
medicina no pueda actuar con éxito. Pero siempre que primero se hayan intentado
todos los métodos posibles fracasando estos por completo. La perspectiva de que, en
el futuro, ciertos casos hoy perdidos sean curables no da derecho a mantener a un
“muerto viviente” latiendo y sufriendo durante tiempo indefinido para mayor
tranquilidad de los familiares que no se resignan a la idea de que han de perder a un
ser querido y se conforman egoístamente con verlo respirar, tendido en el lecho,
mientras que en muchos el dejarle descansar en paz sería la mejor para todos.
Somos partidarios de la Eutanasia siempre que se presenten casos de subnormalidad
crónica profunda, de accidentes causantes de deformaciones irreparables y
mutilaciones irremplazables. Cuando el enfermo sea incapaz de superar el trauma y la
pida.
La capacidad de soportar el sufrimiento no es igual en todas las personas. Tampoco es
igual la voluntad de superación de una enfermedad o las ganas de vivir. Es necesario
primero contar con las posibilidades de la ciencia y después con las del propio
enfermo, ya que en muchos casos la superación de una enfermedad ha dependido, más
que de la medicina, del propio enfermo.
Antes de proceder a la práctica de la Eutanasia se hace imprescindible el estudio
honrado y responsable del caso y únicamente se practicará cuando no se halle otra
solución al caso.
El gran peligro la constituye el utilizar la Eutanasia de forma errónea. Mientras la
medicina padezca el “mal del dinero” mejor será que la Eutanasia no se practique.
¡Qué sencilla forma de asesinar sería esta! Comprando los servicios de un médico,
cualquier familia deseosa de cobrar una herencia se podría deshacer “del abuelo”, o
para cobrar el “seguro” del marido o la esposa fingiendo que una úlcera es maligna,
sería fácil desprenderse de él o de ella...
Muchas veces lo hemos repetido, sólo cuando la Medicina se dedique al progreso y
salud de las personas, sólo cuando el interés económico haya desaparecido por
completo siendo sustituido por el interés de la ciencia al servicio del hombre, se podrá
confiar en ella.
En la actualidad casi a nadie le importa dejar morir a un enfermo o permitir
impunemente que agonice días y días en una clínica particular sabiendo que ha de
morir, con el único fin de pasar después de muerto una suculenta factura a los
familiares.
También sería la Eutanasia una solución para los democráticos gobiernos capitalistas
y comunistas, aplicada a las personas “peligrosas” para el sistema, se convertiría en
una forma legal de asesinato.
Llegamos a la conclusión de que la Eutanasia se ha de practicar en los casos ya
estudiados y sólo bajo la responsabilidad de la ciencia médica, no influida por ningún
otro interés que deteriore la verdad y se sirva impunemente de ella.
La Iglesia Católica condena la Eutanasia, alegando que sólo Dios puede darnos y
quitarnos la vida. Dios ha dado al hombre una inteligencia capaz de cambiar el medio
ambiente natural por la civilización y consecuencia de la civilización es el progreso, y
fruto de éste los descubrimientos científicos que permiten al hombre aplicar nuevas
técnicas capaces de hacer la vida más perfecta, consecuencia de todo ello es que la
medicina ha alcanzado metas osadas pero imperfectas y precisamente por ello y en los
casos antes mencionados, se hace necesaria la aplicación de la “dulce muerte”. Cristo
sufrió en la cruz para salvar a todos los hombres, lo que no quiere decir que las
torturas tengan que existir para llegar hacia Dios mediante el sufrimiento.
Se aplicará la eutanasia en aquellos casos en que la persona lo desee directamente (lo
diga de palabra o lo haya hecho constar por escrito con anterioridad) o en aquellos
otros en que por no estar capacitada para razonar deba asumir esa decisión un consejo
médico.
Una política eugenésica reduciría de tal modo la subnormalidad que no sería precido
una medida generalizada de eutanasia y cada caso sería un hecho aislado en el que
tendría responsabilidad la familia, la sociedad y el estado, quedando a criterio y
mutuo acuerdo de los tres el aplicarla.
Bien cierto es que en nuestros días el sacrificio, el cumplimiento del deber, las
obligaciones de la persona, son mal consideradas; sólo se piden “derechos”,
comodidades, la Medicina también está al servicio de esta nuestra sociedad fácil y
cómoda; no caigamos en el supremo error de considerar la eutanasia como liberación
cómoda de los sufrimientos, la eutanasia tiene que ser considerada de forma, que la
muerte cuando es inevitable sea lo más natural posible, que no se alargue la agonía de
una persona con medicamentos y cuidados inútiles.
EL RACISMO
El instinto de conservación de las especies es, incluso, más fuerte que el instinto de
supervivencia. El hombre se empeña en sobrevivir a toda costa, por medio de la
Medicina, y, aunque padezca enfermedades importantes o esté mutilado, piensa
exclusivamente en la supervivencia de todos los hombres tarados o no, sanos o
enfermos; se mira la cantidad no la calidad ni repercusión que trae sobre la raza.
Se ha forzado a la raza blanca a ignorar la cuestión racista, casi es vergonzoso
reconocer, para cualquier blanco, que hay otras razas inferiores a él y que puede
sentirse orgulloso de ser protagonista de la civilización más perfecta, de tener la solera
de siglos y siglos de cultura, de historia. El hombre blanco es el dueño de los
descubrimientos importantes, de los inventos más fabulosos y hoy domina el mundo
con su ciencia y su técnica, quieran o no reconocerlo.
Nosotras somos Nacional Revolucionarias, nuestra ideología se basa sobre todo en el
respeto a la vida y la lucha contra el materialismo, esto implica ser racista.
La raza europea que, comprende a todas las naciones blancas de Eurasia, América y
Oceanía es la más importante de las tres razas blanca, negra y amarilla. Porque ha
creado una cultura y una civilización asombrosas, porque ha superado con mayor
perfección que las demás razas las dificultades del medio ambiente adaptando a su
conveniencia la Naturaleza. La raza blanca puede ser inferior a la raza japonesa, por
ejemplo, por su elevado código del honor, pero en todo caso es distinta; para el
hombre blanco su raza ha de ser la más importante, debe sentirse blanco y hacer
cuanto esté en su mano para mejorar su raza. El código moral japonés puede ser muy
superior, pero para la raza amarilla, pues la blanca debe considerar su propio código
moral como el superior.
El hombre blanco es aventurero, emprendedor, valiente guerrero, dueño, de un
maravilloso espíritu y de una gran imaginación y sensibilidad artística, capaz de
emprender las más peligrosas aventuras y de crear las más perfectas y maravillosas
obras artísticas.
En todo el mundo actual domina la ciencia y la técnica blancas. Reconocer la
supremacía de la raza blanca no es ninguna falta de respeto ni de consideración a las
demás razas, es simplemente reconocer, ver, la verdad.
Tengamos en cuenta que, en la actualidad el hombre blanco posee junto con su gran
historia un gran deshecho biológico culpable de la degeneración que nos ahoga.
El gran problema es que quien hoy domina a la raza blanca: es la “escoria” de esta
raza. El hombre blanco es prisionero del yugo del materialismo, una minoría sectaria
y parásita se ha adueñado del lugar que biológicamente corresponde a los mejor
dotados, utilizando el dinero para dominar la ciencia y la técnica y con ellas ejercer el
poder sobre los pueblos[14].
Contemplamos una sociedad mecanizada, aparentemente cómo, donde los hombres
son prisioneros del consumo y la producción sin límites y donde la “felicidad” sólo la
puede ofrecer el dinero, donde no se permite vivir en el amplio sentido de la palabra,
pues se obliga al hombre a sacrificar sus actitudes, su imaginación, su espíritu
artístico, su capacidad creativa... y se le convierte en robot, en esclavo del tiempo, del
trabajo impersonal, se le ofrecen distracciones morbosas que agudizan instintos
animales, se le niega la belleza del arte, (la “música” moderna, es “fabricada” por
drogadictos homosexuales).
Se trata de convertir al hombre blanco en esclavo del materialismo con el único fin de
que triunfe la escoria.
Europa se desintegra, los medios de información tratan de mentalizar a los pueblos de
que el heroísmo, el sacrificio por los ideales no materialistas “están pasados de
moda”, ¿desde cuándo la verdad pasa de moda o queda desfasada?
Reconocemos que la escoria ha sembrado su semilla destructiva dentro de la raza
blanca propiamente dicha, de tal forma que parte de esta raza, sin ser escoria ha
degenerado y es eficaz aliada del parásito. Es importante no olvidar que es la minoría,
la “elite materialista”, quien tiene en su poder el control de todos los fenómenos
grandes o pequeños que pueden destruir, degenerar, (las guerras, las catástrofes
económicas, los atentados a la Naturaleza y el medio ambiente). Pero astutamente se
extiende una propaganda destructiva de forma que las capas sociales gobernadas
sientan sobre sí la responsabilidad de muchas destructivas y repugnantes sucias
acciones de las que en el fondo sólo son víctimas.
Pero aún no satisfecha la escoria, se propagan los derechos humanos iguales para
todos los seres humanos, prostitutas, degenerados mentales, cafres, zulúes, pigmeos,
son iguales a los “genios”, a las personas de inteligencia normal o media. Tanto es así
que el voto de un enfermo mental vale lo mismo que el de un filósofo o un
economista, el voto de un anarquista tiene el mismo valor que el de un Nacional
Revolucionario... ¡es irónica la democracia!
El hombre blanco es superior aún a pesar de su escoria degenerativa por su gran
espíritu creador, por su capacidad, de sacrificio y riesgo, por su voluntad
inquebrantable.
La pregunta surge inevitable, ¿Por qué la escoria ha podido a la auténtica elite
biológica de la raza blanca?
La escoria destruye las Divinas Leyes, es la única manera de lograr el triunfo, el resto
de la raza no es capaz por su condición, de utilizar las mismas armas destructivas y
por lo tanto queda hoy marginada bajo el terror de la destrucción. La escoria ha
llegado al poder destruyendo los más elementales derechos de los seres humanos y las
leyes más elementales de la Naturaleza, por eso posee el mando porque nadie, excepto
la propias escoria, es capaz de arriesgar su propia autodestrucción con el fin de
dominar el mundo y poseer el poder materialista absoluto.
Si en una sola nación europea se lograra derrumbar la dictadura materialista, si se
librara a la masa de su condición actual de número productor y se le devolviera la
condición de persona y la elite biológica gobernara al pueblo, la escoria estaría
perdida.
Racismo es para nosotros Nacional Revolucionarios, reconocer las cualidades
superiores de nuestra raza, es nuestro deber defenderla, engrandecerla y librarla de la
degeneración tanto biológica como psíquica.
Ser racista implica respetar las tradiciones, historia, cultura y características propias
de las demás razas.
En la manera que se enfoque el trato constructivo con las distintas razas nuestra fuerza
será mayor, si por el contrario, para demostrar nuestra superioridad nos destruimos,
habremos dado un paso más hacia nuestra propia destrucción.
El respeto mutuo, no es el permitir que las razas se mezclen sin ningún control, lo cual
trae consigo el caos racial, (distintas culturas, distintas maneras de entender la vida y
la muerte chocan entre sí, esto sólo puede conducir a la degeneración espiritual de las
dos razas).
El hombre blanco, la raza aria que comprende cinco sub-razas importantes, exterminó
a los indios americanos, les robó sus tierras y no dudó en luchar contra ellos sin
respetarles ni tener mínimamente en cuenta que también eran personas.
En América del Sur, los arios mediterráneos españoles conquistaron tierras y se
mezclaron solidariamente con los nativos indígenas, el resultado no ha favorecido en
nada ni a los nativos ni a los arios.
Más tarde trasladaron a hombres negros para que, tratados como perros trabajaran de
“esclavos” en las plantaciones de algodón y caña de azúcar que poseían los
terratenientes blancos.
En la actualidad no se permite hablar de las diferencias enormes que poseen las razas
humanas entre sí. “Un niño negro ha de sentirse igual que un niño blanco”, ¡Es un
insulto a las dos razas!
Cada raza posee unas características propias por las cuales se ha de sentir orgullosa, y
unidos por el mismo espíritu racial, las elites han de guiar a los pueblos hacia la
selección natural que permita el ascenso biológico.
El no tener claro el concepto de raza es faltar a las leyes naturales, no se produce
selección de los mejores y con las mezclas entre grandes razas cada vez es más difícil
unir a todos los arios en la Empresa común de formar la Europa libre del yugo
degenerado del materialismo.
Tenemos un claro ejemplo en la escoria (judíos), el concepto racial del judío es
admirable, jamás un judío se unirá a un “goym” a no ser que la “fuerza del dinero”
pueda más que su instinto de conservación y podemos ver como desperdigados por el
mundo durantes siglos han permanecido unidos siempre.
El hombre ario si quiere sobrevivir tiene que adquirir pronto conciencia de la
importancia que para su supervivencia tiene el fortalecer sus fronteras raciales.
Si todas las especies animales creadas poseen un instinto de conservación de la
especie más agudo, incluso, que el propio instinto de conservación individual, y el
hombre, como tantas veces hemos repetido, forma parte de la Naturaleza, es lógico
que sea racista, pues con serlo evita su autodestrucción.
Tenemos aquí otro punto que la escoria aprovecha muy bien, mientras ella permanece
unida racialmente fomenta la mezcla de grandes razas sobre todo para deteriorar a la
raza blanca que es, por su superioridad, su más terrible enemiga.
Las diferencias entre grandes razas no son únicamente históricas y culturales sino
biológicas, el color de la piel, la osamenta, la capacidad craneal, etc., son diferentes
según la raza.
La herencia que un cruce entre grandes razas crea es un producto degenerado que no
posee ni las características hereditarias de una raza ni las de la otra, tanto exterior
como interiormente. El peligro no está en que desaparezcan las razas puras por
degeneración biológica, es más importante el deterioro espiritual; las dos culturas no
pueden ser asimiladas ni sentidas igual, por lo tanto es imposible que un mestizo
adquiera conciencia racial y viva dentro de sí las dificultades, el arte, la historia, la
vida de su raza porque carece de ella.
Se observa un fenómeno alarmante, el hombre negro educado dentro de la cultura
blanca o es un degenerado absoluto o supera dificultades y asimila la cultura blanca,
que no es la suya, y por ello tiene más mérito.
Si en su ambiente intelectual convive con personas blancas y llega a compenetrarse
con una persona, de distinto sexo, de raza blanca y se unen, la descendencia sufrirá
sobre sí las consecuencias irreparables.
El otro caso, por desgracia cada vez más frecuente, es que gran parte de la masa de
raza blanca no asimila su propia cultura y se recrea en su ignorancia y por ello es fácil
la unión con la raza negra.
LA MUJER Y LA POLêTICA
LA POLITICA COMO COMPROMISO
INELUDIBLE CON LA NACION
Antes de entrar de lleno en el papel que juega la mujer en la política, vamos a analizar
un poco lo que debe significar el concepto de Política. Política es la actividad que
permite elevar a los pueblos, esto es, a las naciones, hacia las esferas más altas.
Debe consistir en difundir la cultura del pueblo, en defenderla y, sobre todo, en
infundirla de una nueva moral que revalorizará totalmente todos los estamentos de la
Patria y ésta debe ser una constante unidad entre el pueblo y el Estado, unidad que
sólo se conseguirá por medio de unos grandes ideales.
La Patria encierra conceptos trascendentes y eternos que siempre hemos de tener
presentes. No podemos olvidar a todos los que con heroísmo han dado su vida por
defenderla de sus enemigos; ese anhelo y ese ejemplo debe guardar en nuestro
corazón un sentimiento tal, que nos haga convertirnos a nosotros mismos en
servidores de esa Patria y en darle todo cuanto nos pida para su bienestar social, racial
y espiritual, incluso nuestra propia vida si fuese necesario.
La muerte no debe darnos miedo si con ello salvamos del caos a nuestra Patria. La
sangre de sus hijos servirá, como ha servido otras veces, para rescatar de las garras de
la decadencia, de la mano amenazadora y cruenta que ahoga su libertad, la vida de la
Nación que se halla en peligro.
La idea de la muerte, como idea del sacrificio y como la idea del honor y la dignidad,
van siempre unidas al sentimiento de la Patria y van unidas, no con un carácter de
detención, de miedo o de espasmo, sino como una esperanza necesaria de vida recta,
de servicio, de alegría y de entrega hacia un sentimiento noble y sublime.
Y decimos sentimiento sublime, convencidos de que los únicos fenómenos que nos
pueden inspirar este sentimiento son: la creencia de un SER SUPREMO trascendental
sobre todos nosotros, la FAMILIA fuente de nuestra propia creación y la PATRIA
como órgano que produce los medios donde vive y se desarrolla esa
familia.
Y al hablar de Patria, no queremos referirnos al concepto nacionalista que a tal
palabra hoy día, y ya en el siglo XIX, se le atribuye, sino que queremos darle un
sentido mucho más amplio. En efecto, para nosotras, la Patria no se limita a nuestro
solar hispano, es decir, a aquel pedazo de tierra que conforma -encuadrado dentro de
unas fronteras geográficas nuestra Nación, ni tampoco a la porción de terreno que por
razones puramente mercantiles o económicas es considerado como propio, sino que
para nosotras la Patria conlleva un concepto racial, étnico, que no debe ser olvidado
en el momento de analizarla. Por ello, al referirnos a nuestra Patria, nos estamos
refiriendo tanto a España como a Holanda, Canadá o Rhodesia, pues para nosotras el
concepto Patria abarca a toda nuestra raza, a toda la raza blanca, allí donde se
encuentre.
La Patria, el Estado o la Nación, como se quiera decir, conlleva tanto unos deberes
como unos derechos. El motor que pone en movimiento estos deberes y estos
derechos es el político, así como la energía de ese motor es la Política.
Un deber importante del Estado, transmitido o dirigido por la Política, es la
realización de su carácter como tal Estado y puesto que el carácter es el sentimiento y
el sentimiento sólo está inspirado por el espíritu, el Estado, mediante la labor de sus
políticos, tiene obligación de fecundar la semilla que dé forma a la creación dentro de
todo el pueblo de un carácter espiritual, en beneficio y al servicio de la civilización y
la Cultura a la que se debe ese pueblo.
De esta forma, entramos en el que podríamos llamar derecho número uno del Estado,
que es a su vez el deber número uno del individuo que forma parte de la comunidad
de ese Estado.
Esto es, el miembro de la comunidad debe tomar conciencia de que el bien común ha
de estar por encima del bien propio.
Cuando el individuo, tanto hombre como mujer, halla conseguido mirar primero el
interés de todo el pueblo antes que el suyo, y actúe de forma que se señale claramente
esta directriz, entonces podremos decir que el pueblo ha adquirido el carácter
espiritual del que hablábamos antes y con lo que la Patria, órgano principal de la
comunidad, alcanzará su máxima plenitud al recibir de sus hijos lo necesario para
lograr su gloria y su poderío de imperio, puesto que como decía Rosember, “Toda
concepción colectiva verdadera y grande es siempre el producto anímico espiritual de
una personalidad”.
El hombre o la mujer, en definitiva, el pueblo entero, estará infundido de esa
espiritualidad que da forma a un ideal auténtico y puro, a un noble ideal que conduce
a la unidad de la Patria y por cuyo triunfo, el triunfo del IDEAL, se combatirá con
firmeza y con amor, sin pensar en adversidades o reveses, porque va en ello la
supervivencia de su pueblo y con ello la de su Estado, ya que sabido es que un pueblo
nunca desaparecerá mientras aliente en su alma un noble ideal que le guíe.
La realidad nacional ya se ha conseguido. Ahora queda la etapa de proyectar su
imagen, su sentido espiritual y su dirección anímica, racial y cultural en las nuevas
generaciones y también la de crear la historia, la verdadera historia, como asegura
Krieck en su “cultura Orgánica”, al decir que los hombres fundadores tienen la misión
de formar a los pueblos que crean la historia.
Así, por medio del deber que tiene el individuo para con la colectividad y con ello
para con su Patria, cumpliéndose la relación pueblo y Patria, Patria y pueblo, la
política, como decíamos al principio, ha de ser la energía que proteja, luche por su
engrandecimiento y transmita la tradición del pueblo, esto es en definitiva, la defensa
de su raza y de su civilización
Queda pues bien expuesto nuestro concepto de Política, que no tiene nada que ver con
la política actual; que nosotras tratamos en el próximo apartado de “politiquería”.
Para nosotras, la política no consiste en una opción sino en un deber, y la Política de
un Estado se realiza desde todos los niveles por todos los individuos que lo
componen. Desde el Ministro hasta el Barrendero, desde el Propietario de una
Empresa hasta el Encargado de la limpieza, todos están aportando un trabajo y unos
valores humanos que deberán redundar en beneficio de la Nación. El que realiza
deficientemente su trabajo perjudica a toda la Nación y en última instancia se esta
perjudicando a sí mismo. Hacer Política no consiste única y exclusivamente en
subirse a un estrado o en arengar a la masa. No hace falta vociferar y atraer la
atención de la gente; puede ser mucho mas efectiva la labor callada y positiva de
quien no aspira a la popularidad y el dinero sino al bienestar de la comunidad. Pero,
repito, hoy en día la política constituye un deber.
Nosotras, mujeres de C.E.D.A.D.E., somos plenamente conscientes de la gran crisis
por la que atraviesa toda nuestra cultura. Por ello nos guste o no nos guste, tenemos
que actuar abiertamente en Política. Si viviéramos en una sociedad ideal, donde
reinara la prosperidad y el bienestar material, y espiritual, podríamos dedicarnos a
otros menesteres más de nuestro agrado.
Pero cono no es así, como el mundo retrocede en vez de adelantar en el campo
humano que no en el de la ciencia, por ello, deberíamos volcarnos totalmente en la
inmensa y difícil tarea de devolver a nuestra raza sus valores perdidos. Todos los
esfuerzos son pocos cuando está el juego el porvenir.
Pero debemos luchar con estilo, sin perder nuestra feminidad, con honradez y con
honestidad, demostrando que la Política en su verdadera esencia es solo algo puro y
bueno, que tiende a elevar la vida del pueblo.
Demostremos que somos justos, que no nos guían intereses personales, que luchamos
por el bienestar de toda la comunidad y que para ello hacemos frente, en medida de
todas nuestras posibilidades; a la
POLITIQUERIA
En la actualidad, la labor política se ha convertido en un juego de oportunidades.
Los políticos, sea cual sea su ideología, si es que existe ideología, todos siguen un
mismo camino.
Algunos cifran toda su actividad política en obtener unos beneficios económicos que,
las más de las veces, son para lucro personal y aún en el caso de que este beneficio
sea para la misma Nación, sucede que con ello se olvidan de la alimentación espiritual
de esa Nación, lo que contribuirá a hacerla desaparecer como unidad étnica, ya que,
como hemos dicho antes, un pueblo no fenecerá mientras aliente en su alma un noble
ideal que le guíe y si ese ideal ha sido absorbido por el materialismo, el espíritu del
pueblo se ha perdido.
Otros políticos, como ocurre hoy a nuestro alrededor, cambian de ideología al mismo
tiempo que amanece o se hace de noche.
Estos políticos, mejor llamados “politicastros”, toman la evolución del país como si
fuera la suya propia y si hace unos años cantaban un himno fascista porque el
Fascismo era la ideología de la Nación, ayer apoyaban al Liberalismo porque el
Liberalismo estaba en el poder y mañana serán los más enfervorizados comunistas
porque el Marxismo tendrá las riendas y el mando en el país.
Es lo que hoy se ha dado en llamar “chaqueteo” y, como la moda exige cada
temporada un traje de un determinado color y de una determinada forma, con la
política es exactamente igual. Cada época requiere tener una ideología, pero en este
caso, además, con el agravante de que niegan y repudian lo que antes han vitoreado y
por lo que antes han vivido.
Se oyen frases como “Yo soy demócrata de toda la vida” y resulta que no sólo no ha
sido demócrata, sino que incluso ha formado parte de la fundación o del consejo, o ha
sido miembro destacado del movimiento que ahora se oculta. Es como si se
avergonzaran de su pasado. Claro que esto es imposible, porque para ello han de tener
dignidad y no la tienen.
Han estado siempre en el candelero de la cuestión pero por una importante razón. Van
a la caza del puesto oficial que les permitirá obtener un nombre y una figura por los
que son conocidos.
Así, después de dejado este cargo oficial, después de haber sangrado al Estado y con
ello al Pueblo entero, puesto que el Estado es patrimonio del Pueblo, para sacar
ingentes beneficios económicos, gracias a ese nombre y a esa figura, ocuparán altos
cargos privados que, a pesar de ser privados, manejan también los hilos de la Nación.
Es la típica lucha por el poder, convencidos de que sin ese poder no podrán obtener
beneficios ni ser el centro de atenciones.
Esta imagen de política, “politiquería”, es la que aparece ante nuestros ojos, por lo
que no es de extrañar que la mujer se niegue a entrar a formar parte de su juego.
La mujer que es consciente de su condición femenina rechaza esta imagen. Para ella
el mantener su propias ideas frente a la adversidad, frente a los reveses es primordial.
La historia nos presenta numerosos casos de mujeres con ideología política que fueron
fieles a sus ideales hasta el último día de su vida podemos citar a título de ejemplo a
Winifred Wagner que, a pesar de haber sido internada en un campo de concentración
y de haber sufrido brutales vejaciones, aún hoy sigue siendo nacionalsocialista; o de la
Condesa de Metternich que ayudó a Wagner en el triunfo apoyándole todavía más
entusiásticamente en el fracaso, o de Eva Braun, fiel compañera de Hitler que no dudó
nunca en permanecer a su lado, permaneciéndole fiel incluso en la muerte, o de María
Estuardo y tantas y tantas otras que, fieles a su condición femenina, defendieron su
postura política con entereza y abnegación ejemplares, consagrando su vida entera al
logro y mantenimiento de un ideal noble y justo.
La mujer admira a los que con valentía y firmeza son fieles a su ideal y luchan por su
triunfo.
No encuentra su puesto chillando en los mítines, armando escándalo o encabezando
manifestaciones, sino que prefiere trabajar junto a sus camaradas políticos en el
anonimato, entre bastidores, como diríamos en el argot teatral, pero con eficacia y
decisión.
Está en pugna con lo que hoy se entiende por “mujer política”, a la que no identifica
con un ser femenino, sino masculinizado y desprovisto de toda idiosincrasia.
Es por lo que no encontramos mujeres plenamente dedicadas a la tarea, política, salvo
las que no están conformes con su condición femenina y buscan la igualdad con el
hombre, siendo de esta forma manejadas por aquél.
De existir más movimientos en los que se luche por la creación de un hombre nuevo,
más movimientos que antepongan los principios idealistas al materialismo, es seguro
que la mujer se integraría en ellos porque dentro de su seno podrá desarrollar sus
múltiples cualidades femeninas.
Por ello, porque la mujer se identifica con el espíritu, con todo aquello que supone
constancia, sacrifico y abnegación, donde encontrará su forma de realizarse como
mujer, como ser femenino capaz de luchar por la implantación de un Orden Nuevo y
Eterno, que dará forma también a un hombre nuevo, pleno de vida, sin duda alguna
será en los Movimientos Nacional Revolucionarios, que anteponen los valores eternos
e intangibles a todo lo demás, convencidos de que sólo la luz que surge de las
tinieblas es la que guía hacia el espíritu tradicional.
Es así como la mujer, la verdadera mujer, entiende la política y acepta la Política:
como un medio para conseguir infundir una nueva moral a la cultura, al arte, a la ética
ya la vida misma, que servirá para elevar a su pueblo y revestirlo de grandeza y
dignidad.
HUELGAS Y MANIFESTACIONES
Este apartado, sobre todo en cuanto se refiere a las huelgas, quizás fuese más indicado
tratarlo en el capítulo relativo al Trabajo, pero sin embargo debido al aspecto actual
de todos estos problemas, parece más adecuado incluirlo en el correspondiente a la
política.
El decir que aceptamos o rechazamos una huelga supone, en principio, un detenido
estudio de sus móviles, de sus fines y de la situación política, laboral o económica en
que se desarrolla.
Por regla general, y decimos esto porque prácticamente en la totalidad de las huelgas
actuales ocurre así, las que se están sucediendo continuamente son producidas por el
tan manoseado tema de las relaciones patrono-obrero que se traducen en un completo
antagonismo entre ambos, proviniendo de la concepción marxista de la humanidad,
según la cual “el progreso humano sólo es concebido como el resultado de las
colisiones entre las diversas clases sociales”,
Esto lo podemos comprobar fácilmente con echar una simple mirada sobre cualquiera
de las empresas, fábricas o industrias que en España están atravesando esta situación
de crisis (prácticamente la mayoría de las existentes).
En estos casos, los obreros de las mismas casi siempre van a la huelga sin saber a
ciencia cierta porque, o bien siguen la conducta de sus compañeros y hacen lo que ven
hacer a los demás, o bien tienen miedo de las represalias que los promotores puedan
tomar contra ellos, o bien son manejados cual si fueran borregos y sin dejarles un
ápice de personalidad.
Es cierto. En toda huelga, antes de decidir si se hará o no se hará, los llamados
“representantes del personal”, de los trabajadores, abusando de la fe que estos han
puesto en ellos, se cuidan de provocar entre los obreros una situación de descontento
y de inseguridad que los haga tambalearse y perder toda clase de confianza, no ya en
la empresa o en su trabajo, sino en si mismos. Entonces es cuando aquellos se
aprovechan, se dirigen a los trabajadores y les dicen que, para estudiar todos juntos
sus problemas y decidir sobre las soluciones idóneas es necesario que acudan a una
asamblea en que se discutirán todos los asuntos.
El primer paso ya está dado, los agitadores ya son dueños de la situación. Sin
embargo, el problema para el obrero empieza ahora.
Lo más probable es que en primer lugar “aconsejen” al obrero efectuar paros.
Consecuencias del paro: Se producen las primeras reducciones de ingresos, pero no
sólo para el empresario que ve disminuida su producción; sino para el mismo
trabajador, ya que al final le descontarán de su sueldo, las horas que ha estado en
paro, interviniendo también un tercer factor: la comunidad que es quien, en definitiva
se ve más perjudicada por la huelga provocada por un problema que ni conoce y que
solamente le hace padecer.
De la forma en que hoy día las huelgas están organizadas, se puede ver bien claro
cuales son los móviles que inducen a los agitadores profesionales a actuar: en primer
lugar, el agitador se aprovecha del obrero, a quien integra dentro de la rueda de la
huelga siendo el propio agitador quien acciona el motor que ha de hacer que la huelga
continúe o se detenga; en segundo lugar, pretende que de la huelga surja un conflicto
entre la administración y el consumidor, y al verse privado este último, como
consecuencia de la huelga, de algún articulo indispensable, presiona a la
Administración para que intervenga en él problema buscando las soluciones
adecuadas. Y a esta “táctica” empleada por los agitadores profesionales es evidente si
analizamos cualquier caso de huelga. Así, una huelga lógica de gasolineras podría
consistir en vender la gasolina a precio de coste, restando beneficios a la empresa pero
sirviendo al público, mientras que esto no se hace pues lo que se busca es la presión al
consumidor; o, ante el atentado terrorista a la revista “El Papus”, una protesta lógica
contra el mismo la hubiera constituido -no el ir a la huelga como se hizo- sino el
trabajar una hora más como beneficio para los familiares de la víctima; habiéndose
hecho algo similar a propuesta del diario “ABC” en relación con diversos policías
asesinados.
Huelgas sociales serían las que protestasen por los bajos sueldos que se perciben en
Lugo o Almería; pero esas no se llevan nunca a cabo porque no son huelgas políticas
y no interesan a los partidos que mueven los hilos de la huelga. El fin último no es
nunca solucionar un problema, sino agudizarlo; el agitador no busca resolver
satisfactoriamente una situación, sino agravarla, crear mayor caos sobre el ya
existente, acentuar el antagonismo obrero-patrón. El agitador provoca la huelga y la
lleva adelante por todos los medios, su objetivo es la huelga, no solucionar el
conflicto, y al no dar nunca un paso atrás el ciclo continua y lo que había comenzado
con un paro de un determinado tiempo más o menos largo, se convierte en la huelga
laboral propiamente dicha.
Es muy posible que los trabajadores, absorbidos por unas muy justas inquietudes,
acudan a la huelga el primer, e Incluso el segundo o el tercer día. No obstante, cuando
comienzan a aparecer las sanciones por parte de la empresa, sanciones que nunca
recaen en los provocadores, sino en algún trabajador víctima de la situación,
arrastrado por la corriente fruto de un estado de nervios y de excitación, o cuando al
pasar los días y ver que la situación no se aclara y que a la larga, el mayor perjudicado
será él mismo porque la empresa si no ha alcanzado una determinada producción
podrá cubrir el desfase con otras filiales o con el ritmo de trabajo intensivo que
siempre sigue a las huelgas, debido al problema económico en que ha acaecido el
obrero y que trata de resarcir por medio de horas extraordinarias, es cuando el
trabajador, cansado de todo, quiere volver al trabajo.
Pero ya es demasiado tarde, los “piquetes” se han formado y lo más fácil es que
“democráticamente” le obliguen a continuar en huelga y no le dejen entrar a trabajar.
¿Que cuales son los modos que emplean? Fáciles de deducir: represalias, violencias,
palizas, amenazas de todo tipo contra él o su familia, etc. etc. Los agitadores no son
obreros propiamente dichos y quieren la continuidad del conflicto. Son miembros del
PCE, del PSOE, de CCOO, etc., y se comprende con claridad porque no les interesa
que la situación remita, evitando el diálogo y la búsqueda de soluciones equitativas.
El trabajador no les interesa, sólo sirven a las órdenes del partido al que pertenecen.
Está claro, la huelga es provocada por los partidos políticos o por los sindicatos
pluralistas que los representan.
Como está claro también que no podemos aceptar esta clase de huelga.
En primer lugar porque el Estado, si es un Estado verdaderamente socialista,
entendiendo por socialista no sólo un sistema económico, sino un sistema total y
absoluto, partidario de lo social, dirigido a todo el ámbito de la vida y en el que tienen
igual cabida la cultura, la economía, la política, la enseñanza, la ciencia, el trabajo, las
empresas... todo lo que contribuye a la creación y a la construcción del Estado, el
Estado decimos, será consciente y tendrá el deber de encauzar las inquietudes de la
totalidad de sus miembros, en contraposición con el marxismo en el que “el
socialismo es para una clase”, sino, como dijo Moller Van der Bruck “para la nación y
por la nación misma”, o, como el socialismo racial preconiza, un socialismo para toda
la raza sin exclusión, por lo que en este caso la huelga estaría fuera de lugar.
En el Estado socialista, los obreros pueden discutir los problemas y, resolverlos en el
sindicato que será un sindicato con organización unitaria de la que formarán parte
todos los que participan en la vida del trabajo, esto es, un sindicato político, no
exclusivo del obrero o del patrón, sino en defensa de la orientación socialista de las
empresas, de la justicia social y puesto al servicio de las exigencias éticas y sociales
de todo el pueblo.
Es fácil de comprender que ahora esto no suceda así, puesto que los Sindicatos
actuales sólo actúan cuando ya se ha producido el conflicto, son aborrecidos por los
obreros y por los empresarios y sobre todo manejados por los partidos políticos en sus
propios intereses, siendo utilizados para provocar enfrentamientos, manifestaciones, y
en definitiva, huelgas.
En el sindicato político de carácter socialista, el obrero y el empresario estudiarán
conjuntamente la situación, pero no basándose en sus propios intereses, sino mirando
en favor del bien común de todo el pueblo. El jefe atenderá las justas demandas del
trabajador que pide un nivel de vida digno, que le permita atender a sus necesidades
equitativamente con ecuanimidad, que precisa para ello no un salario mínimo con el
que apenas puede mal comer, sino un salario básico con el que pueda cubrir con
justicia social esas necesidades y el trabajador se hará cargo de la situación y de las
posibilidades de la empresa en beneficio de la nación, con lo que se producirá una
armonía entre los intereses justos de ambos, patrón y obrero, echando abajo la teoría
marxista que sólo busca el antagonismo, el enfrentamiento entre ellos.
La huelga, así pues, ya no tiene razón de ser. Lo importante es el interés de la
comunidad, de la totalidad del pueblo.
* * *
En cuanto a las manifestaciones, están en íntima relación con las huelgas. Estas
provocan la formación de aquéllas y todo el que acude a las mismas, como sucede en
el caso de la huelga, es también manejado por síntesis de intereses propios de los
partidos políticos.
La imagen de los manifestantes, no ya en cuanto a la mujer se refiere que en este caso
es sumamente deplorable, sino en cuanto al mismo hombre, es desastrosa y
denigrante. Parecen borregos que sólo gritan o arman escándalo; en su algarabía, hasta
pierden su personalidad y se convierten en seres anodinos y faltos de dignidad o
respeto hacia sí mismos y hacia los demás, como han descrito con gran exactitud
escritores como Gustave Le Bon o Raimon Casellas, al analizar al hombre dentro de
una masa, como totalmente distinto de la masa estudiada individualmente[15].
Ya no sólo se trata de armar camorra dentro de las empresas, se trata de sembrar el
caos entre todos los miembros del país, de propagar el desorden, para que los
cimientos de la nación se desmoronen y con ello se venga abajo todo lo construido
hasta entonces.
Las manifestaciones, al igual que las huelgas, sólo producen perjuicios al país, tanto
económicos como morales. Los únicos beneficiados son los agitadores, en definitiva,
es la demagogia marxista quien ha sacado fruto de todo esto.
Es por esto que tenemos que rechazar tanto la huelga como las manifestaciones.
Sólo las admitiremos cuando tengan una ideología política que busque no sólo un
aumento de sueldo para unos cuantos obreros más o menos cualificados, sino la
creación de un orden nuevo que aporte a todos los estamentos de la nación, a todo el
pueblo, una justicia socialista verdadera. Es la necesidad de una revolución socialista
que aportará a todos y cada uno de los miembros de la comunidad unos valores
étnicos, económicos, sociales y, al mismo Estado, unos valores espirituales,
trascendentes, eternos.
Entonces vale la pena soportar los perjuicios que acarrean en beneficio de una nueva
concepción del mundo socialista, en beneficio de la totalidad de la comunidad, como
también merecería la pena una huelga que no apelara a bajos instintos, a intereses
egoístas o motivada por móviles políticos; sino una huelga basada en razones morales
o culturales como podría ser la convocada para solicitar reducción de precios en las
entradas de un concierto o precios especiales para enciclopedias
para obreros o ventajas en visitas a museos... Tales reivindicaciones serían
inconcebibles en nuestro mundo actual. Sólo se considera valioso el bien material y
mucho habrían de cambiar las cosas para que puedan ser concebibles huelgas y
manifestaciones populares -no de universitarios hijos de papá que se manifiestan para
pasar el rato- que no tengan por objeto el lucro o los beneficios para los manifestantes,
sino que estos pidan beneficios para la comunidad o para otros obreros, pero sin
beneficiarse en ningún caso.
CONSTRUCCION FRENTE A
DESTRUCCION
Después de visto todo lo anterior, podemos sin lugar a dudas afirmar nuestra postura
con respecto al papel de la mujer en la política.
La mujer que es consciente de su feminidad, es también consciente de la decadencia,
de la degeneración y de la corrupción que el materialismo ha aportado a nuestra
sociedad actual. Por ello, para luchar contra todo esto, y porque está imbuida de un
puro y noble ideal por el que se sacrifica con abnegación, no le importa unir sus
esfuerzos a los de sus camaradas, en defensa de los valores de nuestra revolución
nacional. Esta es la mujer que nos interesa y por la que luchamos.
Ella también tiene un lugar importante en el Partido. Por sus especiales condiciones
en el plano social, su labor está dedicada a la formación de los nuevos camaradas
dentro del espíritu del pueblo, dentro del ideal, dentro de los principios de la moral, de
la propia estimación personal y ajena, es decir, llevar a cabo la instrucción ideológica
de los nuevos camaradas, infundirles moral y ánimo y en cuanto a las jóvenes,
hacerles comprender, hacerles amar y, en suma, adoctrinarles en materias como
puericultura, economía doméstica, el significado de la familia en la vida de la nación
o las hasta ahora tan relegadas Bellas Artes.
Rechazamos de lleno la mujer “mitinera” que disfruta en las manifestaciones
chillando y armando escándalo o arengando a las masas para enardecer sus ánimos en
favor o en contra de algo, puesto que esta imagen está desprovista de todo signo de
feminidad, al igual que, por el mismo motivo, refutamos la idea de que la mujer forme
batallones de compañías de combate o de choque.
Esta idea, en caso de que llegue el momento en que la Patria se encuentre en una
contienda bélica y necesite de todos sus hijos, deberá ser estudiado cuidadosamente.
Entonces, la mujer que tiene formado ya un hogar, deberá adaptar su vida familiar a
las necesidades de la guerra, al igual que alistarse voluntariamente para realizar los
trabajos civiles en sustitución del hombre que está en el frente y así contribuir al
desarrollo normal de la vida del pueblo y paliar en lo posible las dificultades y
calamidades que lógicamente pueden surgir.
Únicamente en caso extremo y agotados ya todos los recursos se lanzará la mujer al
combate junto con niños y ancianos, para defender los verdaderos valores que el
enemigo pretende destruir y sin los cuales la vida no merece la pena ser vivida.
Al igual que sin el alimento el cuerpo se debilita y acaba por morir, también el
espíritu necesita un alimento constante. Por conseguir este alimento debe estar
dispuesta la mujer a dar su vida y en este empeño debe poner todas sus miras. Si
intentan arrebatárnoslo, debemos tratar de impedirlo como sea y si ese como sea
significa la muerte, debemos sentirnos orgullosas de dar la vida por la causa más
justa, pues, como dijo Mussolini “Más vale vivir un día como un león que cien como
una oveja”.
Lo único que tenemos que pedir a Dios es que nos dé la suficiente fuerza para no
flaquear en ese instante. Que la carne no venza al espíritu. Que sepamos vivir por y
para un Ideal y que si este Ideal nos exige el más grande sacrificio, estemos dispuestos
a supeditarlo todo a él.
* * *
Por último, para terminar, queremos dejar clara la que debe ser misión de un político.
Su labor es estar al servicio del Estado y como el Estado ha de ser la totalidad del
pueblo, es servir los intereses de la comunidad que forma el pueblo.
Así pues, en favor de esa comunidad racial, anímica y espiritual, en favor de la
totalidad del pueblo, ha de estar dirigida la función no ya sólo del político, sino de
todos y cada uno de los individuos que forman la comunidad, puesto que, como
miembros de la misma, son a su vez políticos de su Estado.
¿Qué cuál es la misión? Una muy importante: Construcción.
Frente a tanto caos degenerante, frente a tanta barbarie destructora, construir, crear un
nuevo orden total, una nueva moral que abarque a todas las fuerzas de la vida.
Frente a los abusos: la justicia social. Una verdadera justicia social y humana se
alcanzará en un Estado en el que el espíritu no esté ahogado por la materia, cuando el
hombre sea consciente de que su función es mucho más alta que la de trabajar o no
trabajar para ganar unas cuantas monedas, de que su función es, sobre todo, la de
contribuir al engrandecimiento cultural e histórico, y también económico, de su
pueblo. Es un cúmulo de fuerzas movidas por un orden nuevo y natural, entre las que
tienen un puesto primordial los valores sobrenaturales y eternos, principales motores
de la vida humana. Donde la personalidad esté por encima del individualismo clasista
económico...
Frente a los ataques dialécticos liberales, que pese a sus manifiestos no conducen a la
plena libertad del hombre, sino más bien a convertirle en un ente individual dentro de
la sociedad clasista en que vive: educación, difusión de la verdadera cultura, que la
cultura y la civilización europea llegue a todos y a cada uno de cuantos forman la raza
europea...
Frente a los atentados, a las bombas, que destruyen librerías, exposiciones, actos
públicos, etc.: total repulsa, no atacar por la fuerza, no emplear la violencia sólo con
el ansia de destrucción, sino instalar otras librerías que difundan nuestros libros,
nuestros pensamientos, organizar nuestras propias exposiciones y actos, editar
nuestras propias revistas...
Frente al clasismo fruto de los sistemas económicos actuales, tanto liberales como
marxistas, que sólo conducen hacia el odio, la separación y la disgregación, o lo que
es lo mismo, a la anulación de todo vínculo de solidaridad entre los hombres, frente a
la lucha encarnizada por una igualdad aparente que, si se consigue, beneficiaría al
incapaz, al vago, al inútil o al ladino, al sinvergüenza o al criminal que, en definitiva,
son quienes la piden: la desigualdad natural, la desigualdad basada en la capacidad y
en el mérito de cada persona, en su inteligencia, en su valía, en su conciencia, en su
moral, en su disposición para el trabajo, en su disposición espiritual y corporal, en su
condición de dar el máximo rendimiento y el máximo provecho para la comunidad...
En suma, frente al dinero, el triunfo de la capacidad personal; frente a la cobardía, al
abuso, a la irresponsabilidad, a los sobornos o a la corrupción, el triunfo del trabajo,
de la voluntad, del esfuerzo, del honor, de la dignidad, de la honradez y el sacrificio...
Frente al materialismo, el idealismo; frente a la materia, el espíritu...
Así se conseguir una nueva y absoluta concepción del mundo. Se lograra la
implantación del Orden Nuevo que anuncia el despertar de la era espiritual. La
auténtica cultura tradicional y la verdadera historia de nuestra civilización se
rescatarán de la maraña tejida por el caos de la decadencia y degeneración que nos
mantienen en una continua noche, en una constante tiniebla.
La luz de un nuevo día, el resplandor de un nuevo amanecer, nos iluminará con sus
destellos.
El hombre habrá adquirido la conciencia de su significado y de su proyección anímica
y étnica en pro de la comunidad, una comunidad unida por unos mismos valores
espirituales, eternos y raciales. Será el triunfo de la RAZA.
NOTAS
[1] Datos tomados del artículo "La différence" del Prof. Gilbert Dreyfus. Publicado
en la revista Eléments, núm. 14-15, Marzo-Mayo 1976.
[2] Estudio aparecido en La Vanguardia Española, del día 29-9-1977, sección
"Medicina" en el artículo de Luis Daufi, titulado. "Patología del amor materno".
[3] Estadística aparecida en la revista ”EVA 8”, Año I, núm. 2.
[4] Datos tomados de la obra “¿A qué se llama aborto?”, J. Jiménez Vargas y G.
López García. Edit. Magisterio Español. Biblioteca Cultural RTVE. Madrid 1975.
[5] Datos tomados de las revistas “Guía Zodiacal”, Año 2, Núm. 12, Abril 1977 y
“Lui Men”, Núm. 2, 1977.
[6] Causó especial sensación el nacimiento por este método del hijo de una dibujante
americana, Kim Grove, concebido varios meses después de fallecido su marido
Roberto Casali, con esperma donado poco después de haber sido diagnosticada su
enfermedad incurable. Revista Hola, julio 1977.
[7] Para mayor información sobre el Boletín Especial CEDADE núm. 70. Mayo-
Junio 1976.
[8] Estadísticas demuestran que el 77 por ciento de amas de casa de clase baja que
trabajan, lo hacen por ayudar en las necesidades del hogar, 10 por ciento por ayudar al
marido, 9 por ciento por hacer algo útil, 1 por ciento por pagar estudios a los hijos y 3
por ciento por otras razones. (Informe Foessa, 1970, publicado en DUO, núm. 1)
[9] En la clase alta, el 33 por ciento de amas de casa que trabajan, lo hacen para
ayudar en las necesidades del hogar, el 20 por ciento por distracción, el 18 por ciento
por hacer algo útil, el 8 por ciento por ayudar al marido, el 5 por ciento por ahorrar, el
3 por ciento para pagar estudios a los hijos y el 15 por ciento por otras razones.
(Informe Foessa, 1970, publicado en DUO, Núm. 1 ).
[10] Datos sacados del artículo “Igualdad o Libertad” publicado en ERIKA
(Pensamiento Femenino Europeo). Enero 1977. En él se indica que en Suecia, el
gobierno social-demócrata propugna, mediante ley, que los días de permiso después
del nacimiento deben ser repartidos por igual entre los progenitores, pese a que
voluntariamente únicamente el 6 por ciento de los padres se aprovechan de este
derecho.
[11] Esta idea se asemejaría un tanto a la organización “Frente Alemán del Trabajo”,
establecida en la Alemania Nacionalsocialista, dentro de la cuál existía un Servicio
Obligatorio de Trabajo Femenino en que mujeres de todas las condiciones sociales,
convivían durante un determinado periodo de tiempo, prestando gratuitamente sus
servicios en pro de la comunidad nacional.
[12] Si comparamos el tamaño del embrión con el de un niño, nos damos cuenta de la
enorme diferencia que existe entre ambos, si comparamos al niño con un adulto, la
diferencia es igualmente asombrosa. ¿Podríamos afirmar que el niño no es una
persona por el hecho de medir y pesar mucho menos que un adulto o porque su
formación y educación está en vías de desarrollo mientras que el adulto es capaz de
razonar con mucha más perfección?.. de igual modo podemos asegurar que el embrión
es un ser humano, de escaso tamaño en los primeros meses de vida pero que lucha
desesperadamente para superar las dificultades del medio y poder nacer.
[13] Declaración de la feminista catalana Magda Oranich..
[14] “En la Edad Media los judíos poseían el dinero y eran la hez de la sociedad.
Hoy, siguen poseyéndolo y tienen el poder”. José Ortega y Gasset.
[15] Un ejemplo de como una persona individualmente analizada, considerada como
un artista genial, puede cambiar ante la multitud, nos lo ofrece el compositor Richard
Wagner. En su libro “Mi Vida”, en la parte dedicada a sus años de estudiante, nos
cuenta a raíz de un enfrentamiento entre estudiantes y policía en Leipzig, solucionado
felizmente para todos: “La cuestión parecía, pues, resuelta pero la agitación
provocada por el ambiente revolucionario fuerte y precisaba una víctima. De pronto,
se esparció el rumor de que se iba a hacer justicia a un establecimiento de mala nota
situado en una calle de pésima reputación y que, según se decía, un miembro de las
execradas autoridades había colocado especialmente bajo su tutela. Seguí al enjambre
de manifestantes y cuando llegué al lugar indicado se ofreció a mis ojos el espectáculo
de una casa asaltada en la que se cometían toda clase de violencias. Sin que me
acuciara el menor motivo personal, poseído de un furor inexplicable, me sumé a los
jóvenes vándalos y con ellos destrocé muebles, utensilios y cuanto caía en mis manos.
No creo que, el obrar de aquella suerte, obedeciera a la raz6n originaria de aquellos
disturbios, a pesar de que ésta residiera, en aquella ocasión, en un grave atentado a la
moralidad pública, sino que me sentía arrastrado, como por un torbellino, por lo que
tienen de diabólico esos arrebatos populares. y comprendí también que los accesos de
esta rabia no se calman fácilmente, pues sólo se remiten después de haber degenerado
en frenesí”.

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